—Ya veo que ya han conocido al segundo dueño de la empresa que te han dejado tus abuelos — me doy la vuelta y veo a un hombre sonriéndome vistiendo un elegante traje.
—Erin, él es el abogado del que te hablábamos — mi tío estrecha su mano con la de él — él te ayudará en cualquier cosa que necesites, también te ayudará en cualquier problema en el que te llegues a meter.
—Un gusto señor.... — dejo la palabra en el aire, esperando a que él me diga cómo se llama.
—Black, Jaime Black — junta su mano con la mía, la cual había estirado en modo de saludo — el gusto es mío señorita Erin — sonríe — síganme por favor.
Tras decir aquello, se da la vuelta y todos comenzamos a seguirlo de cerca.
— ¿Erin, por que estabas hablando con Fer? — Rhys se pone a mi lado y susurra para que solo yo lo pueda oír.
— ¿Fer? — lo miro de reojo y noto lo molesto que este se encuentra, la verdad no sé de quién me está hablando.
—El chico con el que estabas hablando antes de que yo llegara — deja su mirada al frente, está enojado.
Esta celoso... — se burla Itzel.
¿Celoso?
Se nota.
— ¿Rhys, estás celoso? — las palabras salen de mis labios sin darme cuenta, pero la verdad es que no me arrepiento haberla hecho.
—Si... — rueda sus ojos y se cruza de brazos mientras sigue caminando — la verdad esque estoy ardiendo en celos.
Una vez más, deja su mirada clavada hacia al frente, una sonrisa se expande en mis labios y se me es imposible no contener una pequeña risilla.
—Solo lo pasé a empujar cuando iba intentando darme a la fuga en silencio, pero cómo has podido notar, la discreción no es lo mío. La cosa es que me estaba disculpando de él cuando llegaste — explico —, si te hace sentir más tranquilo, no le he preguntado ni siquiera su nombre.
De reojo lo puedo ver observándome, una sonrisa se apodera de sus labios y un suspiro lleno de alivio escapa de ellos. Enserio es bipolar.
—Erin — el llamado de Marta hace que deje mi mirada en ella, se le ve cabreada — apresúrate.
Asiento con la cabeza y comienzo a caminar un poco más rápido, lo que menos quiero es a una Marta enojada, nadie la soporta así. Entró a una elegante oficina con grandes ventanales. Las paredes son blancas, al igual que el suelo, hay dos sillones de color marrón, un mueble viejo lleno de libros y carpetas, también un escritorio, dónde hay papeles por todas partes, una silla giratoria y dos delante de ella.
—Tome asiento señoría Gray — me señala una de las sillas que está delante de la de él —. Cómo sabrá, aún no puede obtener las empresas que le han dejado sus abuelos en modo de herencia.
— ¿Las empresas? — levanto una de mis cejas confundida ¿No sé supone que es solo una?
—Así es — se aclara la garganta, toma unos papeles y los acomoda — una se la ha dejado su abuelo, la otra lo ha hecho su abuela... la que le ha dejado su abuela es solo de usted, no tiene ningún otro dueño.
¿Toda una empresa para mí sola? ¿No será mucho?
Lo podrás hacer Erin, tú tranquila — me motiva Itzel.
—Bien, por aquella empresa no debe preocuparse — me asegura con una sonrisa en sus labios a la misma vez que deja unos papeles correctamente ordenados a un lado — su madre se ha encargado de todo por ahí, gracias a ellos no ha tenido ningún problema.
¿Todos estos años, mi madre ha sido la encargada de aquel lugar?
—Pasemos a lo siguiente — sigue hablando — todos los terrenos que tenían tus abuelos, también han quedado a tu nombre — deja que un suspiro se escape de sus labios, él suspira mucho —, tus abuelos te han dejado asegurada... sigo sin comprender cómo es que sabían que tendrían una nieta... y que la hora de su partida se acercaba — lo último lo dice en voz muy baja.
—Ellos fueron buenas personas... — me muerdo el labio.
—Sí que lo fueron... — ambos nos quedamos en silencio largos segundos, hasta que niega con la cabeza y levanta la mirada de sus manos para dejarla en mis celestes ojos —. Cómo dije anteriormente — retoma la conversación anterior con velocidad — usted aún no podrá manejar completamente la empresa, no si antes de los diecisiete años, pero de todas formas necesito que firme unos documentos... — abre uno de los cajones y saca unos cuantos papeles perfectamente ordenados — los cuales deja en claro que usted acepta la condición de hacerse cargo de la empresa después de la edad requerida.
Mi tío, el cual está sentado a mi lado, toma los documentos y los comienza a leer tranquilamente. Por mi parte, solo me quedo en silencio mirando hacia al frente en silencio.
No sé cómo los demás dicen que das miedo cuando pones tu cara de mala... — Atka se acomoda en mis brazos — a mí me das miedo cuando estás así, tranquila, silenciosa, pensativa. Me pones los pelos de punta.