Primavera

3/ ¿QUÉ FALLÓ?

C A P Í T U L O 3

(PARA MEJOR COMPRENDIMIENTO, LEER EL CAPÍTULO 8 DE INVIERNO.)

ELISE

¿Cómo hemos llegado esto?

Tengo la cabeza baja y las manos sobre mi cabeza para mantenerme en calma. No sé pensar, de a milagro sigo respirando y la tranquilidad, bueno, finjo lo mejor que puedo y ni hablar del control que hoy hace su mejor actuación para no correr al cuarto de Anne y partirme de dolor viéndola con todos esos cables.

En mi mente empiezan a sonar ambulancias, mis gritos cuando Anne no se movía, las palabras de apoyo de los paramédicos y los murmullos de los doctores explicándome que Anne había tenido una sobredosis por la ingesta excesiva de somníferos. Me siento como una completa inútil por creer en ella y confiar en que estaba cambiando.

¿Por... qué? ¿Qué la llevó a cometer semejante estupidez? ¿Qué habría pasado si no entro a tiempo? No quiero ni pensarlo porque se refleja lo mal que sería como madre.

No puedo aguantar más esta incertidumbre. Voy a subir esas escaleras para ver el contenido de ese regalo de Travis ¿Qué será? Quiero saber, me mata la curiosidad. Corro por las escaleras para el cuarto de Anne, pego mi oído a la puerta para escuchar algo.

Nada.

Cuando muevo el pestillo me sorprendo porque está cerrado y es cuando una amarga sensación me embriaga. Anne no cierra con seguro ni cuando se baña. Empiezo a llamarla.

Nada.

Muevo de manera brusca el pestillo y grito su nombre.

Nada. Algo anda mal. Grito una vez más el nombre de mi sobrina y muevo con furia el pestillo y es cuando mi corazón bombea fuerte y certero. Rápidamente voy a mi cuarto para buscar entre todos mis cajones las llaves de las habitaciones.

Sueno mis botines por el piso de mármol porque voy tan rápido como puedo hasta la puerta de Anne para abrirla. Me quedo estupefacta, con mis piernas vueltas gelatina caigo de rodillas cuando veo a Anne dormida en su cama. Su rostro está pálido con lágrimas secas en sus pómulos, su cabello vuelto un nido de pájaros y arañazos en sus brazos. ¿Qué pasó aquí?

Me arrastro para sacar una pequeña cajeta que estaba aprisionada en el mueble de la cama. Somníferos ¿Qué hiciste, pequeña? Saco la tableta que se encuentra dentro, solo hay dos de diez pastillas que se supone deberían haber.

—Anne— la llamo con la pequeña esperanza de que esto sea solo mala imaginación mía— ¡Anne!

Abro mis ojos cuando mi teléfono comienza a vibrar.

—¿Si? — respondo sin ganas y mirando en dirección al cuarto de Anne.

Nuvia, ¿Te tomaste el día? — bufa Valeria en la otra línea.

—¿Qué necesitas, Valeria? — digo secamente— Estoy en el hospital. Mi sobrina está enferma.

—¿La que no quiso modelar? — Ya ni sorprendía la indiferencia de Valeria— Nuvia, debes venir inmediatamente. Edmund está aquí para discutir contigo lo del contrato.

Me colgó. Como quien dice, vienes o vienes y si tu sobrina le da un paro a mí me la suda. Me guardo el teléfono y camino hasta una enfermera para explicarle mi situación. La enfermera no me lo dirá por mi cara de muerto en vida, pero yo sé que no se espera ningún cambio en Anne hasta por lo menos en unas 10 horas.

(---)

Antes de entrar a la agencia limpio mis lágrimas y me arreglo el maquillaje. Nunca me ha gustado que me vean en agonía, me hace sentir que tienen poder sobre mí. Le sonrío a mi espejo delantero y peino un poco mis rizos para bajarme.

Para mi mala suerte. Matthew está casi en la entrada, va saliendo y cuando topa conmigo sonríe y me abraza. No te rompas, Elise, no te atrevas. Hago como de costumbre y correspondo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Tú por aquí? — busqué tema de conversación para que Matt no se fijara en mi cara. Yo podría estar cubierta por todo el maquillaje del mundo, pero mi amigo es fotógrafo y escudriña entre todo eso para obtener la emoción genuina— Por lo que había entendido, tu contrato solo era hasta salida del catálogo.

—Valeria ha llamado para un "jugoso" contrato de fotografía.

—¡Nuvia!— llama René antes de que pueda felicitar a mi amigo— ¡Valeria te espera con desesperación en su oficina!

—Nos vemos— Me despido de Matt con un abrazo.

Subo rápidamente las escaleras para entrar a la oficina de Valeria acompañada por Edmund Thompson. Este chico realmente no aburre a la vista. Esta vez no está sentado dándome la espalda, está recostado en el librero decorativo de Valeria (Con este librero Valeria da una imagen de chica intelectual cuando en realidad, ni una revista lee)

—Tarde, Nuvia— me reprende Valeria amarrándome de brazos y con una mirada de desaprobación— Edmund te ha esperado desde hace dos horas.

—No te preocupes, Nuvia— se adelanta Edmund— Tus razones tendrás.

Trato de leer su mirada. Porque trata de mandarme un mensaje, pero no lo capto. Deben ser ideas mías y como tengo mis emociones a flor de piel, estoy críticamente sensible y no estoy acostumbrada a serlo desde hace mucho tiempo.

—Ya he firmado los documentos correspondientes, lo demás pensé que eran asuntos que se trataban directamente con la agencia— Expreso mi punto para salir al hospital lo antes posible. Sé que probablemente el estado de Anne no ha cambiado y yo no tenga los ovarios para verla llena de cables.

—Es cierto— corresponde Edmund— Pero, en dos días es viernes y aquí en esta bolsa está todo: pasaporte, reservación y lo demás. La disquera se toma muy enserio estos temas y para evitar malos entendidos, preferimos hacer estas entregas personalmente.

Asiento con delicadeza.

—Bien, Tómala— Apremia Valeria— Ahora, firma. Bien, vuelve con tu sobrina

No me sorprende su indiferencia a situaciones ajenas a su vida o negocios, una vez, yo también fui así. Es lo que hacemos para sobrevivir y no importa a quien nos llevemos delante, no hay límites para cumplir un sueño. Les doy una sonrisa a ambos y salgo rápidamente de la oficina.




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