Calvin agarro mi mentón y lo elevo para que me mire en el espejo, unas lágrimas brotaron de mis ojos mientras pestañeo rápido para que estas no salgan y se resbalen por mis mejillas, me miro en el espejo del tocador para ver como mi apariencia es resplandeciente; odie desde el primer momento que dijeron que todos nos debemos vestir de blanco para el funeral de la reina Valentina, porque para ser sincera, no es un color apropiado para un entierro pero para las leyes de la realeza cuando alguien de la familia real muere en vez de vestirse de negro se debe de vestir de blanco, ya que así se conmemora la partida de la persona que debe de estar cargada de paz y no de oscuridad, los únicos que se pueden vestir se negro como diferenciando a los demás son el resto de la familia de la persona fallecida.
Quiero lanzar todo a la basura, la reina Valentina no había muerto ni siquiera en paz para que todos nosotros nos lleguemos a vestir de un color vivo cuando una persona muy importante está muerta injustamente. Parece como si todos vamos a una fiesta y no a sepultar a una persona, me hubiese negado miles de veces en usar el vestido blanco pero no quiero discutir y ocasionar más problemas en un día que se le debe respecto a la reina Valentina.
Me relaje un momento y respire hondo mientras veo como todo mi personal se encuentra vestido de negro, sigo sin creer que ella haya muerto, las causas no fueron muy claras y más porque el rey Arturo no quiso que se le hiciera una autopsia por el hecho de que él quería que su esposa conservara su cuerpo intacto, sin que nadie la tocara o le quitaran una parte de su cuerpo.
Me estremecía aún sentir entre mis brazos a Xavier llorar, él no se podía creer que su madre había muerto por una enfermedad que no fue bien diagnóstica; mayormente habían dicho que la reina había muerto asfixiada, que sus fosas nasales y pulmones se quedaron rápido sin aire y nadie al escucharla, murió en silencio. Me pareció muy extraño todo pero tampoco quise hablar sobre una cierta mujer que pudo estar envenenando a la reina y que las palabras de la reina Afrodeth fueron como un susurro alentador de venganza.
Por ahora no debo hablar cuando no tengo suficiente evidencia para acusar a una sola persona, además, el rey no está para bromas y tampoco Xavier está para enfrentarse al criminal que mató a su madre. Todo es muy complicado y por supuesto, yo también me siento culpable, debí de haberla cuidado pero en un solo segundo acabé con su vida.
Había pasado casi toda la noche llorando en silencio mientras me lamentaba de muchas cosas, no me puedo imaginar el dolor que ella pudo haber sentido en el momento de no tener oxígeno en sus pulmones o de como soporto todas aquellas semanas las fuertes recaídas. Se me complica pensar en eso y más en ella, no lo merecía, más ahora que disfrutaba de su compañía.
Una lágrima salió de mi rostro, intenté quitármela pero Sky me paso un pañuelo blanco para secarme aquella gotita que ya ha rodado hasta mi barbilla. Todos me miraron y sin decir nada, se levantaron hasta salir de la habitación, Neil se encuentra a mi lado, en todo este tiempo se mantuvo callado y pensativo; solo me da pequeñas miradas y trata de sonreírme como un modo para recomponerme pero eso no me animaba solo hace que mi mente me enviara a otro mundo mientras me digo que la persona que le hizo esto a la reina nunca llegará a sentir ese dolor tan extremo que ocasionó en ella y ahora más en su familia.
—Es hora.
Asentí pero antes de irme agarre una caja y la lleve conmigo para después agarrar el brazo de Neil mientras que caminamos hasta la puerta del castillo, cuando llegamos ambos entramos en una limusina y dentro de ella me encontré con Wayberly, Holliday y Avery todas estamos vestidas del mismo color como si fuéramos damas de una boda; me puse a la par de la puerta y mi mirada se concentró en la ventana. La limusina empezó a moverse y mientras atravesamos los jardines, yo solo deseaba quedarme encerrada en mi habitación.
No quiero ser partícipe de un evento tan horrible pero debo de estar ahí, tengo que hacerlo por Xavier. Él no puede encontrarse solo en este momento, por eso debo de estar ahí para apoyarlo.
Apoye la caja entre mis brazos y el regazo de mis piernas para después ver que ya hemos llegado al cementerio. No fue un viaje tan largo, de todas formas tampoco yo deseé que lo fuera. Así que al bajar encontramos a varias personas de todo tipo de clases, varios empezaban a dejar flores cerca del ataúd de la reina y mientras mis ojos evalúan aquella caja larga y bien diseñada, antes de poder continuar observé que todos empezaron a buscar sus lugares en los asientos que están al frente del ataúd, llegó un sacerdote y antes de bendecir todo lo que se encuentra alrededor de la caja, espero que nos sentáramos para que él empezará a hablar.
Con mi mirada visualicé al rey Arturo y Xavier y luego de ellos se les acercó una familia conformada por cinco hombres y una mujer, rápido entendí que es la familia de la reina porque además de la familia real también esas personas visten de negro y blanco, Xavier abrazo a lo que me imagine que serían sus abuelos, sus tíos y en conjunto unos primos y primas que luego llegaron, todos se sentaron al frente del ataúd y aunque mi mirada se concentro en dos personas, las expresiones de ellos son tan diferentes como el sol y la luna, el rey parece no derramar ni una lágrima pero mis ojos se desviaron en Xavier quien sostiene una hoja y cada vez la arrugaba más con sus manos como si intentara romperla pero a su vez, no quiere que suceda. Xavier lleva unos lentes negros que hacen que no llegase a ver sus ojos, sé que se los ha puesto porque la noche entera ha pasado llorando y aunque su padre le reprendió por hacer tal cosa, al final, Xavier termino por encerrarse en su habitación en todo lo que resto el día, sin comer y me imagino que sin dormir.