—A partir de ahora, Yáng-kun, las cosas se pondrán más difíciles que nunca. La primera semana es la más divertida: todos están emocionados, despreocupados y listos para hacer amigos y pasar un buen rato en la universidad, pero para personas como nosotros, los que tuvimos un puntaje alto en el GàoKǎo y quienes deseamos un buen futuro en este país, será un infierno en vida durante un buen tiempo. Tan pronto recibas tu uniforme, lo sabrás. Dime: ¿serás capaz de sacrificar todos tus sueños a cambio de un amor como el que nosotros sentimos? ¿Él podrá hacerlo también? —Las preguntas de Kazuhiko dejaron a Héngwǔ boquiabierto, para luego aquel despedirse de él y desearle suerte en los días por venir.
Las palabras de su superior quedaron tan clavadas en la mente del joven que lo agobiaron durante toda la noche. Tan sólo pudo despedirse de Xiāohuàn antes de acostarse y con dificultad dormir un poco mientras el eco de la voz de Kazuhiko lo atormentaba.
Al día siguiente, todos recibieron su uniforme. Aquel estaba colocado en la entrada de la habitación de cada uno de los alumnos.
Lìān, Xiāohuàn y Héngwǔ recibieron uno con los bordes dorados, como había dicho el director en el día de la ceremonia de bienvenida. Con ellos, los jóvenes se dispusieron a empezar la nueva semana y así, dar rienda suelta a sus estudios de manera más seria.
Héngwǔ, por su lado, no podía dejar de verse al espejo antes de salir de su habitación. La figura que tenía enfrente sin dudas le molestaba.
«¿De verdad voy a cambiar de opinión así de fácil? ¡Maldita sea!», pensaba el chico con rabia, hasta que, al final, decidió abandonar el edificio, para salir y encontrarse con Lìān, el cual poseía su propio uniforme de color azul con los bordes dorados.
—Níhǎo …
—Ha… Níhǎo, Yáng Héngwǔ —respondió Lìān al verlo. Ambos chicos se vieron unos momentos el uno al otro y un pequeño pensamiento vago pasó por sus mentes durante un instante.
—¿Descansaste?
—¿Cómo irás a clase? —dijeron ambos al mismo tiempo, el matemático y el ingeniero en respectiva.
—Iré a pie. Está muy cerca de aquí mi facultad.
—Sí, es verdad. Y descansé bien, gracias. Tú te ves cansado, en serio.
—No pude dormir. Estuve pensando… —Se detuvo un momento el de rojo al cerrar la puerta, suspiró y dejó el sitio sin decir mucho más. —Buen día, Wú Lìān —terminó por mencionar el joven con su mirada fría y pasando de largo al más alto.
—Buen día, Yáng Héngwǔ —contestó algo extrañado el chico de azul. Aquel notó que algo malo había pasado con el chico, mas no quiso decir nada. A la par de ello, el matemático envió un mensaje de buenos días a Xiāohuàn, mismo que contestó de inmediato con mucho cariño, cosa que le hizo sonreír al instante.
Por lado de Xiāohuàn, el chico se preparó para irse tan pronto tuvo oportunidad, no sin antes verse al espejo y luego mirar a su poco decorada habitación, como buscando algo.
Los ojos del muchacho se pasearon por todo el sitio, por cada esquina, mirando detrás de las cortinas o incluso de vistazo debajo de la cama, sin notar nada extraño, lo que le hizo suspirar de desilusión.
«¿Qué demonios estará pensando?», se preguntó en su mente el chico al momento de caminar hacia la puerta de su habitación con la cabeza baja. Al estar enfrente de ella, levantó la mirada y respiró hondo.
—Sigo esperando. —Xiāohuàn recibió tres mensajes en su móvil. Dos de ellos eran de Héngwǔ y Lìān, a quienes respondió de inmediato, mientras que el tercero era de Měiméi, la cual le preguntaba algunas cosas un poco personales del ingeniero, algo que no supo responder del todo el médico.
Pronto, las clases darían inicio, por lo que los tres alumnos las atenderían de manera común, hasta que, en medio de ellas, Nàojié entraría al aula apresurado y buscando a Lìān, gritando su nombre. El prodigio de ingeniería de momento estaba viendo algunas fotos que tomó en su salida con Xiāohuàn y los demás, con una sonrisa de enamorado al ver a quien se robó su corazón.
—¡Wú Lìān! ¡Te buscan los gāojí! —mencionó el joven al llegar a estar enfrente del susodicho, algo que llamó poco la atención del alto.
—¿Shénme? ¿Para qué? —Al preguntar eso, algunos superiores entraron al salón, mismos que poseían sobre sus uniformes la banda que indicaba eran parte de un equipo deportivo de la universidad. —Ya sé para qué.
—¡Wú Lìān! —gritó un chico muy alto y de músculos vistosos, mismo que dio un paso al frente al estar cerca del chico—. ¡Únete a nuestro equipo de basketball!
—¡Bùde! Tengo una calificación que mantener, por si no se dieron cuenta. No puedo desperdiciar tiempo en deportes esta vez. —Se excusó el chico de momento, cosa que hizo a aquel que le habla fruncir el ceño.
—¡Soy Lǐ 箱钢(Xiānggāng), capitán del equipo y primer lugar de nuestra universidad! —Esa confesión llamó la atención del novato, mismo que estaba con su mano sobre su mejilla y codo recargado en su pupitre, sin ver directo a sus superiores, hasta dicha aclaración—. Sí de verdad eres quien todos presumen, serás capaz de llevar en alto ambas tareas mientras estes en ingeniería.
—¿En serio? ¿Cómo sería eso posible? —preguntó el chico más interesado e igual de serio.
—Los deportistas entrenamos después de clases y no tenemos tarea. Obviamente sólo pocos alumnos pueden formar parte del equipo, por eso sólo la elite está aquí. No entran novatos en el deporte —presumió Xiānggāng de momento y al señalar a quienes lo acompañaban, pues eran sujetos altos y que se notaba llevaban un entrenamiento rigoroso.
—No lo sé. La tarea es una forma muy buena de reforzar los estudios. No soy una persona holgazana, en realidad.
—También estar en el equipo te entrega vales extras para alimentos o artículos del Shāngyè qū. Si no los quieres tú, es una forma linda de demostrarle a una chica lo mucho que te gusta —eso hizo a Lìān levantar sus cejas, a la par que Xiānggāng sonreía confiado, pues sabía que había dado al clavo.