Prometo Enamorarte

Capítulo 8

El celoso no sufre por lo que ve, si no por lo que se imagina.


Stephen

-Vuelvo en un momento.- Dije mientras me levantaba de la mesa pocos minutos después de que Kelly se fuera. Quiero asegurarme de que está bien, porque algo dentro de mí me hace pensar lo contrario ¿Habrá aceptado ya lo que los antiguos predijeron? Conociéndola... no lo creo.

Y no falta mucho ya para su transformación.

No sé cuándo va a regresar la luz. Siempre que hay tormentas la electricidad se va y tarda minutos, horas y en el peor de los casos...días en volver. Aunque tampoco está muy oscuro, sólo en penumbras por las grandes nubes negras que cubren el cielo.

Aunque no nos molesta mucho, ya que nosotros, los lobos, tenemos visión nocturna. Pero no es seguro permanecer mucho tiempo a oscuras en la noche, no cuando tienes que proteger a tu manada de otras manadas enemigas.

Cuando llego a la entrada de la sala siento que alguien me toma del brazo y pega mi espalda a la pared con fuerza.


Ally.

Una de sus manos entró bajo mi camisa para acariciar mi pecho. La aparto con rapidez. -¿Qué haces?- susurro tratando de alejarme de ella.

-Es obvio... Stephen, me gustas, me gustas mucho. - La miré paralizado.- Eres un hombre y yo una mujer, podemos subir a tu habitación y...

-Estás loca. - Me alejo de ella- Somos familia.- Si, somos primos a pesar de que...


-Sabes bien que no compartimos la misma sangre.- Susurró con seguridad. Los padres de ella eran muy amigos de los míos, cuando ella y su hermano tenían sólo tres años, sus padres desaparecieron sin dejar rastro y desde entonces mis padres los han criado como si fuesen sus propios tíos... los veo como mi familia.

Nunca se ha sabido lo que en verdad sucedió con sus padres, y Ally y Jace nunca han hablado de ellos. Pasado los años mis padres los declararon muertos. No había otra razón, ellos nunca hubiesen desaparecido dejando a sus hijos solos. ¿Lo más probable? Que una de las manadas enemigas, o cazadores, los hayan capturado y…asesinado.

-Es por esa tal Katia ¿Verdad?

-Kelly, su nombre es Kelly.- Digo corrigiéndola.- Y no es sólo por eso, a pesar de que no compartimos la misma sangre, eres mi prima.

-Pero yo no te veo así, Steph. Te veo como un hombre ¿Qué tengo que hacer para que me veas como una mujer y no como tu prima?

Estuve a punto de responderle que no tenía que hacer nada, porque yo siempre la voy a ver como mi familia, mi prima. Pero entonces escucho un quejido y un olor delicioso llega a mí. Era entre menta, flores y miel ¿Kelly? Por alguna razón estoy seguro de que es ella ¿Cómo no pude sentir ese aroma antes?

Pero se supone que estaba en su habitación y aquel olor viene de...de las escaleras.

Corro rápido hacia las escaleras. Justo en el principio de estas, está Kelly, pegada a la pared con la cabeza entre las rodillas y sus piernas pegadas al pecho. Preocupado, me acerco rápido a ella.

-Kelly ¿Qué sucede?- Me arrodillo a su altura para tratar de obligarla a levantar la cabeza, pero se niega. - ¿Estás herida?

Su cuerpo no deja de temblar aunque ella está tratando de ocultarlo. No está herida, no físicamente.


-Sólo quiero ayudarte. - Trato de hacerla entender y que deje su orgullo.

-¿Qué le sucede?- Escuché a Ally preguntar, pero la ignoro.
Cubro a Kelly con mi cuerpo evitando que ella la vea. Por alguna razón sé que Kelly quiere que haga esto.

Entonces levantó la cabeza. Sus ojos estaban rojos aunque no había rastro de lágrimas en ellos.- La tormenta...los relámpagos... yo...- No necesitó decir nada más, lo entendía.

Ella tiene miedo.


Apartó la vista. Por su mirada sé que es de las personas que no le gusta mostrar su debilidad al mundo.

-Necesito ir a mi habitación... necesito esas malditas pastillas. Dijo tratando de sonar fuerte. Intentó levantarse pero en el intento casi cae al suelo. La sujeto fuerte contra mi pecho.

-Ally, dile a los demás que me retiro.- Ordeno sin mirarla.


-Pero...


-Hazlo. - Y subí las escaleras, con ella en mis brazos, lo más rápido que un lobo preocupado por su luna puede hacer.

Cuando llegamos a su habitación cierro la puerta detrás de nosotros y la recuesto sobre la cama. -¿Dónde están esas pastillas?- Pregunto y ella intentó levantarse de la cama para ir a buscarlas. "Que cabezota por Dios"- Quieta, por una vez deja que lo haga yo.

Ella suspiró y señaló con un dedo tembloroso al cajón de una mesita de noche. Se escuchó un relámpago, y su luz se reflejó en la habitación a través del cristal de la ventana.

 Ella dejó escapar un sonido ahogado, pero trató de no hacerme ver cuánto le afectaba.

Bajo la cortina de la ventana antes de buscarle la pastilla. Se la doy a tomar junto a la botella de agua que estaba en una mesita de noche.


-¿Mejor?-Pregunto después de varios minutos. Asintió sólo un poco. Sus manos ya no tiemblan, sus ojos son del mismo azul hermoso de siempre.

-¿Quieres darte un baño?- Pregunto por decir algo. Ella me miró con una mirada de "¿Estas bromeando"? Te relajará. Ve, te espero aquí.

-No tienes porqué molestarte.- Habló por fin, su voz un poco ronca.

-No me molesta.- Digo con determinación. Ella duda unos segundos, pero después se levanta de la cama y camina hacia su armario.-Kelly.- La llamo al ver su duda, después de escuchar el sonido de un trueno atravesando el cielo, de entrar sola al baño- ¿Recuerdas que te dije que siempre te protegeré? Siempre.

Y entró al baño cerrando la puerta después de sí.

Suspiro y miro alrededor. Su habitación seguía sin estar pintada o adornada. Con todo lo que ha pasado desde su llegada, una detrás de otra, y otra y otra... Mi atención la captó un cuaderno negro debajo de la mesita. Me levanto de la cama y me acerco a él.




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