Presas

El inicio de la desgracia

Hoy es viernes en la noche y voy en el auto camino a casa con mi hermanita de tres años en el asiento trasero, acabamos de salir del cumpleaños de uno de sus amigos del jardín de infantes, ella jugaba con su muñeca favorita mientras yo manejaba. La lluvia en el camino era muy intensa y solo ansiaba llegar a casa lo más rápido posible, puse una canción en la radio para hacer el camino más entretenido. Miré a Ana por el retrovisor y sonreí por las cosas que decía a su muñeca, aparqué el auto en frente del garaje – llegamos – dije con tono alegre - ¡Sí, ya quiero contarle todo a mamá y a papá! – exclamó mi hermana - ¿Qué estamos esperando entonces? – me giré para quitar su cinturón, tomé el paraguas en el asiento del copiloto y bajamos del auto compartiéndolo. Abrí la puerta de casa y todas las luces estaban apagadas – ¡Mamá, papá, ya volvimos! – exclamé, y entonces las encendí, me quedé paralizada con lo que vi, dejé caer las llaves al suelo y una lágrima cayó por mi mejilla, mi padre estaba acostado a mitad de la escalera con un cuchillo clavado en el pecho, rápidamente tomé a Ana en mis brazos, antes de que entrara y puse su cabecita contra mi pecho, no dejé que viera semejante escena, corrí afuera y la puse dentro del auto con el seguro de las puertas.
Volví adentro – ¿¡Mamá!? – comencé a correr por toda la casa esperando encontrar a mi madre viva, las lágrimas eran cada vez más abundantes, llegué a la cocina y emití un fuerte grito cuando la encontré tirada en el suelo con un charco de sangre en la cabeza. Corrí a la segunda planta y comencé a buscar a mi hermana Melisa por todos lados, solo tiene catorce años y me preocupaba que estuviese muerta también, entré a su cuarto - ¿¡Melisa, estás aquí!? – busqué debajo de la cama – ¿Megan eres tú? – Melisa salió del armario con el rostro lleno de lágrimas y con una lámpara en sus manos temblorosas - ¿¡Melisa estás bien!? – Corrí hacia ella y la abracé, ambas nos arrodillamos en el suelo – Un hombre llegó, estaba vestido de negro y llevaba su rostro cubierto y asesinó a nuestros padres, pensé que iba a morir también – Melisa lloraba en mi hombro sin consuelo – Todo está bien, no vas a morir – nos asustamos cuando escuchamos la puerta tirarse atrás de nosotras – Yo no estaría tan segura de eso – escuchamos una voz desconocida, me giré rápidamente y vi a un hombre con pantalones, chaqueta, guantes y gorra negra, vestido perfectamente para cometer un crimen en la oscuridad de la noche, llevaba cubierta su nariz y boca. Tomé la lámpara de las manos de Melisa – Corre en cuanto tengas la oportunidad – susurré y le di el celular a Melisa sin que él lo notara.
Sin pensarlo corrí en dirección al hombre y estaba a punto de golpearlo con la lámpara, pero él la sujetó y me la arrebató, luego agarró mi cuello y me puso contra la pared – ¡Corre Melisa! – traté de gritar, pero sus manos que cada segundo apretaban más mi cuello solo me dejaron susurrar, cuando mi hermana salió de la habitación estuve más tranquila. Tomé uno de los retratos de la pared y rompí el cristal en la cabeza del atacante, lo que hizo que me soltara, caí sentada en el suelo y comencé a toser mientras recuperaba el aliento. Volví la mirada hacia arriba y lo vi caminar hacia mí enojado, me levantó agarrándome por la chaqueta y me lanzó, rodé por encima de la cama y caí otra vez, levanté mi torso, pero él ya estaba detrás de mí y me alzó por el cabello para luego golpear mi cabeza contra el escritorio. Tenía tanto dolor que apenas podía estremecerme en el suelo, se arrodilló con sus piernas alrededor de mí y puso sus manos en mi cuello otra vez, estaba muy tensa por volver a estar en la misma situación en solo unos segundos, había una botella de soda tirada a mi lado, que se había caído del escritorio, estiré mi mano para tomarla, la rompí con un golpe y la clavé en su muslo. El hombre emitió un fuerte gruñido y se levantó apoyándose en la cama con la mano en su herida, aproveché el momento y me levanté para salir corriendo de la habitación, miré hacia atrás y lo vi venir detrás de mí, ni siquiera cojeaba y esto me asustó más, bajé las escaleras corriendo, a la mitad tropecé con el cuerpo de mi padre y caí, las llaves estaban en el suelo en frente de mí, las tomé, pero cuando abrí la puerta, el brazo de aquel monstruo la cerró nuevamente, no entendía cómo podía alcanzarme tan rápido, me giré y con un acto de desesperación, traté de clavar la llave en su ojo, pero agarró mi muñeca y la apretó tan fuerte que me obligó a soltarlas, traté de golpearlo, pero fue en vano, me cargó en su hombro y me tiró sobre la escalera, otra vez se puso sobre mí y comenzó a estrangularme, lo golpeé incesablemente una y otra vez, traté de meter mis dedos en sus ojos, pero su rostro estaba muy alto y lo único que podía hacer era golpear sus brazos y hacer el esfuerzo en vano de quitar sus manos de mi cuello, miré fijamente a sus ojos pequeños y de color verde, jamás los olvidaré, estaban llenos de ira. Se escuchó la sirena de la policía y gracias a eso el hombre me soltó y se fue corriendo por una de las ventanas. Mi cuerpo estaba tan adolorido que ni siquiera me moví, solo me quedé mirando al techo esperando a que vinieran por mí, dos policías entraron apuntando con sus armas, uno de ellos fue a revisar la casa – ¿Está bien señorita? ¿Puede levantarse? – dijo el otro inclinado hacia mí, levanté mi torso y sentí un fuerte dolor de cabeza, el chico colocó mi brazo sobre sus hombros y me ayudó a levantarme, salí apoyada del policía cojeando del pie izquierdo, sentía mucha sangre corriendo por mi rostro. Me sentaron en la ambulancia y una paramédico comenzó a tratar una pequeña partidura en mi cabeza
