Princesa de los lobos

Capítulo 54

La puerta de mi habitación se abre dejando a la vista lo que me encuentro haciendo; dándole de comer al pequeño. Mi padre sonríe de medio lado cuando me pilla así.

—Hola hija — saluda mientras se adentra más a la habitación y cierra la puerta detrás de si.

—Hola pa — admito que llamarlo así es extraño, pero no puedo llamarlo por su nombre, es mi padre después de todo. Sus ojos brillan con emoción al oírme decirlo — ¿Pasa algo?

—No nada — sonríe — asique un guardián... — se sienta en el suelo junto a mi mientras acaricia el lomo del cachorro — increíble.

—Es hermoso — susurro con una media sonrisa en mis labios —, aún no sé qué nombre darle, soy pésima para aquello — admito mientras sigo dándole de comer.
El hombre sentado junto a mí, levanta la mirada y separa sus labios para hablar, pero alguien lo interrumpe golpeando la puerta.

—Pase — miro en esa dirección.

Esta se abre dejando a la vista a mi hermano, Coel, tras hacerle una señal, entra por fin a la habitación cerrado la puerta tras de sí.

— ¿Qué pasa? — pregunto.

—Los estaba buscando — se pasa una de sus manos por su cabello y se sienta en la cama.

— ¿Para qué hijo? ¿Pasó algo? — nuestro padre lo mira fijamente a los ojos.

—Tenemos que hablar los tres — su voz es calmada, su rostro refleja tranquilidad, pero su mirada muestra los nervios que está sintiendo.

— ¿Así, y sobre qué...?

—De tú madre y de nuestro padre — responde a mi pregunta.

Abro mis ojos de golpe. Verdad. Él me dijo que íbamos a tener esta conversación cuando nuestro padre estuviera aquí, tenemos que hacer que recapacite ante cualquier idea de rescate que tenga en mente...

—Tranquilos, ambos — los dos miramos al hombre que nos hace compañía, una sonrisa triste asoma por sus labios — no haré ninguna locura, no por ahora. Sé que es peligroso que vaya a su rescate, lo he estado pensando y esperaré. No mucho, pero lo haré.

—Eso es bueno...

—Pero más de una semana no esperaré — interrumpe a su hijo — no la déjate mucho tiempo ahí.

— ¡Padre, es muy peligroso! — gruñe Coel cabreado.

—Coel tiene razón... — lo apoyo — no puedes ir a la manada de ese enfermo e intentar rescatar a mi madre tú solo.

—Escucha a tu hija — habla ahora Coel —, si llegas a ir solo te pueden causar mucho daño, ya no estás en edad para estar haciendo locuras sin pensarlas bien. No dejaré que lo hagas.

—Yo menos... — susurro — y menos ahora que recién nos estamos conociendo, no quedo perderte.

— ¿Acaso escuchan lo que están diciendo? — se levanta del suelo — ¿Si no es ahora, cuándo?

Dejo que mi mirada viaje de él a Coel, el cual me devuelve la mirada de forma inmediata, no sé qué decirle y sé que él tampoco sabe. Nos estamos pidiendo ayuda mutuamente a través de una mirada.

—Más adelante — susurro muy a mi pesar, es mi madre después de todo.

— ¿Más adelante? — Levanta una de sus cejas en forma de interrogación — ¿Más adelante, cuando?

—Cuando ellos menos se lo esperen — responde a su duda Coel.

—En estos momentos deben estar alerta a cualquier ruido que escuchen — dejo que un suspiro se escape de mis labios —, deben estar esperando nuestro movimiento en respuesta a lo que acaba de pasar.

—Eso es lo más probable — mi hermano mira fijamente a su progenitor — ahora tenemos que encargarnos de otras cosas... y también aprovecharemos este tiempo para preparar a los hombres para una segunda batalla.

Los tres nos quedamos en silencio, pensando, analizando todo lo que hemos dicho, todo lo que el a oído. Quiero rescatar a mi madre, claro que lo quiero hacer, pero es verdad lo que le he dicho a mi padre. Mis palabras me han convencido hasta mi misma. Sé que la sacaré de ese infernal lugar, pero para ello tenemos que prepararnos.

De la nada, mi padre ríe.

—Esto me causa bastante gracia — nos mira a los dos — yo debería ser el que le este dando consejos a ustedes dos, no debería ser al revés.

—No siempre los padres son los encargados de darle consejos a sus hijos, algunas veces, como ahora, los hijos son mejores que ellos. Cabe agregar que muy pocas veces nos hacen caso — mi hermano le regala una cálida sonrisa al hombre.

Coel tiene un don de solucionar cualquier cosa con esa característica sonrisa que el posee. Supongo que cuando era chico y hacia algo que no debía, siempre lo solucionaba con una sonrisa. Ya me lo puedo imaginar.

El hombre se acerca a los dos y nos funde en un abrazo. Nos separamos cuando el pequeño lobo gime.

—Bien, es momento de que tú padre te dé un buen consejo de regalo — sonríe mientras nos separamos —, un buen nombre para su cachorro.

—Lo aceptaré entonces — le guiño un ojo mientras sonrió — espero que sean mejores de los que dio Itzel.




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