Prohibido

XII

Rebecca

 

Noté como Madison se tensaba al ver eso, los mellizos estaban así desde que le soltaron. Lola nos explicó que era algo que pasaba cuando se internalizaban demasiado en algo, sobre todo si los hermanos trabajaban juntos.

 

Los mellizos Hayes volvieron en si cuando el ambiente estaba más tenso que nunca, miré a Madison que tenía su respiración irregular, sabía que ella tenía miedo. Cualquiera en su lugar lo tendría. Así que hice lo más sensato y fui la única que se atrevió a borrar toda la pizarra para luego voltearme y volver a enfocarnos en lo que ellos nos dirían.

 

—Debo recordarles que nosotros somos dueños de nuestro destino, ¿No es así? —Miré a James y Quinn quienes parecían asentir solo para relajar las cosas, todos fingieron que aquello no había pasado, aunque pude notar como la mirada de Madison cambiaba. Todas las señales apuntaban a que ella probablemente moriría. —Chicos, ¿Pudieron descubrir algo?

 

—De hecho, sí. —Quinn volvió a tomar el plumón y con una flecha conectó los nombres de Keaton y Larissa. —Ellos están trabajando juntos desde ya hace un tiempo.

 

—Su objetivo es que sus familias peleen. —James parecía preocupado. —Pude sentir una sensación de odio muy grande.

 

—¿Por qué quieren hacerlo? —Lola preguntó. —¿Qué ganan matándose?

 

—Ese no es su verdadero objetivo, el verdadero objetivo son los efectos que traería al mundo mágico y humano una guerra entre ambas familias, todos se verían involucrados. Keaton y Larissa tienen un odio a los humanos lo suficientemente grande como para eliminar a los suyos a costa de la muerte de los humanos, son algo así como Hitler y Voldemort juntos.

 

—La única forma de evitar que todo esto pase, es que ustedes sean legítimamente las líderes. Cada familia debe acatar sus órdenes, incluso si no están de acuerdo. —James suspiró. —Y chicas, quizás sería bueno que pasen tiempo juntas antes de la competencia.

 

Madison acariciaba mi pelo mientras yo solo pensaba en lo que había pasado en aquella bodega hace unos días atrás. Solo quedaba una semana para la competencia y nuestros abuelos consideraban que ya estábamos listas, Madison había aprendido nuevos trucos y yo había aprendido a defenderme en una batalla. Desde entonces habíamos estado juntas cada tarde en mi habitación y nos quedábamos hablando de alguna tontería que a Madison se le ocurriera. Me encantaba su espontaneidad.

 

—¿En qué piensas? —Levanté mi cabeza para mirarla.

 

—En lo afortunada que soy al haber encontrado a la persona con la que estoy destinada a estar. —Ella sonrió levemente y yo besé su mejilla con suavidad. —¿Cuándo me enseñarás tu forma animal?

 

—Rebecca, ya te he explicado que es algo personal. —Hice un puchero y ella me miró por un momento antes de soltar un suspiro. —Si sobrevivo a la competencia te la mostrare.

 

—Me sorprende que cedas tan rápido.

 

—No me puedo resistir a ti. —Ella me guiñó un ojo y yo solamente me incliné para besarla. —Becca.

 

—Mad.

 

—Si me llega a pasar algo…

 

—Madison, no te pasará nada. —Le corté, no quería volver a pensar en eso.

 

—Rebecca, escúchame. —Ella dijo con un tono bastante serio, nunca le había visto así. —Si me llega a pasar algo, lo que sea, necesito que evites a toda costa que se produzca un conflicto entre nuestras familias, ¿Me prometes eso?

 

—¿Cómo sabes que yo ganaré la competencia? —Madison me sonrió antes de llevar su mano a mi mejilla para acariciarla con ternura.

 

—Porque eres mucho mejor maga que yo, cariño.

 

Me acerqué a sus labios para conectarlos en un beso un poco más apasionado, me puse a horcajadas sobre su cuerpo y sentí como sus manos acariciaban con cuidado mis piernas sin querer ir más allá, pero yo quería que ella fuera más allá.

 

Madison me volvía loca, había logrado hacerme sentir algo que nunca antes había podido sentir con otra persona. Este amor me estaba consumiendo y la verdad no me molestaba, ya nada lo hacía en realidad desde que acepte tener este amor prohibido con una de las integrantes de la familia rival de mi familia.

 

Había logrado quitarle su polera y me quedé observando sus ojos, estos estaban brillando y no me refería a aquel brillo que tenían cuando se conectaba con su lado animal. Sus ojos brillan por amor, por el amor que ella parecía estar sintiendo por mí.

 

—Becca, debo ir al baño. —Sonreí levemente antes de hacerme un lado para liberarle.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.