Proteger tu amor #1

Capítulo 01

Kensington es un barrio para millonarios, ideal para los Langdon, una de las familias más importantes de Inglaterra. Por supuesto que tendría la mejor seguridad y es que ahora mismo lo sentía como un refugio en lugar de un hogar.

Reprimí un quejido en cuanto mi padre, William, continuó moviendo los papeles sobre el escritorio de su estudio, refunfuñando entre dientes. Eché un vistazo a mis hermanos; Kenzie sentada a mi derecha con una postura erguida y las manos sobre su falda beige daba esa impresión de ser toda una dama cuando en realidad tenía la boca de un camionero. Archie, a mi izquierda, traía el cabello castaño oscuro revuelto, como de costumbre, y una expresión de aburrimiento plasmando sus facciones varoniles.

No teníamos mucho en común, pero esta vez estábamos de acuerdo en cierto punto: ninguno quería un guardaespaldas. El solo imaginarme a un extraño dándome vueltas, sin despegar la mirada de mí y mis asuntos me ponía los pelos de punta, es un hecho que la privacidad no existía en situaciones así, y yo repudiaba esa idea.

—Los muchachos llegarán en media hora, me imagino que van a estar presentables para recibirlos —el hombre alzó la mirada de los papeles, su aspecto preocupado me dio la sensación de que estaba demasiado metido en el asunto.—Kratos es una de las mejores compañías dedicadas a la protección de sus clientes y aquellos hombres están altamente entrenados para cubrir sus traseros, así que espero que no les den problemas.

—No te preocupes papá, aunque no esté a favor, no intentaré volverlo loco —dije en un tono suave, escondiendo el disgusto de mi voz.

—Habla por ti, si no es caliente no lo quiero —interrumpió mi hermana, arreglándose la coleta castaña y prolija.

—Kenzie, hija, cierra la boca — mi madre, Berenice, habló en cuanto entró al estudio, sus tacones repiqueteando contra el suelo. Ella besó mi cabeza y las de mis hermanos, y tomó asiento en una silla cercana —. Es un caso serio, debemos ser precavidos y después de recibir esa última carta...

—La única explicación lógica para todo esto es que el responsable es un desquiciado buscando venganza luego de haber sido despedido por ese patán de Logan.

—No hables así de mi socio, niño, ni siquiera tienes una idea de lo que está sucediendo. Te la pasas encerrado en tu habitación. No hay que apuntar a alguien cuando ni siquiera tenemos un sospechoso y eso lo sabes bien, Archie —bramó papá, ordenando la pila de papeles.

—Le tiene bronca a Logan porque no lo dejó salir con su hijo —me susurró Kenzie. Le di codazo leve y fruncí el ceño ante sus palabras. Ella siempre metiéndose en problemas ajenos.

—Logan fue quién nos sugirió optar por Kratos. Nos dijeron que son de los mejores, por lo que cada uno de ustedes tendrá su propio guardaespaldas y es el fin de la discusión —puntualizó mi madre y tomó la taza de porcelana con té para darle un sorbo.

—Vayan a sus habitaciones si así quieren, les avisaré en cuanto los muchachos estén aquí.

Después de escuchar a papá, los tres salimos al extenso living en tonos neutros. Me senté en el sillón y me  incliné para tomar el control remoto de la mesa de cristal y así encender la pantalla. Kenzie se sentó en el otro extremo, husmeando en su celular.

—Tendré que cancelar mi cita, joder, me voy a perder de una buena cogida —mi hermano se dejó caer en el sofá de manera exagerada. Alcé una ceja ante su comentario y continué haciendo zapping.

—Dile a Timmy que lo verás luego —respondí, interesada en un canal sobre competencias de diseño.

—Ya no estoy con él, Beth, ahora es Jimmy —contestó con sorna, embozando una sonrisa juguetona.

—Timmy, Jimmy,  ¿cuál es la diferencia?

—Que uno tiene mejor trasero que el otro, punto para Archie —levantó un puño al aire.

—Este idiota y su obsesión por el sexo —se quejó mi hermana, sin apartar la mirada de su celular.

Mientras que ellos lanzaban insultos hacia el otro, pensé en la razón por la que tendríamos más seguridad.

El imperio Langdon es conocido en toda Inglaterra, siendo un círculo interminable de negocios, de modo que todos conocían el nombre de mis padres. Cada vez que el mío, o el de mis hermanos, salía en algún artículo, me daba un poco de miedo y esperanzas.

Miedo porque un día William comenzó a recibir cartas anónimas en su oficina, todos los días una nueva. Nadie entendía cómo era posible, el correo era inspeccionado por uno de sus empleados antes de que su secretaria las dejara en su oficina, pero las cartas seguían apareciendo. Una más terrorífica que la otra. No quiso decirme mucho, incluso cuando discutí que, como la mayor de los hermanos, estaba en mi derecho de saber qué estaba ocurriendo. Me dijo que no me preocupara, que se solucionaría, pero nada me tranquilizó lo suficiente. 



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En el texto hay: romance, guardaespaldas, exnovio

Editado: 09.01.2020

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