JUNGKOOK.
Cuando oigo el crujido de la PUERTA principal, estoy algo preocupado; me MEDIO imagino que Taehyung aparecerá vestido con algún disfraz ridículo que te cagas en un intento de difundir el entusiasmo de Halloween y convencerme para ir a esa fiesta de la residencia. Afortunadamente, cuando asoma la cabeza en el salón, su aspecto es el de el Taehyung de siempre. Es decir, está precioso y mi polla inmediatamente le hace una
reverencia.
—Ey. —Se sienta a mi lado en el sofá.
—Ey. —Paso mi brazo alrededor de su cuello y le planto un beso en la mejilla; parece la cosa más natural del mundo. Ignoro completamente si soy el único aquí que siente de esta manera, pero Taehyung no se aleja ni se burla de mí por estar actuando «a lo novio». Así que me lo tomo como una señal prometedora.
—Y ¿cómo es que te has rajado de lo de la fiesta?
—No tenía ganas. No podía parar de imaginarte aquí solo y llorando. Al final la compasión ganó la batalla.
—No estoy llorando, imbécil. —Señalo al documental sobre la leche, aburrido que te cagas, parpadeando en la pantalla del televisor—. Estoy aprendiendo cosas sobre la pasteurización.
Él me mira fijamente.
—Pagan una subscripción para tener tropecientos canales y ¿esto es lo que eliges ver?
—Bueno, hice un poco de zapping, vi un montón de ubres y, ya sabes, me puse cachondo y...
—¡Puaj!
Me echo a reír.
—Es una broma, peque. Si quieres saber lo que pasó, las pilas del mando se gastaron y me daba demasiada pereza levantarme y cambiar de canal. Estaba viendo una impresionante miniserie sobre la guerra de Secesión antes de que aparecieran las ubres.
—Realmente te gusta la historia, ¿eh?
—Es interesante.
—Bueno, algunas cosas. Otras, no tanto.
Descansa su cabeza en mi hombro y juega ausente con una hebra de su cabello.
—Mi madre me ha dejado jodido esta mañana —confiesa.
—¿Sí? ¿Por?
—Me llamó para decirme que tampoco iban a poder salir de Ransom en Navidad.
—¿Ransom? —le digo sin comprender.
—Es mi pueblo. Ransom, Indiana. —Un tono amargo se arrastra hasta su voz—. También conocido como mi propio infierno personal.
Mi estado de ánimo se entristece al instante.
—Por...
—¿La violación? —Sonríe con ironía—. Se puede decir la palabra, ¿sabes? No es contagiosa.
—Lo sé. —Trago saliva—. Simplemente no me gusta decirlo porque lo hace parecer... real, supongo. Y no puedo soportar la idea de que te haya ocurrido.
—Pero me ocurrió —dice en voz baja—. No podemos pretender otra cosa.
Un breve silencio cae entre nosotros.
—¿Por qué no pueden tus padres venir a verte? —pregunto.
—Dinero. —Suspira—. Si estabas tirándome los trastos porque pensabas que era un rico heredero, debes saber que estoy en Briar con una beca del cien por cien y que obtengo ayuda financiera para los gastos. Mi familia no tiene ni un centavo.
—Fuera de aquí. —Señalo la puerta—. En serio. Fuera.
Taehyung me saca la lengua.
—Muy gracioso.
—No me importa el dinero que tenga tu familia, Taehyung.
—Dice el millonario.
Mi pecho se tensa.
—No soy millonario; es mi padre el que lo es. Hay una diferencia.
—Supongo que sí. —Se encoge de hombros—. Pero sí, mis padres están ahogados por las deudas. Es... —Su voz se desvanece y veo un destello de dolor en sus ojos.
—Es... ¿Qué?
—Es por mi culpa —admite.
—Dudo mucho que sea así.
—No, es la verdad. —Ahora suena triste—. Tuvieron que pedir una segunda hipoteca para pagar mis gastos legales. El caso contra Jooheon, el tipo que...
—...espero esté en la cárcel —termino la frase, porque sinceramente no puedo escucharlo decir la palabra violación de nuevo. Simplemente no puedo. Cada vez que pienso en lo que ese hijo de puta le hizo, una rabia candente inunda mi estómago y mis puños hormiguean con ganas de golpear algo.
La verdad es que he trabajado toda mi vida para mantener mi temperamento bajo control. La ira era la única emoción constante que sentí al crecer, pero por suerte, encontré una salida saludable para ella: el hockey. Un deporte que me permite golpear con dureza a los jugadores rivales en un ambiente seguro y regulado.
—No fue a la cárcel —Taehyung dice en voz baja.
Mi mirada vuela a la suya.
—Estás de coña, ¿verdad?
—No. —Sus ojos adquieren un punto distante—. Cuando llegué a casa esa noche..., la noche que pasó..., mis padres me miraron y supieron que algo malo había pasado. Ni siquiera recuerdo lo que dije. Todo lo que recuerdo es que llamaron a la policía y me llevaron al hospital, y me hicieron un reconocimiento médico, parte de lesiones, me entrevistaron, me interrogaron. Estaba tan avergonzado... No quería hablar con la policía, pero mi madre me dijo que tenía que ser valiente y decirles todo, para que pudieran impedir que se lo volviera a hacer a alguien más.
—Tu madre parece una mujer muy inteligente —le digo con voz ronca.
—Lo es. —La voz de Taehyung tiembla—. Bueno, arrestaron a Jooheon y después salió en libertad bajo fianza, así que tuve que verle la cara a ese hijo de puta en el pueblo y en el instituto.
—¿Dejaron que volviese al instituto? —exclamo.
—Se suponía que debía permanecer a cien metros de mí en todo momento, pero sí, regresó. —Su mirada ahora es sombría—. ¿He dicho ya que su madre es la alcaldesa del pueblo?
El impacto me golpea.
—Mierda.
—Y su padre, el pastor de la parroquia. —Se ríe sin humor—. Su familia es más o menos la dueña del pueblo, así que sí, me sorprende que la policía incluso lo detuviera en el primer momento. Escuché que su madre montó en cólera cuando la poli se presentó en su casa. Quiero decir su «mansión». —Hace una pausa—. Resumiendo un poco la larga historia, hubo un montón de audiencias preliminares y declaraciones, y tuve que sentarme frente a él en la sala del juzgado y mirar su presumida cara. Después de un mes de toda esa mierda, el juez decidió finalmente que no había pruebas suficientes para llevarlo a juicio y desestimó el caso.