MIA
Estoy cayendo.
Rápido.
Mis ojos se abren al mismo tiempo que trato de respirar, pero es una misión imposible en este momento. Hay demasiado aire, demasiada oscuridad, voy demasiado rápido. Demasiado todo. Mi mente es consciente de que estoy cayendo y trato de mover mis piernas o mis brazos, pero no responden a mis órdenes, es como si se hubieran desconectado. Quiero gritar, pero no puedo.
¿Qué está pasando?
Dejo de intentar moverme cuando empiezo a escuchar algo. ¿Son gritos? El sonido cada vez se escucha más cerca y, efectivamente, reconozco gritos de dolor, ira y horror acompañados de lamentos. Mi espalda ha empezado a arder. La oscuridad se va desvaneciendo, y veo ráfagas de fuego a mi alrededor y un tono rojizo que tiñe los muros rojos.
¿Es el infierno? ¿Estoy en el infierno? Después de todo lo que sufrí, ¿seré condenada a estar aquí? ¿Qué clase de broma es…?
No termino de pensar antes de sentir que me estrello con el suelo. Mi cuerpo hace un sonido seco, tosco y repentino. La impresión apenas me deja procesar el dolor que siento.
Me pongo en posición fetal, no sé cuánto tiempo, pero poco a poco el dolor se hace más llevadero. Mis ojos detallan el lugar asumo que es un páramo desértico. Hay troncos de árboles negros como si hubieran sido quemados, los rastros de vegetación tienen el mismo aspecto, el aire es caliente y casi imposible de respirar. Acá no hay lugar para la vida. Solo la muerte.
Me pongo de pie con gran dificultad. No hay nada cerca, solo plantas muertas y más desierto. El lugar me hace sentir incómoda, hay una energía que me hace desear irme y al mismo tiempo quedarme. Suena contradictoria, lo sé. Solo que… tengo la sensación de estar esperando ver algo o alguien que ni yo misma puedo explicar.
Doy una vuelta en mi eje y frunzo el ceño al ver a una… ¿mujer? parada a unos metros de mí. No sé si es por la distancia o es que mi vista me falla, pero no logro ver ninguna facción de ella, ni siquiera la tonalidad de su piel. Es como si fuera una sombra.
Lo que me llama más la atención es su postura. Casi todo su peso está balanceado hacia un lado, sus pies están girados levemente hacia adentro y está parada de puntas. Lo más sensato sería huir ante la aterradora imagen que tengo delante teniendo en cuenta que probablemente si estoy en el infierno, pero no siento miedo en lo absoluto. Al contrario, siento que la conozco mucho más de lo que llego a comprender.
¿Quién eres?
Como si hubiera leído mi mente, comienza a dar pasos hacia mí. Mi sentido común me dice que corra lo más rápido posible para alejarme de ella. ¿Huir a dónde? Estoy prácticamente en un desierto donde no tengo donde huir, las únicas colinas que puedo lograr a visualizar están a cientos de kilómetros.
Vuelvo mi vista hacia la mujer y doy un ligero salto en mi lugar al ver que ya la tengo enfrente de mí, a escasos centímetros de mí. Su aliento frío choca con mi rostro y debo aguantar la respiración al sentir el putrefacto olor que tiene. Huele a carne podrida quemada. Su rostro está cubierto con su cabello mojado, lo único que logro ver son sus labios delgados y la punta de su nariz.
—He estado esperando por ti. — la voz de la mujer es para matarte de un susto. Es siniestra, carente de emoción y arrastrada. Es escalofriante hasta los huesos, y más por el hecho de que oí su voz en mi mente a pesar de que mueve sus labios.
—¿Quién eres? — pregunto con más valor de lo que creí tener.
Levanta sus manos que están adornadas con delgadas cadenas hacia mi rostro. Sus delgados dedos rozan el contorno de mi rostro y el inicio de mi cuello, haciendo que las cadenas hagan un sonidito por el movimiento.
—Mi vida fue arrebatada, incluso antes de nacer —comienza a cantar. Si de por sí su voz daba miedo al hablar, cantando lo era aún más. Me hizo recordar a una de esas veces que Paul me hizo ver sus películas de fantasmas en pena.
Asesinada,
Condenada a las brasas del Infierno
Solo quiero volver
La luna Roja es mi salvación
Y tú, mi cuerpo me debes devolver
¿Qué?
Termina de decir eso y comienza a gritar haciendo que me encoja tapándome los oídos. Una gran ola de aire comienza a rodearnos haciendo que su cabello suelto vuele por todos lados.
—¡Asesina! —grita y logro ver sus ojos finalmente. El iris de sus ojos es un rojo brillante y luego todo es negro. ¿Qué diablos está sucediendo? — ¡El día de tu cumpleaños me devolverás lo que es mío! Disfruta de lo que te queda de vida.
***
Cuando despierto, me cuesta soltar la experiencia que viví en el Infierno. Al principio creí que todo había sido producto de mi imaginación, una pesadilla como solía tener; pero cuando oí la cálida voz de Ethan, y sentí nuevamente el aire fresco llegar a mis pulmones fui consciente del lugar donde estaba. Y entonces supe que no fue mi imaginación.
Fue real.
Yo había ido al infierno y volví a la vida.
Había estado en el hogar de la muerte, escuché los lamentos de las almas perdidas y condenadas, sentí la oscuridad, la maldad y la falta de esperanza tan presente como si tuvieran un cuerpo físico. Y había visto a esa mujer.
¿Quién era ella? ¿Y por qué creía que estaba involucrada en su muerte?
Pensé en su voz, la forma en cómo se oía y traté de recordar si alguna vez la había visto. Pero tenía la misma respuesta: No la conocía. Una voz así jamás la olvidaría.
—¿Mia? —la voz de Ethan me hace recordar que no estoy sola y fijo mi vista en él quien suspira antes de comenzar a hablar. —Sé que, lo que te acabo de confesar es complicado de procesar y lo entiendo. Pero debes entender que...
Levanto una mano indicándole que guarde silencio. Obedece y me mira esperando pacientemente que diga algo.
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Editado: 29.11.2024