Capitulo Doce

Mientras su madre sirve la cena y su padre sigue criticando a los políticos, Víctor se ha limitado a seguir leyendo el libro que compro hace una semana. No le falta nada y, aunque a veces suele leer con cierta rapidez, esta vez ha decidido tener una lectura lenta. Tal vez pudo verse la película, pero siempre los libros te cuentan detalles que varios ignoran. También, lo hace para comprender como surge un sentimiento amoroso cuando tu vida ni siquiera es tuya y que tu enfermedad te la puede arrebatar al igual que aquella persona.

Amor… El sentimiento mas hermoso y fastidioso de todos. Todos necesitan al menos saborear una vez el amor para sentirse vivos, eso lo escucho una vez en la televisión. Una frivolidad, pensó; y aun lo sigue pensando. Pero ya no tanto.

Su madre llama a la mesa y deja su libro en su sillón de lectura. Cuando todos se sientan, es Víctor quien rompen el silencio entre ellos.

– ¿Alguna vez han ido al teatro? – Pregunta. Sus padres voltean a verlo. Rose un poco mas sorprendida porque su hijo interactúe en la cena – Oh… ¿Han querido ir?

– Mme.… La verdad nunca fui una apasionada de las artes escénicas. Tu padre tampoco. Tal vez no lo recuerdes, pero una vez intentamos llevarte a ver una función en un teatro del centro, pero tú no quisiste vestirte.

– No, si lo recuerdo. – Dice mostrando una media sonrisa. Claro que lo recuerda, no quería vestir lo que su madre le había dejado en el perchero y prácticamente lo tiro por la ventana. Una de sus tantas travesuras. Pero la que se lleva el premio mayor fue cuando cambio el contenido del dentífrico con una salsa que él mismo había preparado la noche anterior.

– Si. – Dice con nostalgia, que rápidamente desaparece cuando suelta un suspiro – Así que decidimos no volver a intentarlo. ¿Y a qué viene ese interés por el teatro?

– Hum…bueno. – Dice mientras se debate entre decirle o no la verdad. Él nunca ha tenido la costumbre de contarle a sus padres sus cosas, es algo normal de su persona. Pero siendo ellos los que le dan aun dinero no le queda de otra – Me entere que en el teatro Galles habrá una presentación de ballet. Sera el Cascanueces.

– ¿Ballet? – Intervino Greg – ¿No sabía que te gustara?

– El otro día en clases vimos una presentación, y me termino gustando. – Dice ocultando ciertos detalles – Sera en la víspera de navidad.

– ¿Y quieres ir a verla por tu cumpleaños? – Pregunta Rose. No lo había pensado, en dos semanas es su cumpleaños. Los dichosos diecinueve se acercan a paso rápido, y aun no está listo para que lleguen.

– Puede ser. – Responde en una mezcla de desgana y deja de jugar con un trozo de zanahoria para metérselo a la bosa y no decir nada mas durante la cena. Sus padres lo miran por unos segundos y es Rose quien sonríe para sí misma, porque pudo notar cierta emoción en sus palabras. Aunque haya intentado ocultarlo, ella ha podido notarlos. Pero en cambio Greg, ve que una oportunidad.

– ¿Te parece si hacemos algo? – Dice mientras le da un sorbo a su vaso. Víctor vuelve a mirarlo e intrigado ante aquella propuesta – Haces algo y tienes el dinero para comprarte el boleto en un bueno lugar en el teatro.

– No soy un crio hay que hay que negociarle todo. – Dice cortando un pedazo de pollo. Greg se contiene de decirle que a veces lo aparenta, sabe que tiene que ir con cuidado para al menos lograr algo. Como ahora – Además, ¿Qué clase de cosa quieres que haga?

– Vale. – Dice manteniendo la calma. Aun – Víctor, ¿te has replanteado, en algún momento, volver al psicólogo? 

Aquello provoco que Víctor soltara los cubiertos en el plato.

– ¿Ah que va eso? – Dice mirándolo con furia en sus ojos. ¿Qué si se había replanteado volver al psicólogo? No se lo ha replanteado desde el mismo día que decidió que no volvería a ir. ¿Qué iba a lograr un tío que le repita las mismas palabras durante una hora y media al día? Y otras veces, esa hora y media se convertían en dos horas de tortura escuchando el mismo cd rayado. Y le toca los cojones que su padre le ponga ese tipo de condición. Poner su salud mental a cambio de un cochino dinero para algo que quiere. Porque no es cualquier cosa lo que quiere…

– Solo te pregunte si te lo habías replanteado.

– ¿Pero qué cojones te hace pensar eso?

– ¿Pero que no te das cuenta que necesitas ayuda? – Le responde también soltando los cubiertos sobre el plato – Solo mira cómo te comportas.

– Así siempre he sido, no entiendo qué te sorprende. – Dice con ironía – Y me jode que me pongas eso como condición para ir a una maldita obra de ballet. 

– No es tan maldita como dices. ¿Entonces por qué nos contarías sobre ella? – Le encaro. Víctor se quedó tieso. Era cierto, si no le interesaba no lo diría; y si no los necesitara para ir, tampoco lo diría si no estuvieran los tres juntos. Pero no piensa responderle la verdad.

– Que quede claro. Ni hoy, ni mañana y nunca pienso ir al puto psicólogo. Y mucho menos si me obligan. – Dice masticando cada palabra. Ya no tiene intención de terminar su plato, ya le ah revuelto el estómago – Disculpen, pero tengo cosas que hacer. – Dice mientras se para de la silla y se limpia rápidamente los labios con su servilleta. Para luego salir del comedor por su chaqueta. Ya no quería estar ahí. Y tras dar un portazo, sale a la calle sin mirar atrás. ¿Ah donde iba? Era las ocho menos cuarto, aun la ciudad estaba despierta y podía ir a andar por ahí. Pero iba a un lugar en especial, pero primero debía asegurarse de que estuviera disponible.

Mientras camina, busca su número entre sus contactos y cuando lo encuentra no duda en marcarle.

– Hola. – Dice a través de la línea.

– Hola, ¿Qué sucede? – Pregunta.

– Solo respóndeme, ¿estas libre?

– ¿Libre? … Mis padres no llegan hasta en una hora.

– Estoy en menos de veinte minutos. – Y así como lo dijo, llego a casa de Isabel y cuando estuvieron en su habitación no desistió cuando se lanzó a besarlo. Porque él correspondió hasta terminar en su cama. Sabe bien que lo que viene haciendo con Isabel está mal; pero cuando siente que va a caer al vacío, quiere intentar aferrarse a algo.