—Hija, te dije que no era necesario —mamá me detiene por décima vez.
—Mamá —me pongo frente a ella y la sujeto de los brazos—. Ya te dije que mi mejor regalo es poder comprarles algo a ustedes. Así que deja de insistir o me enojaré, además últimamente me está yendo muy bien.
Finalmente, acepta. Tomo de la mano a Ali y a mi madre mientras recorremos el centro comercial. Paramos en una tienda de ropa y comienzan a medirse prendas. Quise sacar a mi familia de compras; casi nunca tenemos un día para nosotras, y creo que la última vez que mamá se compró algo fue hace 4 años.
—¡Uh! Mamá, te ves hermosa —le indico que se mire al espejo.
—Sí, es linda —sonríe. Me da tranquilidad y alegría verla feliz.
—¿Qué tal me veo yo? —volteamos a ver a Ali. Lleva un lindo vestido de flores.
—Te ves preciosa —dice mamá.
Mientras ellas siguen mirando más cosas, voy a la sección de hombres y empiezo a ver qué hay. Me gustaría comprarle algo a Cris, al final y acabó es mi familia también. Me fijo en una sección de ropa negra y me dirijo allí; él siempre viste de negro, casi parece gótico.
Estoy pagando cuando me entra una llamada. Agradezco y salgo a contestar.
—Hola, jefa —Emma me saluda algo seria.
—¿Pasa algo, Emma?
(—Sí... hace unos minutos vino una señora de cabello negro, muy molesta... se llama Selene —mierda, la madre de Ihan—. Me pidió que te despidiera, diciendo que cómo podía tener a una persona como tú trabajando en un lugar tan prestigioso como este; que eras una maleducada, que de seguro ya nos habías robado, una busca fortunas, etc.)
—Yo puedo explicarlo... —mi corazón se detuvo y luego comenzó a latir con prisa.
(—No necesito que me expliques nada, Zahomy.)
—¿Me vas a despedir?
(—¿Qué? Por supuesto que no. Le dije a esa señora que no fuera metiche y que tú eras una excelente empleada y persona —hace una pausa—. Ah, y la eché de mis restaurantes. Nadie se mete con mis empleados, y menos contigo. Solo te llamaba para avisarte que esa escoria está detrás de ti.)
Le agradezco y cuelgo.
Comienzo a sobre pensar y de repente mi mente se queda en blanco, disociando. De solo imaginar futuros posibles… me da pánico.
Y mas si en ese futuro no estoy yo, pero por ahora debo esforzarme ¿no?
—¿Pasa algo, hija? —me volteo asustada. Solo finge, siempre lo haces bien Zahomy Evans.
—No, mami, vamos a comer —las tomo del brazo y comenzamos a caminar.
De repente, alguien se pone frente a nosotras, obligándonos a detenernos en seco.
—Tú y yo vamos a hablar ahora —me toma del brazo, intentando jalarme para que la siga, pero mi madre le quita la mano de mala gana.
—Ajá, ¿y usted quién se cree para tratar así a mi hija? —me pone detrás de ella.
—¡Pues yo soy...! —uno de los hombres que la acompaña la detiene; alcanzo a escuchar que le dice que intente no llamar la atención—. Vengan conmigo, necesito hablar.
Comienza a caminar y la sigo. Mi madre me detiene, la miro y asiento, haciéndole entender que la sigamos. Tengo curiosidad por lo que va a decir. Entramos a una cafetería vacía, nos sentamos una frente a la otra, y le dijimos a Allison que fuera a otra cafetería y nos esperara allá, no queríamos que escuchara.
—¿De qué quiere hablar? ¿De cómo fue a mi trabajo a calumniarme? —la miro con algo de furia en mis ojos.
—Vaya, las noticias vuelan —sonríe con arrogancia. Pone un papel encima de la mesa. Lo tomo y, al darme cuenta de qué es, lo dejo de nuevo, riéndome un poco—. Te ordeno que dejes a mi hijo. Toma este dinero y déjalo en paz.
—Qué predecible, señora. Esto no es una pelicula —me voy a levantar, pero me detengo al escucharla.
—Si no lo haces, te voy a destrozar la vida hasta convertirla en pequeños trocitos. ¿Crees que no puedo? —se inclina hacia mí, con la mirada gélida y amenazante. La forma en que sonríe, como si ya hubiera ganado, me hace estremecer—. Con una simple llamada, puedo asegurarme de que nunca te acepten en esa universidad que tanto sueñas. Es más, podría hacer que te expulsen de la escuela mañana mismo, arruinando tu brillante futuro. Y si quisiera, podría incluso incriminarte, hacer que todo el mundo crea que eres una ladrona, una trepadora sin escrúpulos. Imagina lo fácil que sería.
Su voz baja un tono, como si ya estuviera disfrutando del caos que promete desatar. Trago fuerte y respondo.
—Está loca —digo en voz baja. Me sonríe al ver mi rostro, saboreando mi miedo.
—Estás metida donde no te corresponde, Zahomy. Estás jugando con fuego, y arruinando todo lo que planeé para mi hijo. ¿Tienes idea de cuánto tiempo llevo preparando su futuro? ¿Cuánto he sacrificado para que él tenga todo lo que merece? —su voz sube de tono, una mezcla de orgullo y desdén, con una frialdad que me hiela la sangre—. Tú… tú no eres nadie. No eres más que una distracción, un error que se corregirá pronto. Haz lo que te digo, o juro que te haré desaparecer de su vida. Y créeme, soy muy buena en eso.
La miro asombrada, nunca había conocido a alguien así. Da miedo.
Mamá da una palmada fuerte sobre la mesa, aprieta la mandíbula y la amenaza con el dedo.
—Mira, hija de tu puta madre, si crees que un mero pedazo de papel va a hacernos temblar, estás completamente equivocada. ¿Dices que vas a destrozar la vida de mi hija? Inténtalo, y no solo estarás destruida antes de que puedas parpadear, sino que acabarás arrastrada a los barrotes de una celda, maldita zorra. He grabado cada palabra venenosa que has pronunciado, y no dudes que lo utilizaré. Con mi hija no te metas, zarigüeya.
Selene suelta una carcajada, como si quisiera reventarle la silla en la cabeza.
—Y dime, ¿quién les va a creer? Ustedes, unas pobretonas sin estatus —dice mientras ríe.
—No sé cómo Ihan puede ser hijo de una persona como usted… —digo, negando con la cabeza.
—Ay, querida, siempre será mi hijo, mi creación. Su futuro vale mucho, y tú no lo vas a arruinar. Ahora dime, ¿quién les creerá?
Editado: 14.04.2025