Preludio Final

XIV - Truth

–¿Qué está pasando aquí?

Fue lo primero que pude articular una vez que recuperé un poco el aliento. Estaba acostado en el suelo junto a Van. Ella estaba recargada en una de las paredes del interior de la casa, junto a una ventana, desde la cual se podía ver absolutamente todo lo que pasaba afuera.

Estaba seguro de que había unos cuantos cadáveres tirados en medio de la calle como el que encontré. Esa escena no se sale de mi cabeza por más que quiero. Tendré que vivir con ella a partir de ahora.

Podía asegurar que no había pasado ni una hora desde que me desperté en mi cuarto y vi que la luz del sol no correspondía a la hora.

Esto era una completa locura.

–No pasará nada, por el momento –decía Van, mientras miraba el exterior. Buscando algo en este.

Ella se mantenía calmada ante esta situación.

Su cabello de color blanco, ahora se había tornado en una mezcla de rojo y café. Podía ver algunas heridas en su cuerpo. Ella sangraba.

–Van, ¿qué ha sucedido?

Mi voz se escuchaba débil. Debe de ser un efecto colateral del desmayo, no puedo evitarlo.

Traté de ponerme de pie. Mis manos tocaron miles de vidrios, los cuales hicieron cortes en mis palmas. Claro, esto era algo que pasaría si tocaba el piso con las manos.

La sangre no fluía de las heridas, así que no eran graves. Sentía un ardor en el costado que estaba en el suelo. Más cortes. No me podía esperar otra cosa, después de todo, el piso estaba completamente llego, como un campo minado de cristal.

Levanto un poco mi vista, Van está simplemente mirando por la ventana. El poco aire que corre hace que su cabello dance por el aire.

Es hermosa.

No se lo he dicho de frente, pero sé que ella es hermosa. Aún en este caos. Aún con la muerte a la vuelta de la esquina, sigue siendo hermosa.

–Oh, ¿ya te despertaste?

Ella me habla cuando se percata de mis movimientos. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero la oscuridad del exterior está mucho más profunda que cuando entramos.

–Lo siento…

Traté de levantarme, pero no tenía fuerzas para hacerlo. Van me ayudó a levantarme. Parecía que replicábamos la escultura de Piedad de Miguel Ángel, un escultor de hace cientos de años atrás.

Logro ponerme en pie después de unos minutos. Es en ese momento cuando volteo a ver la sala en donde estábamos.

Hay dos cuerpos tirados.

El primero de ellos tiene un cuchillo sobresaliendo de su espalda, mientras que el otro está sobre este. Parece que ambos murieron, uno de una puñalada por la espalda, y el otro, no tengo ni la menor idea.

El cuerpo con el cuchillo es claramente de una mujer. ¿Cómo lo sé? Será por el pelo largo o por la figura que tiene. Cada vez me sorprendo y asusto al recordar los cursos a los que Van me metió. Parecen estar dando frutos.

Estaba apoyado en Van. No podía caminar correctamente. Volteo hacia ella, hay heridas en su cara. No son para nada profundas, pero podrían arruinar su cara de por vida. Espero que las trates.

–Van, tu cara… –balbuceo.

–¿Eh? –Se mira confundida–. Ah, no es nada. Solo son rasguños.

–Deberías curarlos.

–Ya lo he hecho, después de todo, la perla no es solo sirve para proyectar un mapa.

Cierto, la perla que ella tiene en su cuello puede ayudar a tratar heridas. ¡Qué conveniente!

Van me lleva hacia la salida de la casa. Tenemos que seguir en movimiento. El cielo se está tornandocada vez más oscuro, por lo que es importante darnos prisa y escapar de aquí.

Ahora que recuerdo. La torre que está produciendo todo esto ni siquiera está en este continente. ¿Cómo llegaremos hasta ella? Espero que Van tenga algo preparado, no quisiera poner en práctica el curso de natación en altamar del año pasado.

–Van, ¿cuánto tiempo ha pasado?

Van se detiene al escuchar mi pregunta. No sé lo que ella ha tenido que pasar en este tiempo que estuve inconsciente, pero, por lo que va en la casa, no fue nada fácil.

Ella simplemente guarda silencio. Ni una palabra sale de sus labios.

–¿Van?

Escucho un débil sollozo. Volteo hacia Van. Puedo ver una débil lágrima pasar por su mejilla.

–¿Van? ¿Hice alguna pregunta que no debía?

–No, no es así.

Ella limpia su cara con su camisa.

Sé que me está ocultando algo, pero no le preguntaré por el momento. Espero que me lo cuente.

–Ryan… ¿Tu –hace una pequeña pausa–, estarías con una asesina?

–¿Eh?

La pregunta de Van me tomó por sorpresa. No sabía a lo que se refería. ¿Asesina? ¿En qué momento Van se convirtió en algo así? No, es algo que no es posible, no importa cuánto lo piense.

¿Por qué ella preguntaría eso?




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