-¿Quiere ayuda con la comida?- pregunté entrando en la cocina.
La señora Juana continuó picando el ají.
-No es buena idea que estés en la cocina, ya sabes cómo son tus padres.
-Mis padres no están y, además, lo que piensen me tiene sin cuidado.
Dejó el cuchillo a un lado y me miró con una cara de pena, como si le hubiera dicho una tragedia, y yo conocía bastante a esa mujer como para saber qué iba a decirme algo serio.
-No deberías hablar así, son tus padres y si te cuidan tanto es porque se preocupan por ti, no porque les guste molestarte.
Solté un suspiro y me senté en una de las sillas de la isla que había allí.
-Quisiera creerle, pero cuando más necesitaba que mis padres se preocuparan por mi, no lo hicieron, prefirieron mandarme a la ciudad por nueve años-
Me quedé mirando el suelo un segundo mientras mi mente era bombardeada con imágenes de una niña aferrándose a su padre para que no me dejara con su tía, pasando las noches llorando pensando que ya no la querían, pidiéndoles en cada visita o llamada que la trajeran de vuelta con ellos, sin lograr resultado alguno.
El 13 de abril del 2009 se derrumbó el hogar feliz que tenía y desde ese entonces todo fue dolor, pero claro, como dicen por ahí “el tiempo lo cura todo” y un día dejé de ser la niña que esperaba volver con sus padres para convertirme en la adolescente que prefería hacer de cuentas que no existían y por poco me lo creí.
-No pueden aparecer en mi vida de repente y querer controlarla. No voy a dejarlos-
Volví a levantar la vista y ella continuaba mirándome con una pena ahora entremezclada con tristeza.
-Suenas igual que María- sus palabras fueron un golpe secó en el pecho y las lágrimas salieron sin que pudiera evitarlo. -Ay mi niña no fue mi intención hacerte llorar, lo siento mucho-.
-No se preocupe. Solo estoy emocionada- dije limpiándome las lagrimas mientras me ponía de pie. -Parecerme a ella es lo que siempre he querido- la señora Juana me abrazó un momento.
-La ayudaré lavando las verduras ¿Si?-
-Está bien, pero no te vas a acercar a la estufa ni al fogón-
-No prometo nada-
Dicho esto ella continuó picando el ají y yo empecé a limpiar la verdura. Al principio estábamos en silencio, pero luego ella empezó a hablarme sobre lo que fue de la vida de sus hijos en el tiempo que no estuve.
-…mi hija juanita se casó hace tres años. No quería hacerlo, pero los mellizos venían en camino y su padre la convenció de que no tenía de otra-
-Debió ser muy difícil, para ella-
Ahora yo estaba picando una naranja mientras Juana le quitaba el cuero al pollo.
-Lo fue, pero tan pronto como se llevó a cabo la boda, todo quedó olvidado, aunque la relación de Esteban con mi marido aún no es la mejor que digamos. El chico le tiene miedo a Antonio y sólo basta que lo escuche para que quiera salir corriendo.
-Jajaja, ya me imagino eso-
-Si, es toda una comedia tenerlos juntos en la misma sala- se quedó es silencio un segundo como recordando algo -Mi hija Paulina también tiene pareja, pero con él las cosas son diferentes, ese fue muy sabio y conquistó primero al padre y luego a la hija. Es un gran muchacho.
-Lo conocí hace unos dias cuando fui a ver a los mellos y pensé lo mismo- Dije
-Todo mundo lo piensa excepto Anthony. Él busca cualquier cosa para molestar al pobre cada vez que viene a ver a su hermana.
Dejé las naranjas cerca de ella y me quedé en una esquina mirando.
-¿Y eso por qué?-
-Creo que está celoso, porque Paulina y él eran muy cercanos hasta que ella conoció a Gabriel.
-Entonces él siente que le robaron a su hermana.
-Exactamente eso es lo que pasa. Ya le aconsejé que se buscara una novia para ver si se le quita esa idea de la cabeza y me puso los estudios como excusa, pero me enteré que está visitando a la hija de mi comadre Petronila, así que creo que me está haciendo caso.
Por alguna razón el estómago se me revolvió al escuchar aquello.
Traté de sonreí a la mujer.
-Ya era hora de que se interesara por alguien-
Ella me sonrió de vuelta.
-Es curioso, porque yo siempre creí que estaba interesado en ti, incluso sus hermanos lo molestaban con eso desde pequeño.
Agrandé los ojos por la sorpresa y mi mente lo negó de inmediato.
Me eché a reír.
-Eso es una locura, Anthony es como el hermano que nunca tuve-
-Me alegra que pienses así porque lo último que nos falta es otra unión entre una González y un Rodríguez-
La desilusión debió de verse claramente en mi rostro porque ella se apresuró a agregar.
-No me lo tomes a mal, eres una muchacha increíble y me gustaría que mi hijo estuviera con alguien como tú, pero todos sabemos los problemas que causaría una relación entre ustedes y nadie quiere eso.