II. Largas Amistades

La guardiana Megan nunca regreso por Hilary, estaba dolida por la muerte de Fernando además de que los gobernantes de Frio la consideraron demasiado débil para cuidar de su hija.

Entonces, me están despidiendo – reafirmo la guardiana frente a los reyes de Frio.

Bueno, ¿Tu no estas renunciando? – inquirió el rey de Hielo.

Sí, eso hacía, lamento no poder cuidar de su pequeña, soy demasiado débil tienen razón, una disculpa por eso, pero ¿Qué le dirán a la niña? – contesto la ahora ex guardiana.

Lo que le ocurra no te incumbe, ahora te pido que te retires de inmediato antes de que decida castigarse por no cumplir tu deber otorgado – asustada Megan atravesó el portal que une el mundo mortal con los reinos de elementos.

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La pequeña Hielo vivió por un par de años con los padres de Acua y cada vez que preguntaba por su madre le decían que se había ido a un viaje de negocios, este hecho logro que las princesas de Hielo y de Agua se volviesen inseparables.

Acua, yo también quiero ser una princesa, dame la corona – se quejaba Hilary mientras la princesa de Agua le dedicaba una sonrisa burlona.

No, es mía – respondió Acua subiendo a lo alto del sofá con la corona en la mano.

Dámela Acua – y así siguieron discutiendo hasta que la ´´madre´´ de Acua, Celeste llego.

¿Qué ocurre niñas? – les pregunto Celeste.

Hilary me quiere quitar la corona – la acuso Acua.

No es verdad – se defendió Hilary.

No peleen, jueguen algo diferente, en un momento estará la cena lista – y sin más la guardiana Celeste se fue.

Yo me quedo la corona – decía Acua victoriosa.

Bien, adiós – dicho esto la princesa de Hielo salió de la casa por la puerta trasera rumbo al bosque echa una furia, pero algo ocurrió en el camino. Una mujer de vestido morado y cabello del mismo color se colocó delante de la pequeña impidiéndole el paso, a su lado un niño miraba a Hilary con expresión desafiante.

No es tan bella como se dice madre, mi esposa debe ser la más hermosa – decía el niño.

Disculpa – dijo ofendida Hilary.

Te disculpo, no es tu culpa no ser tan bella quizás Blake tenía razón al decir que la princesa de Agua era la más hermosa – la niña miro extrañada al niño y a la que supuso era su madre ´´par de locos´´ pensó ella. Pero de un momento a otro la mujer tomo a Hilary de la muñeca.

Suélteme señora – exigió Hilary forcejeando para soltarse.

Pequeña princesa, tú no sabes lo que eres, han pasado seis años desde que tu protector murió y apenas se corrió el rumor, no me arriesgare a que el reino de Tinieblas venga por ti, ellos pueden quedarse con la princesa de Fuego – dijo la mujer sujetando más fuerte a Hilary.

Suélteme – decía Hilary intentando zafarse de su agarre, la mujer le propino una leve descarga eléctrica para controlarla.

Deja de luchar, nadie va a venir por ti – le dijo el niño.

Estas seguro de eso, Flash – dijo una voz a sus espaldas, todos voltearon para ver de quien se trataba, Hilary lo reconoció al instante, era el mismo niño que la salvo aquella vez en su fiesta de cuatro años, había crecido al igual que ella, pero la pequeña Hielo se sintió segura al verlo ahí, si la salvo una vez podría hacerlo otra.

Reina Violeta, príncipe Flash me extraña verlos en su palacio, creí que la guerra los tendría ocupados, ya veo que no es así, bueno gobernantes de Tormenta les pido que suelten a la princesa de Hielo – dijo el niño un poco molesto.

Un niño de Frio no me dará ordenes ni a mí y mucho menos a mi hijo, ahora largo, este asunto no te incumbe – le contesto la supuesta reina Violeta.

Claro que me incumbe, tiene a mi princesa suéltela y me iré – la reina grito de furia y con un ademan de diva hizo caer un rayo que casi cae sobre el chico. Hilary estaba aterrada no entendía nada de lo que pasaba, luego empezó la verdadera batalla, sentía estar viviendo un deja vu era de nuevo esa asustadiza niña de cuatro años, pero no quería serlo de nuevo, el niño de ojos azules luchaba contra la mujer mientras el hijo de esta intentaba atacarlo, le enterró lo que parecía ser una espada en la costilla derecha haciendo que el chico emitiera un grito desgarrador.

No quiero más muertes – dijo la joven Hielo en un susurro mientras miraba preocupada como el chico que salvo su vida se retorcía en el suelo del dolor, mientras el chico de nombre Flash alzaba su espada listo para acertar el golpe final.

¡No quiero más muertes! – grito alzando los brazos y logrando congelar todo a su paso, incluyendo a la reina y el príncipe de Tormenta, corrió hacia el chico de ojos azules, la única criatura descongelada aparte de ella.

¿Estás bien? – dijo algo tímida, el chico rodo los ojos ante su comentario.

Estoy sangrando solo por diversión, así como ves – respondió irónico.

Yo no sé… no sé qué hacer – dijo con un hilo de voz mientras un par de lágrimas escaparon de sus ojos, no quería que el muriera, pero al ver la herida con tanta sangre era inevitable no recordar a su difunto padre a quien tampoco pudo ayudar.

Tranquila Hielo – pidió el niño antes de quejarse de dolor.

Quizás yo… - divagaba la princesa de Hielo mientras colocaba sus manos en la herida, después de todo es lo que hacían en las películas que ella y Acua siempre veían a escondidas, sin embargo, cuando sus manos hicieron contacto con la herida ocurrió algo que no sale en las películas, chispas azules emanaron de estas y de un momento a otro la herida y el dolor desaparecieron.

Hielo – dijo el joven mientras miraba su herida o mejor dicho el lugar donde estaba dicha herida, observo a su alrededor y vio a los congelados reina y príncipe de Tormenta.

Parecen estatuas – comento Hilary.

Cierto, pero el rey no tardara en darse cuenta, debemos irnos de aquí y rápido – ambos corrieron hasta llegar a la casa de Acua.