Prohibido

1. PROHIBIDO EL PASO

   

El cartel daba por entender que el paso estaba completamente prohibido, y ningún chico se atrevería a entrar, a no ser que no le tenga miedo a nada. Desde hacía ya unos años que esa zona se había dado por peligrosa, y todavía faltaban unos años para que verdaderamente comience el terror tenso, aquel que es causado por un espíritu extraño.

Desde el ventanal de la casa de los Homeler podía leerse, en letras grandes y notorias: Prohibido el paso. Frank llegaba a leerla siempre que pasaba por el pasillo que llevaba desde el comedor hacia la cocina. Isa estaba sentada en la silla de la mesa en la que todas las noches cenaban. Se encontraba leyendo a Nicholas Sparks. Estaba arrodillada, con sus manos sosteniendo los bordes del libro, el cual lo apoyaba en las rodillas. Se encontraba descalza, y su calzado eran unas ojotas de hembra, con un color rojo que se mezclaba con uno gris. Ante ella, estaba el pequeño Domi, quien jugaba con sus coches y comía. La tele estaba encendida, y transmitía por vigésima vez en el día Indiana Jones. Frank la disfrutaba, la consideraba como todo un clásico de la televisión. El antiguo televisor 20 pulgadas, se sostenía a través de una pequeña mesa que contenía discos, la mayoría de Rock N' Roll, y otros de amor. Eso los escuchaba Isa. Por la escalera, bajó Charlie. Se había despertado de una larga siesta. Su madre había propuesto hacer la cena en una hora. Frank se había dirigido a tomar un pedazo de pan, tras haber recogido el periódico. Fue hacia la mesa y allí se sentó. Charlie miraba la película.

-¿Vieron que se oxidó el cartel?

-¿En serio? -Isa, al preguntar eso, comenzó a sentir un dolor en el estomago. Se llevó la mano a la panza-. Son solo pataditas.

-Encontré un nombre perfecto -agregó Charlie- Bryan.

-Como tu compañero de clases. Bryan Campert.

-Sí.

-¿Y su apodo sería Bray? -Preguntó Frank.

-Podría ser -agregó Isa- aunque no sea el mejor. Dominic, te dije que lavaras tus zapatos.

-Disculpa mami, ahora lo haré.

 

El pequeño Domi estaba afuera, mientras lavaba sus zapatos, miraba de reojo aquella entrada, leía esas letras y se le ponía la piel de gallina, le aterraba por completo. Por suerte, hacía mucho tiempo que vivían allí y jamás tuvieron conflictos relacionado con ese lugar. El siempre que miraba hacia allí veía como un monstruo salía. Las únicas personas que saben que hay allí son el grupo de científicos locos, unos tipos diabólicos que siempre niegan en contarlo, y nunca nadie sabe porque. Quizás es algo muy monstruoso y ellos tienen algo que ver, pero no quieren revelarlo. Es la respuesta más lógica que un chiquillo de ocho años puede encontrar, aunque prefirió no pensar en ello y se concentró en el nacimiento de su nuevo hermanito. Como de costumbre, un denso grito retumbó por su cabeza, y el hizo el intento de ignorarlo. Aunque no podía lograrlo, sentía como comenzaba a reducir el volumen y poco a poco empezaba a desvanecerse, aunque quedaba todavía un rastro. Domi puso un zapato suyo arriba del lavarropa y recogió el otro. Mientras tanto, Charlie mantenía una risa maléfica en su cabeza. Dominic alcanzó a oírla, parecían tener una conexión telepática entre hermanos. Intentó esforzarse para no pensar en ello y lo logró. Charlie estaba debajo del sillón, buscando el palillo de Lego que se le había caído. Un giro nocturno humedeció el atardecer, y comenzaron a caer unas gotas terroríficas. La luna estaba comenzando a presentarse, tras grises nubes que poco a poco se formaban. Domi alcanzaba a ver como se acercaba una de ellas. Era enorme, y parecía estar cada vez más cerca. Recogió los dos zapatos y fue hacia adentro, debía dejarlos encima de la estufa, para que así pudieran secarse. Frank estaba sentado, acababa de dejar el periódico y, en ese período de tiempo libre, más que jugar con su hijo a tirar pelotitas de Ping-Pong, lo reemplazó por ver películas. Creyó que Isa iría a la cocina a traer palomitas de maíz; no tuvo la razón. Apoyó los pies en la superficie y comenzó a caminar. Abrió la puerta que daba al pasillo y fue por aquel angosto camino, veía las luces apagadas. Las prendió, se dirigió hacia el microondas y de allí las saco. Las colocó en un tarro algo más grande y, mientras volvía, se iba comiendo alguna que otra.

Isa no podía sentir el humo de cigarrillo en su casa, no era la de su madre, que cesaba de un rico soplido al cigarro. Vio a Frank volver por el pasillo de la cocina al comedor, había dos formas de entrada hacia ella. El angosto caminito, del cual se puede acceder mediante la puerta ubicada a la derecha de la escalera, y luego, bajo ésta, hay una puerta completamente rojiza, moderna. Da paso a una especie de pequeño vestíbulo, tiene unos largos escalones que llevan hacia la pieza de ella y su esposo, y, a la izquierda de éstos escalones se encuentra una puerta pequeña, que da acceso a la cocina. Era una casa completamente grande, que escondía lugares enormes. Domi estaba en su pieza, leyendo una historieta de terror. Disfrutaba de la lectura. Siempre sentía pinchazos cuando dormía en la cama de su hermano, era la de arriba, y nunca supo el por qué a esto. Charlie dice que está loco, pero el siempre siente eso. Con su pijama, y un buzo por el frio, calzando unas sandalias que estaban abajo y unas medias de los Power Rangers, Domi, con su increíble aspecto, bajó las escaleras y fue hacia el pequeño vestíbulo. Allí, en un largo estante, dejó el cómic, y luego envolvió una servilleta en sus manos. Sintió como de los escalones se armaba una oleada de algo, pero el tenía miedo de dar vuelta la cabeza y tener pesadillas con ello. Sentía que algo se armaba, con un aterrorizante ruido, y sabía que era algo malo. Abrió patéticamente los ojos, y se dio la vuelta. Ante él, millones de enormes letras goteaban sangre. Carteles oxidados estaban tirados en el suelo y poco a poco comenzaban a largar gasolina, y, desde arriba, comenzaba a caer un cigarrillo. El sabía que éste con la nafta no hacía un buen combo, e intentó apartarla antes de que se genere una explosión. Las miles de letras formaban, como decía en el cartel; Prohibido el paso.



#3044 en Terror

En el texto hay: espiritu

Editado: 10.04.2018

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