— ¿Señorita Cassandra Montaner? Preguntó una mujer mayor.
— Soy yo.
— Sigame por favor. El Sr. Castro la espera — Me puse de pie y la seguí hasta una puerta. — Pase por aqui.
Al entrar me encontré con un señor de unos 60 años, entendí que era el dueño de la compañía y le gustaba entrevistar a los becarios personalmente.
La oficina era amplia, estaba decorada con muebles antiguos de color caoba, y detrás del escritorio se encontraba sentado el Sr. Castro.
— Buenas tardes señorita Casandra! Disculpe si no me pongo de pie, pero me duele un poco la cadera. Mi hijo debería estar haciendo las entrevistas. Siéntese por favor. Soy el Ing. Castro. Cómo se encuentra usted hoy?
Me acerqué, le di la mano en modo de saludo y me senté frente a su escritorio.
— Muy bien, gracias.
— ¿Cuénteme un poco sobre usted?
Me sentí como participante de concurso de belleza, al tener que presentarme.
— Mi nombre es Cassandra Montaner, tengo 23 años, me gusta leer...
— Disculpe que la interrumpa, todo eso ya lo dijo en su video. Hableme sobre usted sin que sea parte del discurso preparado. Está entrevista es para conocerla sin poses. ¿Digame qué es lo que realmente le apasiona? ¿Porque le gustaría ser elegida para la beca?
¡Uff! ¿en que embrollo estoy metida?
— Lo que realmente me apasiona es escuchar musica, puedo perderme horas escuchando Bossa Nova. Y referente a la beca, en realidad necesito un cambio en mi vida. Terminé con mi novio hace unas semanas y está oportunidad sería un modo de salir adelante y superar la depresión en la que aveces me encuentro.
— Me agrada tu honestidad muchacha. Ahora cuéntame, cómo fue tu estancia en esta compañía?
— Fue una oportunidad muy importante para mí, aprendí mucho. Estuve en recursos humanos y después en el departamento de contabilidad. Fueron como una segunda familia mientras estuve aquí.
— Me da gusto escuchar eso Casandra.
— Llámeme Cassie por favor. Solo mi madre me llama Casandra cuando está molesta conmigo.
— jajajaja, que buena anécdota. Lo recordaré Cassie. Fue un gusto platicar contigo. En unos días publicaremos los resultados.
— Hasta luego Señor Castro. Fue un placer conocerle.
Estreche su mano a modo de despedida y salí del despacho. Pase a despedirme de Danielle y me dirigí rumbo a mi cafetería favorita.
Al llegar pedí mi café favorito, y me senté en una de las mesas de la calle. El clima estaba muy agradable como para estar sentada dentro del local.
Escuchaba mi música predilecta, cuando alguien me quito el audífono.
— Me prometiste que me darías tu número telefónico si nos volvíamos a encontrar Cassie.
— ¿Me estás siguiendo?
— No, simplemente he agarrado la manía de venir a este café desde que tropezamos la primera vez. Puedo sentarme o esperas a alguien?
— Puedes sentarte Mateo. — Hice el intento de ponerme el audífono nuevamente, cuando sentí como tomo mi mano y coloco el aparato cerca de su oído son soltarme.
— ¡Bossa Nova! Qué delicia de musica.
—¿Me puedes soltar el brazo por favor?
— Me gusta tenerte así, siento que me estás acariciando. Jajajaja — me dio un beso al interior de la muñeca y soltó mi brazo. — ¿Como estás? ¿Ya regresaste con tu novio tóxico?
— No lo he vuelto a ver desde aquella noche en el bar.
— ¡Que buen zurdazo! Eso me recuerda que no debo pelear contigo ni hacerte enojar.
Sonreí.
—¿Y que se supone que debía hacer?¿Ponerme a llorar?
— Pues yo pensaba defender tu honor.
— No soy una damisela en apuros. Además se lo merecía. Fue el quien me dejó por otra sin siquiera cortar formalmente. Mínimo un mensaje de texto.
— Ahora entiendo tus razones. Te prometo que cuando seamos novios, no faltará la comunicación entre nosotros.
—¡ Wow, wow, vas muy rápido amigo¡¿Qué te hace pensar que aceptaré ser tu novia?
— Tengo fe, y algún día lo serás. Debo irme. Apunta tu número.
Me tendio su teléfono para que anotarse mi número, dude en darle los datos correctos. Pude observar que como nombre de contacto me puso "Cassie Love", borre la última palabra, guarde los cambios y se lo entregue se vuelta.
— Gracias. Te marco para que registres mi número.
Sonó mi teléfono y corte la llamada pues sabía que era él.
— ¡Listo! Hasta pronto.
Se acercó a mí y me depósito un tierno beso en la mejilla que me hizo sentir mariposas en el estómago. Me quedé abobada un rato más ahí sentada, no me sentía así ni cuando estuve con Patricio.
Sonó mi teléfono y pude ver que tenía un mensaje.
Desconocido:
¡Hola Cassandra! Luces hermosa hoy. ¿Como te fue en tu entrevista?