Estaba sentado en una silla muy cómoda, movible con respaldo acolchonado. Su hermosa y elegante oficina se encontraba en el piso 109 del enorme edificio que pertenecía a su familia. Tenía una vista impresionante a la calle, desde ahí podía observarse toda la ciudad, sus calles, los autos, las personas, lugares transitados como plazas, iglesias, parques, etc. Podía hacerlo en todas direcciones ya que las ventanas estaban en tres lados del cuadrado. Eran enormes, de techo a pared y todas ellas muy brillantes y limpias. El azulejo era de color blanco con líneas azules, muy fino también y tan liso que podría patinarse sobre él.
Solo miraba de repente por la ventana viendo aquel dulce rostro que le había enamorado. Se agarraba la cabeza con ambas manos y daba vueltas en la silla como un niño. Pensaba y planeaba el momento de volver a verla, varias situaciones y distintos lugares pero todos con la misma temática; juntos y besándose apasionadamente.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su celular avisándole que alguien le llamaba. Lo miró y sin ver quién era respondió.
—Diga.—Su tono era muy amable pero la palabra no le ayudaba mucho.
—Hola amor ¿Cómo estás?—Su novia le llamaba muy contenta.
—Ah hola bien gracias y ¿Tú?
—Pero que seco estás, pensé que ya habíamos arreglado nuestras diferencias.—Seguía jugando pero su tono de voz era de desilusión al completo.
—Si, claro perdoname, tenía la cabeza en otro lado.—Respondió reaccionando a la situación actual. —Dime amor ¿Qué pasó?
—Debe de ser algo muy importante para que te tenga así, ¿Puedo saber de qué se trata?—Tenía un sexto sentido muy desarrollado y sabía que su novio le ocultaba algo importante.
—Nada amor no te preocupes son cosas del trabajo, estaba pensando en una nueva idea y proyectos, etc. Tu sabes como es esto.
— ¿Estás seguro? Creo que hay algo más.
—No amor, es todo enserio. Pero diez centavos ¿Qué sucede?
—Nada importante ¿No puedo tomarme el tiempo de hablarle a mi novio solo para saber cómo está? —Ahora intentaba hacer un reclamo basándose en las constantes negativas de su pareja en ser sincero con ella. Era un pésimo mentiroso y ella muy analítica, pudo saber de inmediato que había algo más pero decidió ser paciente para descubrirlo.
—Por supuesto que sí puedes, estoy muy bien gracias y ¿Tú?—No se había dado cuenta que su novia no le había creído nada, él simplemente se sintió culpable y quería remediar las cosas.—¿Qué te parece si vamos a comer hoy?
—Ummm me parece buena idea pero es raro que me invite a comer ¿No? Siempre tengo que insistir yo para eso
—No empieces con tus dramas por favor, ¿No puedo tener un detalle contigo?—Ulises conocía bien a su novia y se desesperaba por los intensos caprichos que ella podía llegar a tener, era posesiva, berrinchuda y muy clavada con situaciones sin importancia. Claro estás eran solo las cosas negativas que ella tenía que siempre eran las que terminaban por hartar.
—Si, claro que sí puedes amor mío y le agradezco mucho la atención de invitarme a comer, ¿Pasas por mi a las 2?
—Ok ahí te veo.—Respondió ya con ganas de colgar, era de pocas palabras y no le gustaba pasar horas conversando.—Buen día, te quiero.
—Yo también am…—Le colgó antes de escuchar su despedida.
Al hacerlo se volvió a recargar en su silla y suspirar de nuevo pensando en la situación.
No tardó mucho en permanecer relajado pues nuevamente le interrumpieron al llamarle por teléfono, esta vez fue el de la oficina, número que tenía su secretaria de forma directa.
—Si Karen, ¿Qué sucede?—También con ella mantenía el tono amable y disperso por sus pensamientos.
—Jefe su abogado quiere comunicarse con usted pero en su celular no lo localiza.—Ella era muy eficaz en su empleo, se encargaba de la principal actividad de su trabajo y le hacía mucho más fácil la vida.
—Oh si, es que estaba hablando por teléfono, pásamelo por favor.
—Un momento jefe.—Le transfirió la llamada para comunicarse directamente con él.
—Ulises ¿Cómo estás? Perdón por está nueva interrupción.
—No te preocupes, dime ¿Qué sucede?—Le respondió mucho más tranquilo y con auténticas ganas de solucionar problemas.
—¿Recuerdas a la mujer que atropellaste?—Al escuchar esas palabras se movió rápidamente hacía enfrente y recordó a esa mujer poniendo una gran sonrisa en la cara.—Esperanza se llama, bueno pues me ha dicho que se quiere comunicar directamente contigo. Yo me negué diciendo que no era posible y que cualquier asunto lo resolvería yo pero creo que no quiere verte con alguna intención mala, cuando me lo pidió sus ojos brillaban, creo que quiere darte las gracias directamente, ¿Qué hago?
Ulises se puso muy contento, no pudo haber recibido una mejor noticia que esa, ni en muchas de sus noches de desvelo por ella, al imaginarse a su lado.
—Que irónica es la vida, yo le hice un mal y es ella la agradecida cuando yo debería darle las gracias a ella y disculparme como se debe.
—No te preocupes que no tuvo una lesión trascendente y quedó como nueva, además la cantidad que le dimos me parece que le resolverá la vida, así que no te sientas mal creo que de lo malo ella salió ganando. —Su abogado estaba siendo muy objetivo en sus palabras y tenía cierta influencia en los pensamientos de Ulises así que lo tranquilizó.
—Si, en este caso entonces ambos debemos darle gracias al destino por habernos cruzado en el camino, ambos nos dimos un regalo entonces.
—¿De qué estás hablando?
—Preguntó muy confundido el abogado.—¿Qué clase de favor le debes tú a ella?, Necesito saberlo todo para poder negociar.
—No hay nada de que preocuparse, me refiero a un favor del tipo espiritual, provocó un cambio en mí.