—Todo va a estar bien pequeña — me susurra mi padre en el oído.
Bien, al final aceptamos venir a encontrarnos con el hombre ese. Estamos en una cafetería alejada de todo y cuando digo alejada de todo es porque está alejado de todo. Para ser más exactos estamos en una cafetería al medio de la carretera, donde pasan por lo menos, tres autos en más de dos horas.
—Se está tardado mucho ¿No? — miro a mi hermano.
—Demasiado diría yo — gruñe molesto.
En eso una camioneta 4×4 se estaciona afuera del local y de ella baja el maldito hombre que nos mandó a reunirnos aquí, también hay que añadir que llega más de una hora tarde. Él hombre entra al local y cuando ve a Coel camina hacia nuestra mesa.
—Lamento la tardanza — se disculpa — pero tuve unos problemas en el camino.
—No importa — dice mi padre.
El hombre se sienta al frente mío y dice:
—Eres igual a ella, has crecido mucho desde la última vez que te vi - y en ese momento lo recuerdo.
Los recuerdos llegan como una ola golpeando mi cabeza, recuerdo claramente como aquel hombre delante de mí me golpeo más de una vez delante del idiota que fingía ser mi padre, como más de una vez me observo con desprecio en sus ojos. Itzel toma control de mi cuerpo y rápidamente hace que me convierta en loba, él hombre baja la cabeza mientras yo le gruño, mi padre con mi hermano solo nos miran sin entender nada.
— ¿Algo que quieras decir antes de morir? — gruño solo para él.
—Tu madre me ha mandado una carta para ti — me dice sin verme a los ojos