Protégeme

Aceptación

Estoy entre sus brazos, protegida y siendo más feliz que nunca, no quiero separarme de él, pero el día avanza y tengo cosas que hacer.

- Mike - le llamo moviéndolo un poco, él gruñe mientras se acurruca en las sabanas.

- Vamos levántate - le indico quitándole las sabanas.

- Es sábado Maya, y es temprano.

- Si, pero la productividad amor.

- Es sábado me quedaré aquí - vuelve y toma las sabanas, entiendo que no podre sacarlo de la cama por lo que me levanto y me visto yo si tendré un día productivo.

Salgo a la sala y escucho pasos detrás de mí, me giro y Mike está parado a una pequeña distancia de mí.

- Maya es sábado - gruñe.

- Lo sé amor, pero no pretendes quedarte en cama todo el día.

- ¿Por qué no?

- Bien entonces me voy a casa yo si tengo cosas que hacer- le doy un beso en la frente, el móvil de Mike suena y sale corriendo al cuarto le sigo, al entrar tiene el móvil en la mano y lo mira con cara de furia.

- ¿Qué pasa? - pregunto acercándome.

- Es un número sin registrar.

- Tómala puede ser importante - me mira y luego mira el móvil y contesta la llamada poniéndolo en alta voz.

- Buenos días, Mike espero no haberte despertado - es voz la reconozco bien.

- Megan - dice Mike mirándome.

- Si, ¿te apetece ir a desayunar unos panes tostados con una buena taza de café? - Mike se queda en silencio, no puedo creer el descaro de esta mujer, después de todo lo que hizo aún se atreve a venir a llamarlo o a buscar siquiera.

- No puedo Megan ¿quién te dio mi número? - La voz de Mike suena molesta, pongo mi mano en su hombro.

- Mi suegra hermosa.

- Ella no es tu suegra - grita Mike.

- No aun, Mike voy a recuperarte aún te amo.

- Megan yo no y por favor ya no me llames tengo pareja - esa última palabra hizo que mi corazón diera un brinco, Mike me estaba reconociendo ante su perfecta exnovia; Mike cuelga la llamada y quedamos en silencio por un tiempo.

- ¿Estás bien? - pregunto.

- Lo estoy, ¿y tú?

- Estoy bien, pero creo que ella no te dejara en paz.

- Tendrá que hacerlo.

Durante todo el día me la pasé en mi casa con Michelle contándole todo lo sucedido con Mike y su exnovia, mientras Michelle se fue en lágrimas al confesarme que sus padres se divorciarían por causa de la infidelidad de su madre, me la pase consolándola mientras mi madre de vez en cuando nos llevaba unos bocadillos.

9:30 de la noche estoy agotada y con mucho sueño, después de la visita con Michelle me la pasé haciendo deberes y casi me duermo completando los ejercicios de matemáticas.

- Cielo - escucho a mi madre desde las escaleras.

- Si? - contesto.

- Llego algo para ti - salgo de la habitación y bajo las escaleras en la puerta un joven de algunos 20 años lleva en sus manos un enorme ramo de rosas rojas, me quedo mirándolas admirando tal belleza mientras mi madre me mira esperando una explicación.

- ¿Para mí? - pregunto dudando.

- ¿La señorita Maya Ford? - pregunta el joven.

- Si soy yo - me acerco al ramo y lo tomo, lleva una nota escrita mi madre se acerca a mí" Empiezo a confiar en el Dios del amor", es de Mike no tenía dudas de que no fueran del porqué quien más las enviaría, pero nunca pensé que podría ser así de detallista. Firmo la hoja que el chico me entrega y se marcha.

- ¿Entonces? - dice mi madre cruzando los brazos.

- Es un amigo - miento.

- ¿Un amigo Maya? Un amigo no hace este tipo de cosas si no hay un interés - nunca había hablado de chicos con mi madre nunca fue necesario.

- Hay alguien, pero.

- Lo sabía, y al parecer es muy detallista - mi madre sonríe y se acerca a las flores para olerlas.

- No creo que tenga un jarrón donde pueda ponerlas - dice girándose a la cocina.

Corro a mi habitación aun con la nota en mano tomo el móvil y llamo a Mike.

- Buenas.

- ¿Estás loco? - es todo lo que le digo recostada sobre la cama, la nota en la mano y una gran sonrisa en los labios.

- ¿De qué hablas?

- Muy gracioso.

- ¿Te gustaron?

- Me encantaron Mike, gracias - mi sonrisa no podía hacerse más grande.

- Me alegra, quería llevarlas yo mismo, pero.

- Pero mi madre te vería.

- Ella no sabe que soy tu maestro.

- Cierto.

- Quiero conocerla, ¿puedo ir mañana? - por momentos lo dude, pero tenía razón ella no sabe que él es mi maestro además de que es muy poca la posibilidad de que ella lo llegue a ver en la universidad.

- De acuerdo, hablaré con ella para que vengas en el almuerzo.

- Perfecto princesa, hablamos mañana - escuche un beso desde la otra línea y recosté la cabeza sobre la cama estaba en un sueño, pero en esos sueños que no quieres despertarte jamás.

Pase toda la mañana organizando la casa, después de una explicación de una hora a mi madre término de igual forma descubriendo que si somos algo. Ya era hora de su llegada y mis nervios empezaron a subir, acomode las copas en la mesa unas 10 veces, me pase las manos por el vestido para quitar cualquier arruga y me quede parada frente a la puerta esperando a que toquen.

- ¿Ya llego? - grita mi madre desde la cocina.

- Aún no - digo con un suspiro mientras permanezco inmóvil, después de un rato el timbre suena y me apresuro a abrir, él estaba ahí con su elegante camisa negra y pantalón bien planchado, su elegante cabello peinado con cuidado todo de él, era sumamente perfecto.

- Estás hermosa - dice formando en sus labios perfectos una sonrisa perfecta.

- Hola - es todo lo que puedo decir mientras no puedo dejar de mirarlo.

- ¿Puedo pasar?

- Claro que si - entra dentro y cierro la puerta se gira y me abraza con desesperación le correspondo deseando que este abrazo nunca termine.

- Mi madre nos espera en la cocina - le susurro en el oído.



#21761 en Novela romántica
#13820 en Otros

En el texto hay: madre, amor, maestro

Editado: 09.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.