— Están en mis territorios — dijo el recién aparecido que estaba en medio de la lava, tenía el pelo rojo, al igual que sus ojos, los veía con expresión de enojo — nadie puede pasar por mis dominios sin mi permiso.
— Déjalos pasar, necesitan ir al otro lado del mar.
— Entonces que caminen, yo decido quién pasa y quién no por mis territorios.
— Van bajo mi protección, recuerda el acuerdo.
— Solo los dioses puede pasar sin problemas, y ellos no lo son, DEBEN MORIR.
— Zaljen llévatelas — el dios llamó a una ballena que se llevó la nave lo más rápido que pudo, mientras él se acercaba al ser de fuego, para comenzar una batalla.
— No, te matará — Rossmery quiso tirarse agua para ayudarlo, pero el hada la sujetó.
— Recuerda tu misión, yo estaré bien — le gritó el hombre marino.
De lejos vieron como luchaban, dando origen a columnas de vapor, hasta que Vatra acabo con Vekod, que terminó evaporado.
— No puede ser — lloraba la humana desconsolada.
Entonces el guardián de Fuego se acercó al trió.
— No hay ninguna salida — dijo Isdak, al ver a la ballena huir, al sentir el calor que se les acercaba — no podemos escapar.
— Ahora es su turno — dijo molesto el guerrero.
En ese momento una gran figura emergió desde el mar, era una mujer, una gigante.
— Soy Tetis, madre de Vekod.
— Él paso por mis dominios con...
Lo interrumpió un gigante que apareció al lado de la mujer.
— Ellos tienen derecho a pasar por el mar, sin pedir permiso a nadie.
— Llevaba a esos seres de la tierra con él.
— Debiste llamarme para que arreglará la situación, rompiste el tratado, ahora deberás pagar — el hombre desapareció, en su puño se llevó al ser de fuego.
Cuando los demás quedaron solos, Rossmery se acercó lo más que pudo a la giganta.
— Lo siento señora, él murió por protegernos, necesitamos ir lo más pronto al lado oriente del mar.
La mujer los miró a todos un rato curiosa, luego sonrió.
— Tranquila, él sabía lo que hacía, con su sacrificio hizo venir a Vulcano, que es único que puede contener a Vatra — la diosa llamó a más ballenas, luego que les habló, se pusieron atrás de la nave.
— Ellos los llevarán rápido a su destino.
— Gracias, es muy buena con nosotros, teniendo en cuenta que fuimos los responsables de la muerte de Vekod — Rossmery no pudo evitar que varias lágrimas cayeran de sus ojos.
— Mi hijo vio la claridad de tu corazón, por eso te ayudó, y a tus amigos.
— Lamento mucho lo ocurrido.
— No te preocupes, en el próximo verano él estará de vuelta.
— ¿Cómo? — los tres no creían lo que escuchaban.
— Supongo que no les dijo que es un dios, es inmortal, adiós Elegida, todo irá bien.
Tetis les sonrió despidiéndose, luego se acercó a una nube que se había formado durante la batalla, la absorbió con sus dedos, mientras eso pasaba su vientre empezaba a hincharse.
— Cuídense mucho — con una sonrisa desapareció de nuevo en el mar.
Los tres se miraron asombrados, con la ayuda de las ballenas pudieron llegar en muy poco tiempo a tierra, se turnaban incluso en la noche para empujarlos.
— Gracias amigos — Rossmery se despidió de los cetáceos.
Miró al interior del lugar donde llegaron.
— ¿Y ahora a dónde? — preguntó Isdak mirando la playa.
— La pitonisa me dijo que: "Debía llegar al otro lado del mar, allí encontraría a la Dama Alba que toca el cielo, en una de sus brazos encontraría algo blanco, que si se abre desde dentro es vida, pero desde fuera es muerte, dentro está el cofre que busco.
— Eso es muy amplio ¿Cómo podremos encontrar a una Dama Blanca que toca el cielo? — reclamo el gnomo irritado — da lo mismo, se dice que una profecía siempre se cumple, tarde o temprano te toparás con ella.
— Nos acompañaras Zaljen.
— Hummm.... sí, nunca he estado por este lado del mar, además debo esperarlas para llevarlas de vuelta — miró para todos lados — será interesante explorar este lugar.
— La verdad no sé qué pasará cuando encuentre el cofre — dijo Rossmery — supongo que cuando lo obtenga volveré a mi dimensión, pero no estoy segura.
Los tres caminaron por sesenta y seis, tuvieron que ocultarse de las fuerzas oscuras, los que tenían algunos lugares del reino de ese sector bajo su poder, el trío iba de un lado para otro. Se internaron en valles, acantilados, lagos, ríos, pero no vieron ninguna señora, a decir verdad, no vieron a nadie más que animales, hasta que un día llegaron a un lugar donde los árboles eran tan anchos como 100 gnomos que se tomaran de las manos y los abrazaban, sus ramas parecían tocar el cielo.
Solo a la tercera vez que pasaron por allí, Rossmery, mirando los arboles desde una montaña se dio cuenta de algo muy curioso.
— Isdak... si las ves desde aquí, parecen...
— Mujeres con vestidos
— Y sus ramas superiores...
— Son como brazos apuntando al cielo.
Entonces se dieron cuenta que en el centro, había un árbol blanco, y otro dorado, separado de los demás.
— Una dama alba — gritó Rossmery feliz.
— Con razón no la encontré cuando vine por primera vez — susurró para que nadie la escuchará
Les tomó un día y medio llegar al imponente árbol, parecido a las sequoias.
— ¿Cómo subiremos? — se preguntó el hada, desde donde estaba no veía el sol.
— Si tú pudieras volar...
— Pero no puedo, mejor sube tú — le dijo a Zaljen – los gnomos son conocidos por ser buenos trepadores.
— Es que yo... yo...
— ¿Qué te pasa?
— Tengo miedo a las alturas — dijo el hombrecillo mirando al piso.
— No puedes ser, tuvimos que traer al único gnomo que le tiene miedo a las alturas.
— Bien — dijo Rossmery, suspiró fuerte y miro al árbol — quédense aquí — subió mirando para todos lados, ya cuando anochecía tuvo que bajar — mañana subiré por el otro lado.