Azael
Al fin pude alejarme de esa ciudad, no sé por qué lo estuve posponiendo durante tanto tiempo, siempre supe que me iba a sentir liberado, pero, este sentimiento que me llena el pecho cual cielo con fuegos artificiales, es muchísimo mejor.
Ahora, heme aquí, en un lugar totalmente desconocido, donde estoy por mi cuenta… que por cierto, por mi cuenta debo empezar a llevar las cosas dentro de mi nueva casa, rayos, nunca pensé que el estar solo implicaría que ni el inútil del camión de mudanza se molestara en ayudarme, lo detesto, definitivamente, el muy imbécil me estafó, le pague demás pensando que me ayudaría y él, sin más, se fue dejándome solo con un montón de cajas y muebles por guardar, creo que él imbécil aquí, fui yo.
Bien, lo mejor es que comience con esto antes de que sea más tarde y empiece a llover- dije hablando solo mirando el cielo, que prometía alguna tormenta al anochecer.
Por lo que inmediatamente comencé a cargar las cosas dentro.
Brooke
Ya tenía tres días de haberme mudado a Seattle, y aunque parezca increíble, no he salido de mi casa, y ustedes dirán, ¿cómo es eso posible? Pues tendría que haber ido al supermercado a comprar alimentos y cosas por el estilo, pero déjenme decirles que eso ya lo tenía cubierto dos días antes de mudarme, no soy de salir mucho, así que fui al supermercado a comprar cajas para la mudanza y provisiones para cuando llegara acá, y sí, de seguro pensarán que estoy loca por hacer estas rarezas, pero bueno, así soy yo y me hace feliz.
Por lo que aquí estoy, en uno de los sofás, con una sábana, viendo Greys Anatomy, con una taza de chocolate caliente y galletas de avena.
La tarde iba demasiado bien, oh sí.