Protégeme

Pesadilla

Mis pasos no se coordinan y no logro ver nada, ya que las lágrimas me lo impiden, la mejilla me duele y mi labio partido también, estoy tratando de lucir lo más calmada posible, ya que las personas en la calle me miran como si fuera un bicho raro, una sola cosa ronda por mi mente ¿como pudo mi madre no darse cuenta de la clase de hombre con el que se iba a casar? No se a donde voy o si voy en la dirección correcta para tomar el bus únicamente sé que necesito alejarme lo más que pueda de esa casa.

A lo lejos veo unas personas haciendo fila, perfecto es este, intento cruzar la calle, pero un dolor en mi cabeza me lo impide toma parte de mi oído y no me deja moverme es un dolor agudo y molestoso, cuando se alivia un poco me dispongo a cruzar, pero una mano en mi hombro me lo impide, conozco ese olor.

— ¿Maya? - es él, no sé que hacer no quiero que me vea así, mis ojos deben de estar muy rojos por las lágrimas y ni pensar en como debe de estar mi cara - ¿qué tienes? - permanezco en silencio no logro moverme no quiero que me vea, de momento se pone frente a mí y yo bajo la cabeza por puro impulso, una lágrima baja por mi mejilla y le ruego a Dios que no la vea.

— ¿Necesitas hablar? - si él supiera lo que necesito en este momento.

— No necesito nada, gracias - por fin me lleno de valor y hablo, pero desgraciadamente mi garganta no me ayuda, se nota a leguas que estuve llorando.

— Ven - sin pensarlo y sin darme tiempo a reaccionar me abraza, Dios mío siento como todos los pedazos se unen nuevamente, me siento en paz, me siento completa, protegida me siento como si fuera un ángel el cual me estuviera abrazando, en ese momento me doy por vencida y me dejo caer una vez más en el llanto.

Las lágrimas salen sin control y siento como mi pecho se contrae la respiración me empieza a fallar, Mike me abraza un poco más fuerte.

— Lo siento yo no.

— Tranquila no digas nada - me acaricia el pelo, es como si yo fuera su hermana pequeña, me lleno de voluntad y me separo de él puedo ver como mis lágrimas han mojado su camisa.

— Perdona - digo señalando la camisa.

— Tranquila - él extiende una servilleta la tomo inmediatamente y me seco las lágrimas, en verdad agradezco su amabilidad, pero también me siento tan avergonzada de que me vea así.

— Ven conmigo - me toma de la mano sin esperar respuesta por parte mía, su tacto me recuerda al choque de electricidad que sentí la otra vez, llegamos al sótano de un edificio seguimos caminando agarrados de la mano hasta llegar a su auto, Mike quita el seguro y abre la puerta del copiloto y me hace señas para que entre, lo pienso, pero accedo, él se sienta en el lado del conductor encendiendo la luz de adentro del auto y poniendo un paquete de galletas en el salpicadero.

— ¿Que te paso? - pregunta inclinándose un poco a mí, yo no tengo fuerzas para mirarlo a los ojos por lo que me mantengo con la cabeza abajo.

— ¿Maya te hicieron daño? - no digo nada - ¿tu novio? - niego con la cabeza - ¿entonces quien? Habla conmigo - se acerca más y toma mi barbilla con su mano girando mi cabeza para quedar frente a frente.

Su cara se llena de horror al ver mi mejilla y mi labio roto, el silencio reina en nosotros y las lágrimas empezaron a salir, Mike busco un pañuelo y empezó a secarme las lágrimas.

— Dime quien te hizo esto y juro que lo pagara - niego con la cabeza no puedo decirle nada él no puede meterse en nada de esto - Maya por Dios! - grita y yo me asusto sin querer, empiezo a temblar sin control - No, no lo siento perdóname - dice tomando mis manos y puedo sentirme en paz nuevamente - lo siento es solo que necesito que hables conmigo.

— No puedo - logro decir, pude sentir como mi pecho se liberó un poco.

— Hablemos despacio, pero necesito que me digas ¿que te pasa? ¿Quien te hizo esto?

— No puedo decirte perdona - empiezo a llorar nuevamente.

— De acuerdo tranquila - soltó mis manos y busco en la guantera sacando un frasco - Es alcohol para limpiarte la herida, ¿me permites?

— No, estoy bien solo tengo que llegar a la universidad.

— Maya yo soy tu maestro, y tú estas primero que la universidad así que por favor permite ayudarte.

Asiento, él echa un poco de alcohol en el pañuelo y se inclina más a mí, cierro los ojos porque sé que esto arderá, el cuidado con el que pone el pañuelo es algo que me da más seguridad aun, aunque el ardor no me impide poner una cara de dolor.

— Perdóname, ya casi termino - repite varias veces como si tratara de transmitirme paz y lo logra - Ya esta - dice guardando el frasco nuevamente, miro el pañuelo lleno de unas gotitas de sangre y él parece darse cuenta.

— Descuida no era importante.

— Gracias - digo con dificultad aun el ardor sigue presente.

— Maya - levanto la cabeza y nuestras miradas se encuentran - nadie merece tus lágrimas, y nadie tiene el derecho de hacerte daño nunca, tomate esto te ayudara con el dolor - me tomo la pastilla y Mike pone una de sus manos en mi mejilla adolorida, cierro los ojos y sin darme cuenta mi mente no piensa y el peso de mi cuerpo me abandona.

El sonido de una puerta al cerrar hace que me espante, abro los ojos de golpe y lo veo de nuevo.

— Perdón por despertarte - intento sentarme, pero algo me lo impide - espera - dice inclinándose a mí el asiento está totalmente inclinado atrás, tenía puesto el cinturón de seguridad, logro sentarme y me quedo paralizada.

— ¿Dónde estoy? - pregunto llevándome la mano a la cabeza y observando el paisaje frente a mi, el sol esta ocultandose, las flores en este ligar son hermosas.

— Es mi lugar favorito, puedes ver el atardecer desde aquí.

— ¿Cuánto dormí?

— Casi 6 horas ¿por qué?

— La universidad, Dios no debí quedarme dormida.

— La pastilla te permitió descansar, lo necesitabas Maya - suspiro varias veces, Mike tomo una bolsa de la parte de atrás - toma, es agua y traje algo para que comas.



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En el texto hay: madre, amor, maestro

Editado: 09.12.2021

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