Taehyung.
Jimin me llama la noche siguiente cuando salgo echo una furia del edificio de Música echando humo tras un nuevo y desastroso ensayo con Cass.
—¡Oye! —me dice cuando escucha mi cortante tono de voz—. ¿Qué coño te pasa?
—Cassidy Donovan —le contesto airadamente. —El ensayo ha sido una absoluta pesadilla.
—¿Ha vuelto a intentar robarte las buenas melodías?
—Todavía peor. —Estoy demasiado enojado como para hacer un resumen de lo que ha pasado, así que ni lo intento—. Quiero matarlo mientras duerme, Jimin. No, quiero matarlo cuando esté despierto para que pueda ver la felicidad en mi rostro mientras lo hago.
Su risa me hace cosquillas en la oreja.
—Jo. Te ha molestado bastante, ¿eh? ¿Quieres desahogarte durante una cena?
—No puedo. Tengo que ver a Jeon esta noche. —Otro encuentro que no me apetece nada tener. Todo lo que quiero hacer ahora es ducharme y ver la tele, pero conociendo a Jungkook, me perseguirá y pegará voces si me atrevo a cancelar nuestra clase.
—Todavía no puedo creer que cedieras con lo de las clases particulares —dice Jimin con asombro—. Debe de ser un tipo muy persuasivo.
—Algo así —respondo sin dar más detalles.
No le he contado a mi amigo el trato que tengo con Jungkook, sobre todo porque quiero retrasar la inevitable burla que vendrá cuando se entere de lo desesperado que estoy por conseguir que Sehun se fije en mí. Sé que no seré capaz de ocultarle la verdad toda la vida y que sin duda va a hacer preguntas cuando se entere de que voy a ir a una fiesta con Jungkook. Pero estoy seguri de que para entonces se me ocurrirá una buena excusa.
Hay algunas cosas que dan demasiada vergüenza admitir, incluso a tu mejor amigo.
—¿Cuánto te paga? —pregunta con curiosidad.
Como un imbécil, suelto el primer número que se me viene a la cabeza.
—Eh… sesenta.
—¡¿Sesenta dólares la hora?! ¡Santo cielo! Eso es una locura. Más te vale invitarme a cenar un buen solomillo cuando acaben.
¿Una cena con solomillo? Mierda. Eso para mí es como tres turnos en el restaurante. Ves, esto es por lo que la gente no debe mentir nunca. Siempre se vuelve en contra y te muerde en todo el culo.
—Por supuesto —digo con suavidad—. Pero bueno, tengo que irme. No traje el coche de Junho esta noche y tengo que llamar a un taxi. Nos vemos en un par de horas.
El taxi del campus me lleva a casa de Jungkook y hago una reserva para que me recoja en una hora y media. Jungkook me dijo que entrara sin llamar cuando viniera, porque nadie oye nunca el timbre con la tele o la música a todo volumen. Sin embargo, ahora la casa está en silencio cuando entro.
—¿Jeon? —llamo desde la entrada.
—Arriba. —Su respuesta llega amortiguada.
Me lo encuentro en su habitación, vestido con pantalones de chándal y una camiseta blanca a tirantes que muestra sus bíceps perfectamente formados y sus fuertes antebrazos. No puedo negar que su cuerpo es... atractivo. Está fuerte, pero no
hinchado como un defensa de fútbol americano. Él es del tipo musculado más fibroso y esbelto. Su camiseta deja ver el tatuaje que lleva en la parte superior derecha del brazo: unas llamas negras que trepan hasta su hombro y rodean su bíceps.
—Oye. ¿Dónde están tus compañeros de piso?
—Es viernes por la noche, ¿dónde crees que están? De fiesta. —Su tono denota cierta melancolía. Saca los textos de clase de la mochila que hay en el suelo.
—Y tú prefieres estudiar —comento—. No sé si debería estar impresionado o si debería sentir lástima por ti.
—No salgo de fiesta durante la temporada, Kimy. Ya te lo he dicho.
Sí que me lo había dicho, pero lo cierto es que no le había creído. ¿Cómo es que no se va de fiesta TODAS las noches? Es que solo hay que mirarlo: está que te mueres de bueno y es súper popular.
Nos instalamos en la cama y acto seguido nos ponemos a trabajar, pero cada vez que Jungkook usa unos minutos para repasar un tema, mi cabeza viaja de nuevo al ensayo de la tarde. Hiervo de rabia en mi interior y, aunque me da vergüenza admitirlo, mi mal humor se filtra en la clase. Estoy más gruñón de lo que quiero estar y soy mucho más duro de lo necesario cuando Jungkook malinterpreta los textos.
—Pero que no es tan complicado —exclamo cuando no lo entiende por tercera vez—. Está diciendo que…
—Vale, ya lo entiendo —me interrumpe, arrugando la frente de la irritación—. No es necesario que me hables mal, Kimy.
—Lo siento. —Cierro mis ojos brevemente para calmarme—. Vamos a pasar al siguiente filósofo. Volveremos con Foucault al final.
Jungkook frunce el ceño.
—No vamos a pasar a nada. No hasta que me digas por qué has estado ladrándome desde que llegaste. ¿Qué, Loverboy te ha ignorado en el patio o algo así?
Su sarcasmo solo intensifica mi furia.
—Dios. Eres LO PEOR. Lee eso de una vez, ¿quieres?
—No voy a leer una mierda. —Se cruza de brazos—. Mira, hay una solución fácil para terminar con esta actitud de culo que tienes. Todo lo que tienes que hacer es decirme por qué estás enfadado; yo te digo que es totalmente absurdo, y después nos ponemos a estudiar en paz.