Profecía

Parte siete

— En este mundo eres débil, por eso has estado escondida todo este tiempo — el gigante dirigido uno de sus brazos hacia el hada, inmediatamente está cayó al suelo, le costaba respirar — no tienes más apoyo — estiró su brazo hacia Hécate, una luz salió del cuerpo de la diosa — absorbí su magia, y la tuya, ahora por fin te mataré.

— Olvidas la profecía, si logro encontrar un héroe que luche a mi lado, morirás.

— En esta época entre los humanos no hay ninguno.

— ¡¡BASTA!! Terminaré contigo — los ojos de Rossmery brillaban — trajiste a la vida a Karina, sabiendo que no podría sobrevivir a la niñez — acomodó a su hija en el suelo, al lado de Isdak que por fin estaba respirando mejor, tomó el cofre — me engañaste para que robará esto, no dejaré que sigas jugando con la vida de los demás — su mano se movió a su espalda, de allí pareció tomar algo que parecía un rayo, hecho de fuego, el cofre comenzó a flotar cerca de ella, al poner la saeta flamígera dirigida hacia el gigante, la diosa se puso a su lado, e hizo aparecer un arco. La tomó del hombro.

— Esto no puede estar pasando, ella es solo una humana — gritó el gigante, asustado por primera vez.

— Que ha logrado lo que ninguna otra, el corazón es el que define a un héroe, no sus músculos ni su habilidad para luchar — explicó Hécate.

— Solo quiero proteger a mi hija, a mi amiga, no dejaré que sigas destruyendo a las personas por tu ambición.

La humana lanzó la flecha que se enroscó en el gigantesco cuerpo, y lo envolvió en un torbellino de fuego.

— No puede ser, es una simple mujer — fueron las últimas palabras del gigante.

Cuando se convirtió en polvo, el viento se llevó los restos, y lo esparció por el lugar, los ojos de Rossmery volvieron a la normalidad, cayó de rodillas por el cansancio, apenas recordada lo que había pasado en los últimos minutos, era como si hubiera sido otra persona quien lanzó la flecha en llamas.

— ¿Usted es...? — la humana le consultó a la mujer de luz.

— Soy Hécate, gracias por ayudarme — arregló con su magia la casa y los alrededores.

— ¿Puede ayudar a mi niña?

— No puedo hacer nada en este mundo por tu hija. Lo siento.

— ¿Y por Isdak?

Le puso las manos en la espalda y le quitó las alas.

— Volvió a ser lo que era.

Madre e hija se miraron a los ojos, la pequeña había escuchado todo, y sabía que su vida ya estaba por terminar.

— Hija, lo intente, pero... — trató de contener las lágrimas, pero igual varias cayeron.

— Lo escuche ¿Puedes contarme todo lo qué pasó?

Le contó su aventura.

— Has sufrido mucho, mamá, luchaste contra tantos peligros para salvarme, no quiero dejarte sola.

— Ni yo a ti mi amor.

— Me gustaría conocer ese lugar.... — en ese momento murió.

— Lo siento Rossmery — la diosa la tomó del hombro para consolarla.

— Ella se fue en paz, ya nadie podía hacer nada por ella ¿Qué harás ahora Isdak?

— No lo sé, no tenía familia ni amigos. Estoy sola en este mundo.

La diosa y las dos humanas quedaron un rato en silencio.

— Rossmery ¿Quieres volver a mi mundo? Eres una gran persona, una heroína, como el tiempo pasa en forma distinta, puedes estar por miles de años allí, cuidando mi territorio, así yo podré seguir con mi lucha contra las fuerzas de la oscuridad en otras dimensiones, tranquila.

Luego de un tiempo callada, la mujer le pidió un tiempo para pensarlo.

— Isdak, te hago la misma propuesta.

— Pero... usted me castigo por querer robarle su cofre.

— Eres una buena persona, que tomó una mala decisión, ahora por fin tienes un corazón puro, ya purgaste tus demonios.

— También quiero pensarlo.

Unos días después en el cementerio de la ciudad estaban enterrando un pequeño féretro. Rossmery estaba al lado de una amiga que llegó justo cuando murió su hija, era una pelirroja con el exótico nombre de Isdak.

— Si quieres puedo irme a quedar un tiempo a tu casa — se ofreció Alicia, una compañera de la escuela — así cuando tu amiga se vaya no quedarás sola.

— No es necesario, venderé todo y me iré. No podría seguir en mi casa, todo me recuerda a mi niña.

— ¿Alguna vez volverás? — le preguntó la rubia, triste.

— No lo creo.

— Vendré a limpiar el nicho de Karina, quédate tranquila por eso.

— Gracias — dijo Rossmery en un suspiro.

— Era un angelito.

Una semana después, cuando ya dejo todo arreglado, nadie supo más de ella ni de su amiga, ni las vieron dejar la ciudad.

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Un tiempo después, en el mundo de la magia, por fin la paz había vuelto al lugar.

— Que bueno tenerlas aquí, gracias por cuidarnos, Líder del triunvirato — dijo el anciano gobernador de los gnomos pescadores.

Cuando volvió Zaljen explicó que las mujeres habían, Tuljak rezó a los dioses por ellas, fue una gran alegría verlas volver sanas y salvas unos años después.

— Gracias a usted por su apoyo.

La humana miró la orilla del mar, y a su hija Karina, que corría con los niños del lugar, se veía como gigante a su lado.

Cuando las humanas aceptaron el ofrecimiento de la diosa, lo primero que les explicó Hécate fue que serían parte de un triunvirato.

— Rossmery será la parte humana, Isdak mitad humana y mitad mágica.

Y la tercera.

— Debe ser un ser mágico, ya las espera en el mundo mágico.

Apenas pasaron el portal, lo primero que vieron al lado de la diosa fue a KarinaHécate no quiso presionar a la madre, por eso no le dijo que sí aceptaba su propuesta, su hija volvería a la vida en el mundo mágico.

Le cayeron a los infantes pétalos, eran Isdak que pasó volando bajo, con unas alas traslúcidas, multicolores.

— Nunca pensé que esa mujer podría ser una de las tres caras de la nueva diosa.



#9473 en Fantasía

En el texto hay: traicion, magia

Editado: 18.02.2022

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