Intentando evitar comentarios extraños le cuento los sucesos que vivi en el semáforo y el supermercado bajo su atenta mirada y expresiones de sorpresa.
— ¡Oh my good! Pero como no hablaste de eso ayer. — Reclama con sus ojos muy abiertos, apareciendo Felipe en medio de nosotras con los boletos.
— La fila es larguísima, ¿entremos ya?.
— Felipe, Felipe es que no lo vas a creer, nuestra amiga, no nos contó que resulta que conoce a la hermana del profe Gabriel y no solo eso, si no que se encontró con él en el semáforo y en el supermercado y quizás en cuantos lados más, solo que no se atreve a decirlo.
Mientras mis ojos se ponen en blanco y Jess parece que se ahoga contando lo que acabo de decirle me alejo un par de pasos mientras Felipe me observa a cada momento.
Siento la presión de sus ojos sobre mi y tratando de bloquear su contacto visual me acerco hasta el mesón de las Palomitas de maíz y compro algunos caramelos hasta que ellos llegan a mi lado. «aquí vienen las preguntas. » Cierro mis ojos con fuerza para escuchar las reprimendas que espero recibir pero no llegan.
— Ya es hora, entremos a ver la película.
Felipe toca mi brazo, haciendo que abra mis ojos y solo camine junto a ellos hasta la chica que corta los boletos.
Cada cierta cantidad de tiempo cerré mis ojos con fuerza por el miedo y deseosa que todo terminara. Finalmente salimos del cine y compramos helados, por segundos sentí el nerviosismo de que el tema saliera pero no sucedió y a cambio solo pasamos el rato entre las bromas de Felipe y Jess que realmente hicieron que me olvidara de todo. Caminando los últimos pasos que me alejaban de mi casa pude divisar a Dante sentado en la entrada de la puerta con la vista en el horizonte.
— ¿Que paso? — Digo al estar a su lado.
— Nada. — Dante mira su celular con algo de decepción
— ¿Que pasa te dejaron plantado? — Mi voz suena algo más divertida de lo que esperaba haciendo que Dante ponga sus ojos en blanco y se aleje de mi.
— ¡Solo era una broma, solo era una broma! — «Supongo que quizás si lo dejaron plantado. »
Miro por unos instantes hacia la calle antes de entrar en la casa y a lo lejos puedo ver un auto parecido al del profesor Gabriel que pasa a toda velocidad. « ¿Será él? » Cerrando la puerta de inmediato me dirijo hacia la cocina en busca de un gran vaso de agua.
— Danielle. — Alva toca mi espalda.
— Mmm…
— Puedes ayudarme con algo, por favor.
— ¿Que cosa?.
— Es que tengo que sacar unas fotos al aire libre y quiero hacerlo en la plaza que está cerca del supermercado, ¿puedes acompañarme y sujetar algunas cosas por mi?.
— ¿Es trabajo de la universidad?
— Si. — Alva junta sus manos en una suplica casi tierna.
— Ok.
Camino con la pesada bolsa de Alva en mi brazo mientras está mira alrededor evidentemente divertida.
— ¿Era ayuda o carga mis cosas? — Me quejo.
— Ay Danielle, no seas así, no ves que tengo que mirar lo que voy a fotografiar.
— Tu bolsa pesa mucho ¿que le echaste?, ¿piedras?
Al llegar a la plaza y ver como unos perros juegan a perseguirse, Alva comienza a tomar fotografías, me siento en la banca más cercana y observo a los perros perseguirse por una ramita y no puedo evitar sonreír. « Quizás podríamos tener un perrito. » Ya pasados 30 minutos el sol comienza a descender inversamente al nivel de mi temor que se eleva por la ausencia de personas en el lugar.
— Alva, se hace tarde mejor volvamos a la casa.
— Ya, ya dejame sacar la ultima foto.
Miro a mi alrededor notando a la distancia a un tipo de aspecto extraño mirando a Alva demasiado fijo como para ser amistoso.
— ¡Alva, Alva!. — Llamo algo asustada.
— Espera Danielle, espera
— Alva ese hombre te mira raro.
— ¿Donde? — Alva mira discretamente al tipo que a comenzado a acercase lentamente.
— Vamos caminemos, rápido.
Alva guarda la cámara en su bolsa mientras caminamos a una velocidad rápida llegando a la esquina. Al momento de girarme hacia atrás con la curiosidad de ver si el tipo se había ido Alva me empuja violentamente hacia un lado.
— ¡Alva! — Digo desde el piso viendo como mi hermana forcejea con el tipo por la bolsa con la cámara, mientras siento algo de pánico apoderarse de mi grito.
— ¡Ayuda, ayuda!
En un acto casi involuntario y viendo que nadie aparece para ofrecer su ayuda, me levanto del suelo y corro hasta el hombre golpeando y jalando su ropa con tal de que suelte a Alva, sin alcanzar a ver el puño que lanza hacia atrás dando de lleno en mi ojo y haciéndome caer al suelo de golpe.
— ¡Danielle, Danielle!. — Escucho a mi hermana llorar y acercarse a mi lado para intentar levantarme del suelo.
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Editado: 07.03.2020