Madison
—Y estás muerta. —Lola se detuvo al enterrar sus garras en mi estómago, gruñí levemente tratando de no exagerar el dolor que sentí, aunque debía admitir que eso había dolido bastante. —Hoy no estás concentrada y no estoy para perder mi tiempo.
—Y tú no estás siendo amable como deberías ya empezar a serlo. Nunca dijiste que me ibas atacar con la intensión de casi matarme. —Dije seriamente.
—Te dije que debes ir en serio con esto, en una pelea normal no se detendrán a pensar que eres una novata. —Yo solo me tragué mis palabras pues en el fondo sabía que ella tenía razón. —Además, he sido blanda. Ya estás bien. —Miré mi estómago notando como los agujeros que había dejado con sus garras ya no estaban. —Si no me puedes atacar de verdad, yo no podré ayudarte.
—Es más difícil de lo que parece.
—Solo déjate llevar por tu instinto animal, Madison. —Lola me sonrió presumiendo de sus colmillos. —No puede ser que alguien tan talentosa con la magia no pueda provocar ni un solo corte en un combate.
—Bien, deja de presumir y hagámoslo Lola. —Solo fueron 10 segundos antes de que Lola me lanzara contra un árbol.
Me tiré sobre mi cama con cuidado pues a pesar de que al igual que Lola podía curar con rapidez, aquello no significaba que no tuviera mi cuerpo algo adolorido aún. Ella en serio era buena peleando, si lograba vencer a Lola en una pelea podría estar más segura que si necesito pelear sin magia podría ganar.
—Madison, levántate ya. —Mi padre entró a mi habitación de golpe sobresaltándome. —Debemos ir al hospital.
—¿Qué? —Dije confundida, nosotros no íbamos al hospital.
—Tu tío George está grave. —Sin importar el dolor corrí al auto para ir junto a mi familia al hospital, algo grave debió pasar para que mi tío tuviese que ir al hospital.
Nosotros curábamos con facilidad gracias a nuestro espíritu animal y magia, era algo poco usual que tuviéramos que requerir servicios médicos, para llegar a este punto debíamos estar al borde de la muerte.
Al llegar al hospital pude ver como los guardias de seguridad trataban de evitar que mi tía Anne golpeara a uno de las Sellers. Ahora me hacia una idea de lo que podía estar pasando, pero era poco probable pues ya hace un tiempo que si nuestras familias se agredían físicamente seriamos multados, desde entonces nuestras familias han convivido mejor y hemos evitado un montón de muertes.
—Anne. —Mi padre fue el único de la familia en atreverse a calmarle. —Basta.
—No lo entiendes, Richard. Uno de ellos ha provocado esto. —Cuando miré a los Sellers vi entre ellos a Rebecca quien me miraba preocupada, aunque no pude evitar fijarme que traía su pijama el cual sus pantalones eran de plátanos. Mi padre se acercó a uno de los hombres que estaba ahí.
—Frederick.
—Richard. Siempre es un gusto verte la cara con esos pelos rojos suyos. —El hombre dijo con algo de ironía, ¿En serio creía que era un buen momento para eso? —Puedo asegurar que Jonathan solo se protegía, él es un hombre tranquilo.
—Eres lo más decente que tiene tu familia, pero no puedo confiar en tu palabra. Sabes qué pasará si mi hermano muere y ese tal Jonathan sobrevive. —Pude sentir rápidamente la tensión que surgió en el aire.
—Claro, lo tengo tan claro como si sucediera lo contrario.
Un pase libre a la guerra, eso significaba. A nuestras familias poco les iba a importar las decisiones del consejo mágico, ellos solo iban a matarse entre sí. Espero que ninguno muriese esa noche y si era así, que el consejo se apresurara en mediar el conflicto antes de que un rio de sangre corriera en Cape Charles.
Rebecca pasó a mi lado y me dio una mirada, saludé a mi familia antes de inventar una excusa para seguir el aroma de Rebecca guiándome a la azotea, antes de entrar me aseguré de borrar su aroma de los pasillos. La busqué entra la oscuridad y ella se encontraba en una zona escondida fuera de alcance de la puerta.
—Esto es horrible. —Fue lo primero que dijo, ella parecía algo asustada.
—Dímelo a mí. —Suspiré. —No puedo creer que esto pase un mes antes de la competencia, esto avivará el odio entre ambas familias. Además, si mi tío muere por culpa de tu familiar a muchos no les importará la decisión que tome el consejo durante su investigación.
—¿No puedes tranquilizarles mientras se descubre que fue por defensa propia? —Fruncí el ceño.
—Mi tío no le atacó, él se defendió.
—Ya escuchaste a mi padre, Jonathan no es una persona agresiva. Ni siquiera quiere participar en la competencia de mi familia. —Ella se cruzó de brazos y por un momento me distraje notando el parentesco entre Rebecca y su padre. —Él no tiene motivos para pelear con tu familia.