Princesa de los lobos

Capítulo 16

Ambos con Luke caminamos rumbo al comedor. Tomo asiento en la punta, como siempre, y el a mi lado.

— ¿Hubo algún incidente en el trascurso del camino? — pregunto suavemente.

— No, ninguno — guarda silencio unos segundos — bueno ahora que lo pienso bien, la anciana cuándo nos veníamos hacía acá, miraba para todos lados como si estuviera buscando a alguien — murmura pensativo.

— ¿Estás completamente seguro de eso? — pregunto claramente preocupada.

— Muy seguro, ¿Crees que sea algo malo?

— Espero que no. — bufo mientras me levanto del asiento, este se queda en su sitio.

— Erin — me llama — tengo que decirte algo importante — me vuelvo asentar para que él hable —. Bueno, esto es algo más personal, Dana, ella... Ella...

— ¿Ella qué? — pregunto impaciente.

— Es mi mate. — susurra al fin.

Me quedo sin habla, estoy realmente feliz de que Luke haya encontrado su mate, pero también estoy angustiada, ya que si resulta que ellas solo son un fraude, la voy a tener que expulsar de la manada y eso claramente él no lo puede llegar a tomar bien.

— ¿Estás completamente seguro? — pregunto con calma, no quiero que se enoje.

— Estoy muy seguro de aquello. Aun no le he dicho nada a Dana, no se si se haya dado cuenta, pero no le quiero decir nada hasta que estemos seguros de que no son un peligro para la manada — asiento algo apenada y él me dedica una sonrisa tranquilizante — no te pongas asi.

— Es inevitable, ella es tu mate y no puedes estar junto a ella hasta que hayamos averiguando bien que no son un peligro — bufo mientras me paso una mano por mi blanco cabello.

— Todos tenemos que renunciar a algunas cosas en la vida y esta no será la excepción. Si llega a resultar que ella y los demás son un peligro para la manada, tendré que dejarla. — su voz suena débil.

— Lo mejor en estos momentos es que le pidamos a la diosa luna que nos ayude y que nos guíe para tomar las mejores decisiones posibles — él asiente con su cabeza.

— Por favor no le digas a nadie.

— Te lo juro — le dedico una mini sonrisa.

Los dos juntos nos levantamos de los asientos y salimos fuera del comedor. Aldam cuándo me ve salir de este suelta un sonoro suspiro.

— La estaba buscando princesa — dice esta — Axlin la necesita — me agarra de la muñeca y me arrastra, literalmente, por las escaleras — algo paso con el niño, creó que está muy grave o algo así me dijo.

Tras terminar de decir aquellas palabras, ambas comenzamos a subir aún más deprisa la escalera.

— ¿Qué es lo que pasa? — pregunto mientras me siento junto a ella en el suelo de la habitación.

— El pequeño está muy mal. Tendremos que llamar a un médico, quería pedir tu autorización para hacerlo. — fija sus ojos en los míos.

— Si crees que aquel hombre podrá ayudarlo y salvarle la vida, hazlo, llámalo, pero si no hará nada y solo estará ocupando tiempo aquí, no lo hagas. — ordeno.

— Muchas gracias, y te aseguro que si nos ayudará. — sonríe mientras saca algo de su bolsillo —. Lo llamaré enseguida.

— Aldam — la llamo — cuida al pequeño. — ordenó con voz firme.

— Como usted ordene princesa — asiente con la cabeza mientras se acerca más al niño recostado en la cama.

Salgo de la habitación y lentamente camino hasta la mía. Cuando entró es tan grande mi sorpresa que me quedo quieta en mi sitio.

— ¿Se puede saber qué hace usted aquí y agarrando mi libro? — el nombrado me estira sus tentáculos, igual que un niño pequeño pidiendo que lo tome en mis brazos.

— La estaba buscando, vi este libro y me llamó la atención, quería verlo más de cerca — intenta que su voz salga tranquila, pero eso es algo que obviamente le cuesta en estos momentos.

— No quiero que entre nunca más a mi habitación sin mi permiso, si la vuelvo a ver aquí le ira muy mal. Ahora fuera — señalo la puerta mientras le arrebató el libro de sus manos.

La anciana de mala gana me hace caso y se va. Miro a mi libró y este me agarra fuertemente la mano con sus tentáculos. Sus ojos me demuestran miedo, terror.

—Todo está bien librito, yo estoy aquí — lo abrazo mientras que lo acaricio intentado lograr que se calme.

¿Qué le habrá hecho esa sucia anciana? Es raro verlo comportarse de este modo.
No lo sé, pero no debe haber sido algo muy bueno. Prometo que si aquella mujer se vuelve a introducir de esta forma a nuestra habitación, le irá mal. Es una promesa.




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