1 ¿Dónde están mis hermanas? – Era lo único que podía preguntarme en ese momento
2 No te preocupes por ellas, están bien gracias a ti, fuiste muy valiente – respondió la paramédico - ¿Cuál es tu nombre?
3 Megan – respondí – 
4 ¿Qué edad tienes Megan?
5 Diecinueve – la paramédico examinó mis pupilas – 
6 ¿Estudias?
7 Sí, pero después de todo esto supongo que tendré que dejar los estudios y trabajar para hacerme cargo de mis hermanas – llevé la mano a mi cabeza por un fuerte dolor y todo comenzó a dar vueltas, no pude sostener más mi cuerpo y solo recuerdo la imagen borrosa de los paramédicos agitados sobre mí, entonces perdí la conciencia –
Desperté y la luz blanca del techo me encandiló la vista, miré a mi alrededor y pude darme cuenta de que estaba en el hospital, Melisa estaba dormida en una silla junto a mi camilla, una doctora se acercó a mí con un formulario en sus manos –Tengo excelentes noticias para ti Megan – dijo – estás en perfectas condiciones y te daremos el alta en cuanto amanezca – continuó – lamentablemente tu pierna izquierda está torcida y tendrás que llevar esta bota por quince días, otra gran noticia es que tus tíos que viven en Texas están dispuestos a recibirte a ti y a tus hermanas en su casa y poder brindarte los cuidados necesarios, incluso les gustaría seguir ayudándote con tus estudios – Las palabras de la doctora no tenían la menor importancia, ninguna de sus buenas noticias eran suficientes para hacerme sentir mejor. Melisa despertó y cuando me vio, me abrazó – Estoy muy feliz de que estés bien, no sabes cuánto me alegra que te quedaras con nosotras – Decía Melisa entre sollozos. Miré hacia la ventana contemplando la profunda oscuridad de la madrugada, me quedé toda la noche despierta e intenté no derramar lágrimas, no en ese momento que estaba Melisa ahí.
En el amanecer mis tíos llegaron al hospital, nunca los había visto en persona, solo en fotos. El hermano de mi madre tenía el cabello negro y por los hombros, lo traía recogido en la nuca, sus ojos son marrones y su piel un poco pálida, su esposa es una mujer hermosa, su cabello es largo y negro con las puntas ondeadas, sus ojos son verdes y su piel muy blanca y traía los labios pintados de un rojo intenso
8 Hola querida – dijo mi tío – Mi nombre es José y ella es mi esposa Julia, pero supongo que ya conoces nuestros nombres
9 Sí, mi madre me hablaba mucho de ustedes – la enfermera trajo las muletas y me ayudó a ponerme de pie –
10 ¿Necesitas ayuda? – preguntó José – 
11 No, ya lo tengo – dije – No sé cómo agradecerles
12 No tienes que agradecer querida –respondió Julia – para nosotros es un placer cuidar de ustedes, estoy segura de que mi cuñada así lo quisiera – me sentí un poco triste cuando mencionó a mi madre, pero lo disimulé – 
13 ¿Dónde está Ana? – pregunté – 
14 Ya está en camino – respondió José – Pasó la noche en la comisaría, una detective se ofreció para cuidarla
15 ¿Qué tal si mientras Ana llega vamos llevando a Megan al auto? Nos espera un largo viaje – propuso Julia a José– 
16 Claro – respondió – 
Comenzamos a caminar afuera del hospital, sentí el sol en mi rostro y miré al cielo por unos segundos con los ojos cerrados, el viento jugaba con mi cabello, abrí mis ojos y vi las nubes desplazándose lentamente, me preguntaba si realmente un día tan bonito podría ser tan triste o si todo era un mal sueño del que despertaré pronto. Un auto se aparcó detrás de la camioneta de mis tíos y de ella salió una policía con Ana tomada de la mano, Julia la recibió, la cargó en sus brazos y la puso dentro de nuestra camioneta. Cuando abrí la puerta trasera del coche había dos cajas en el asiento
17 Lo siento, las pondré en el maletero – Dijo mi tío sacando las cajas del auto – 
18 ¿Qué tienen dentro – pregunté – 
19 Son algunas pertenencias de tus padres, creímos que tal vez quieran tomar algunos recuerdos de ellos
20 Sí, muchas gracias, las abriré cuando lleguemos a casa
Entré al auto, Ana estaba en el centro y al otro lado estaba Melisa, mi tío José tomó mis muletas y las puso en la parte trasera, me agradaba que hubiera tanto espacio, así podía estar más cómoda con la bota, entonces José puso en marcha el vehículo. Miré a Ana con una sonrisa y le toqué el bracito - ¿Cómo pasaste la noche? – pregunté – Bien, la chica que se quedó conmigo era muy amable, pero ya tengo ganas de llegar a casa y contarle a mamá y a papá todo sobre la fiesta de ayer – Cuando escuché lo que dijo mi sonrisa se borró completamente, miré hacia la ventanilla para no mostrar a nadie la lágrima que acababa de caer y que rápidamente sequé. Después de un tiempo viendo la carretera y a los demás autos pasar, el sueño me alcanzó.



#12714 en Fantasía
#4800 en Personajes sobrenaturales
#7048 en Thriller
#3914 en Misterio

En el texto hay: vampiros, misterio, paranormal

Editado: 12.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.