Artemisa
Respiré hondo, conteniendo el miedo que crecía en mi cuerpo. Estar cansada, con estrés, ansiedad, furia y a la vez, agregar miedo, no es una buena combinación para el cuerpo. Siento que con cada segundo que pasa, mi corazón se debilita poco a poco y que en cualquier momento, caeré. En lo único que puedo pensar en estos momentos, al tener a Riley frente a mí, apuntándome con un arma mientras que Horus está en el piso, con una herida de bala, es...
En todas la formas de matar a este hijo de su madre, una muerte lenta y dolorosa.
—Debí matarte ese día, hubiera sido más fácil para todos, sin personas entrometidas haciéndose los buenos para que la reina no les corte la cabeza —rió con amargura, enviando aun mas cólera a mi sistema—. Que poca dignidad se tiene al besar los pies de esa vieja.
—Me ofendes —respondí calmada, ocultando el miedo en mi voz—. Soy joven, hermosa y muy inteligente. Pero en estos días he descubierto que el machismo sigue presente, todos dando por hecho de que no podía descubrirlos.
—Así que es cierto, estás casada con el tipo ese —murmuró sin quitar su sonrisa de arrogancia. No puedo creer que siga creyendo que está en un mejor lugar—. Pobre Jerry, murió protegiendo a una mujer casada.
El pinchazo de culpa se instaló en mi corazón al pensar en Jerry.
—¡Baja el arma, idiota!
Volteó a ver a su espalda, donde la amiga de Nea apareció junto a unos cuantos hechiceros. Riley no apartó el arma, más bien soltó el seguro de esta, haciendo que todos nos quedáramos inmóviles.
—¿Quién te crees que eres para darme ordenes, Harlet? —le preguntó.
—Soy quien vengará la muerte de mi mejor amigo —respondió sin inmutarse, sacando un arma de su espalda y apuntándole—. Será mejor que dejes a Artemisa, si no quieres morir a manos del nuevo rey.
Cerré los ojos con fuerza, esperando el impacto de la bala. Sabía que eso no le importa a Riley, el quería muerte, haría todo lo que pudiera para conseguir poder. Es por eso que todo comenzó, ¿no? Humanos queriendo pertenecer a un mundo que está lejos de nuestro alcance. Nacimos sin magia por una razón, porque la maldad nunca podrá abandonar nuestros cuerpos por completo. No tenemos suficiente fuerza para mantenernos en el bien, donde la luz destruye a los demonios. Siempre caemos, por muy pequeño que sea ese demonio, siempre terminamos cediendo a la tentación de hacer el mal.
—Miren como acabo con vuestra nueva reina —murmuró Riley.
En un segundo, la imagen de Sylver vino a mi mente, ese día de invierno en el que caminábamos de la mano.
"Las decoraciones navideñas le daban un toque romántico al ambiente. Navidad es amor y la amistad, el día perfecto para unir a tus seres queridos en un mismo lugar, compartir la mesa, disfrutar de una deliciosa cena navideña. Este año será igual que todas las navidades, salvo por el hecho de que será mi primera navidad con Sylv, al igual que será la primera vez en la que celebrará la navidad.
Al mirar su rostro serio, nervioso u ansioso, no puedo evitar sonreír y abrazarme a su brazo, sacándole una pequeña sonrisa.
—Eres muy adorable cuando estás nervioso, cariñito —le dije para molestarlo pero él asintió.
—No todos los días vas a cenar para navidad con los padres de tu novia, cariño mío —respondió sincero, dejando en claro la razón de su nervio—. Además, es la primera vez que veré a tu abuela.
—Ya has hablado con ella por teléfono, no hay razón por la que tenga que ser diferente u incomodo —me detuve en el escaparate de una tienda de antigüedades, admirando un lindo cuadro—. Mira, se parece a un pueblo sacado de una película.
La nieve cubría el paisaje, los techos de las pequeñas casas hechas de ladrillos, y había huellas marcadas en la nieve. Lo único que la nieve no cubría, eran las flores que estaban afueras de las casas, en unas macetas. Miré con curiosidad las flores color plata, con un brillo en el centro. En el fondo del cuadro, una sombra de un castillo sobresalía, decorado con pequeñas luces, apenas visibles. ¿Es navidad ahí también?
—¿No te parece lindo? —su rostro melancólico me sorprendió. ¿Está recordando su hogar? Pasé mis brazos por su cintura, abrazándolo para poder darle un poco de amor. Ha de ser difícil para él estar lejos de su hogar y de su madre— ¿Estás bien?
Asintió y me abrazó con fuerza, pero sin lastimarme, y besó mi cabeza.
—Estoy más que bien, si estoy junto a ti.
La cena navideña fue muy bien. La abuela quedó encantada con Sylver y Nea se acurrucaba junto a él, sonriéndole y compartiendo de sus galletas. Es lindo verlos juntos, mi hermana es mi otra mitad, es importante para mí que se lleve bien con la persona con la que podría pasar el resto de mi vida. Papá y mamá siempre recibían a Sylver con los brazos abiertos, haciéndolo sentir bienvenido en toda ocasión. Pues, Sylver ya se volvió parte de nuestra familia.