Prisionera del amor

Capitulo 11

El tiempo pasó así como la felicidad que Ulises y Esperanza sintieron gracias a esa maravillosa relación que se había creado. Se habían convertido en un complemento, amigos y grandes amantes.

Si, Esperanza no tardó en entregarse a él como era de imaginarse. Ulises la llevó a un impresionante hotel fuera de la ciudad. Fueron unas vacaciones cortas en las que visitaron un lugar paradisíaco para entregarse.

La primera noche que llegaron, la timidez se manifestó en ella pero no ocultó el deseo que sentía por él. Con la oscuridad presente en la habitación, Esperanza se abalanzó para besarlo intensamente. Ulises respondió besándola de la misma forma, el deseo que ambos sentían era evidente y había llegado el momento para dejarlo salir.

En general su fin de semana estuvo rodeado de grandes detalles como estos. Mismos que les hicieron unirse más y más.

Aunque no todo de tratar de eso. Las actividades que tuvieron fueron desde lo más romántico hasta lo más interesante.

La primera noche estuvo en un campamento que se planeó con todos los miembros del hotel. La idea era hacerlo lo más natural posible pero muchos de ellos no abandonaron los lugares de la vida moderna. Ulises quería ser uno de estos pues la vida de lujos en la que crecía, nunca le había permitido hacer algo así.

Esperanza por su parte lo había hecho antes aunque no era muy fan de esa actividad pero se le hizo entretenido y una gran aventura hacerlo con él. Lo convenció para dejarse sumir en todo lo que involucraba aquello.

Él no se pudo negar a los encantos de su amada y pasó pronto para vivir esa vida.

Las casas de campaña eran las tradicionales aunque había unas muy modernas en las que incluso la luz en las cabañas estaba presente. Estás las tenían de emergencia y para los clientes que no querían hacerlo de la forma tradicional.

Extender el campamento era responsabilidad de los que ahí trabajaban así que no era una tarea difícil para los huéspedes.

Coloqueron cobijas debajo para el momento de ir a dormir. Ambos se colocaron repelente contra insectos y las cosas necesarias para una noche tranquila.

Se prepara una fogata en el centro, misma a la que todos podían ir y deleitarse con su calor. Llevaron cosas para quemar ají, algunos bombones entre otros elementos alimenticios.

También hicieron una actividad de perdón, la cual consistía en poner algún dolor del pasado escrito en un papel. Algo que aún estaría clavado en el alma y no te dejara avanzar. Ese papel se tenía que quedar dentro de la fogata con la promesa que nunca más les afectaría.

—¿Qué escribirás tú?—Preguntó Esperanza muy interesada en su compañero quien no se había mostrado muy abierto en sus sentimientos.

—Aún no lo sé.—Le dijo intento recordar algo que reunira las características. No sé considerado muy rencoroso.

Ambos estaban centados muy cerca de la fogata. El pasto se sintió cálido gracias a ese fuego.

Estaban mirando juntos, tomados de las manos, a todos los que pasaban de manera ordena a dejar su papel.

Conforme las personas avanzaban les quedaba menos tiempo disponible para elegir.

—¿Tú qué pondrás?—Esta vez preguntó Ulises para tomar una idea.

—Escribiré el perdón hacia mi padre.—Dijo con un tono de tristeza en su voz.—A la vida, al destino. Creo que es todo.

—¿Qué sucedió?—Preguntó Ulises muy interesado en ese tema.

—Mi padre nos abandonó a mi madre y a mi cuando yo era muy joven.—Su mirada estaba fija al fuego, en verdad deseaba limpiar toda esa tristeza de su alma.—Despues, de supone que él intentó regresar y estar ahí para nosotras. Pero el destino lo puso en un accidente en el que perdió la vida. Pensé que estaríamos juntos pero no, al menos logré hacer las paces con él.

Ulises no tuvo palabras para dar ánimos en lo que le acababan de contar. Solo le apretó la mano y entendió lo muy afortunado que había sido en su vida por crecer como lo hizo.

Eso le sirvió para darse una idea e ir más profundo a lo que deseaba. Tuvo una idea de que poner en ese papel pero cuando Esperanza le preguntó, dijo que era un secreto.

Ulises colocó las palabras "perdón a mi mismo" con esa idea hacia referencia a lo mal que había hecho el mismo a su camino. Desde no valorar sus beneficios, su vida y quejarse por las cosas que no había conseguido. Fue algo muy profundo que él consideró importante en ese momento.

Juntos caminaron a la fogata y lanzaron sus papeles al mismo tiempo. Después de eso, se dieron un beso muy cerca de aquel calor para convertirlo en un momento inolvidable.

Las estrellas y todo el cielo parecían estar contentos y con ganas de unirse al espectáculo. Regalaron un brillo muy hermoso y con mayor intensidad dejando sentir su presencia aún más, deleitando a todos por igual.

El resto de la noche fue igual de especial. Llevaron la cena para todos. Fue el momento más esperado pues el frío hacia tener hambre.

Este fue el último deleite antes de irse a dormir. Mientras comían, las historias aparecieron por parte de los organizadores. Desde aquellas que pretendían generar miedo, hasta aquellas que narraban la historia del lugar.

Fue una placentera noche que terminó con ellos dos yéndose a dormir para entregarse al amor nuevamente.

Al amanecer sentian que su relación seguía creciendo y que con cada momento se unian más y más a ellos mismos. A tal grado que podían sentir que se conocían desde mucho tiempo, incluso de vidas pasadas y que ahora se habían encontrado para continuar su historia de amor.

Se levantaron teniendo en mente seguir explorando este amor y disfrutar de aquel paradisíaco lugar.

Vieron la enorme lista de actividades que podían hacer y emprendieron la aventura juntos.

Al verlos podían parecer dos recién casados muy enamorados. Era más o menos eso, estaban comprometidos, Esperanza tenía un enorme anillo que lo avalaba. Además de tener ambos una actitud muy hermosa que generaba la envidia de cualquiera.




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