Artemisa
Si fuera un brujo o un hechicero malvado... ¿Dónde me escondería?
—¿Por qué no buscas a Kennedy? ¿Qué estás planeando, Artemisa?
Ignorando las preguntas molestas de Horus, me dispuse a continuar revisando cada archivo con los nombres registrados por las cámaras. La tecnología puede avanzar con magia y debo sentirme muy orgullosa al ver que la idea de Sylver funcionó. Los hechiceros usaban hechizos en los lapiceros para escribir por ellos, sin la necesidad de prestar atención, pero usarlos para que anoten cada nombre, fecha y hora en los que esa persona recorre las calles es... paranoico e invasión a la privacidad a la par que seguro.
Y cuando la maquina no escribe un nombre, dejando el espacio en blanco, es cuando te das cuenta que no es un brujo o un hechicero registrado. En todo caso, es un humano.
—¿Nunca pensaron que tal vez la cosa fuera al revés? —Me miró confundido, no comprendiendo la razón de mi pregunta— ¿Por qué un hechicero se arriesgaría a perder un puesto importante? ¿Aliarse contra una bruja? Me parece ridículo. En todo caso, podría ser alguien débil ayudando a personas fuertes, alguien de confianza con total acceso a la información.
—¿Un humano? ¿Por qué un humano quisiera ayudar a los brujos?
—Porque quiere poder, algo que las brujas tienen y podrían transferirle magia, al igual que el hechicero lo hizo con la reina cuando era un bebé —le expliqué, sin apartar mis ojos de la pantalla.
—Pero la reina era de corazón puro, por eso aceptó la magia sin problemas.
—Sí, magia blanca —me di la vuelta, mirándolo con una sonrisa arrogante— ¿Qué tal si fuera magia negra? Lo único que necesitas es maldad.
Y los humanos ya nacemos con maldad.
Cuando su imagen apareció en la pantalla, recordé un consejo que mamá me dio en el instituto: nunca confíes en una chica con un lindo rostro, que la reina malvada era la mujer más bella del mundo.
Así es esto, no puedes confiarte de nadie, al final siempre te estarán mostrando solo un lado de su rostro, permaneciendo con el otro lado en la oscuridad. Por supuesto que todo era mejor en la adolescencia, cuando tu preocupación era la popularidad y mantenerte lejos de las arpías. Ahora estamos lidiando con personas capaces de asesinar a quien se meta en su camino, sin importarles nada más que el poder. Una decepción que el mundo se haya venido abajo por eso...
—Ve por Nea, necesitamos resolver esto entre chicas —Horus negó con la cabeza.
—No meteré mas a Nea en esto —respondió firme—. Ella está segura aquí.
¿Son imaginaciones mías?
—¿Estás enamorado de mi hermana? —Su rostro palideció ante la sorpresa de mi pregunta, segundos después agarró un leve sonrojo— ¡Lo estás!
Agarró mi brazo y con un chasquido, aparecimos en un puente, el que está a unas calles de la organización. Horus no dijo nada, pero no había nada que decir. Su reacción dijo todo por él.
—Vamos, no quiero que Sylver mande a la guardia real en tu búsqueda y a mi muerte.
Lo seguí en silencio, no pudiendo evitar sonreír ante la idea de ver a mi hermana con Horus. Venga, el hombre me borró la memoria pero ha cuidado de Sylver, nos ha ayudado en todo este asunto y le tengo aprecio. Estoy muy segura que él será capaz de aguantar a Nea y tal vez el único que pueda mantenerla a raya. Es una chica problemática, demasiado inquieta y en muchas ocasiones, gusta meterse en problemas apropósito. Un hombre serio y responsable como Horus, es lo que ella necesita.
Nos quedamos observando el gran edificio blanco, la seguridad fue reforzada y todos cargaban armas. A lo lejos pude ver a un brujo caminar por los pasillos de cristal, en dirección a los portales. Está claro que no están protegiendo a los hechiceros, protegen a los brujos.
Un grito de dolor me hizo dar la vuelta hacia la izquierda, viendo unas sombras abalanzarse sobre otra sombra. Los gritos se intensificaron por unos segundos, hasta que callaron y fueron sustituidos por unas risas. No tuve que ver para saber que pasó, el motivo de vuestra alegría fue muy obvio. Asesinos, asesinos que disfrutan de ver la sangre correr por sus manos.
Agarré el brazo de Horus cuando escuchamos unos pasos acercarse por el callejón, rápidamente Horus susurró un hechizo, convirtiéndonos invisibles ante los ojos de los asesinos. Tuve que reprimir un grito cuando uno de ellos llevaba los ojos de la víctima, cargándolos como si de un trofeo se tratara. Es asqueroso...
—¿Creen que servirán para una poción de veneno o va mas para una poción de invisibilidad? —preguntó el brujo con la voz ronca.
El grupo rió divertido por la pregunta del compañero y pasaron de largo, sin dejar de reír en dirección a las puertas principales de la organización. Si los brujos están adentro...
—¿Dónde están los hechiceros? —le pregunté a Horus, pensando un poco en las posibilidades que teníamos de entrar solos.