MIA
¿Tengo miedo? Sí, bastante.
¿Todo estará bien? Lo dudo.
Siempre hay un problema, pero creo en la promesa de Paul. Sé que estará ahí si lo necesito, lo ha estado siempre.
Conocí a Paul el primer día de clases. De niña era demasiado asustadiza, los sonidos muy fuertes me alteraban muy rápido; algunos niños veían eso divertido para hacerme bromas que me hacían llorar. Ese día no se les ocurrió mejor idea que hacerme una de sus clásicas bromas por las que me caí y me hice daño en las piernas. Fue en ese momento que un niño de cabello rubio y sonrisa dulce, decidió intervenir.
Luego de haberme llevado a la enfermería me dijo que ellos iban a recibir una cucharadita de su propia medicina. Nunca supe qué les hizo, pero al día siguiente durante el refrigerio, los niños aparecieron en la cafetería cubiertos de algo que olía horrible, tenían los ojos llorosos -quizás por el olor o por la humillación de estar así frente a todo el colegio- y me pidieron disculpas agregando que nunca más lo harían. Un poco cruel, pero en ese entonces se sintió muy bien.
Desde ese momento, Paul y yo nunca nos separamos. Cuando me fui creí que la posibilidad de volver a encontrarnos sería mínima y me dolía imaginar un escenario donde no tuviera a mi mejor amigo a mi lado.
Pero eso ha cambiado con lo que acabo de aceptar. Irme a New Mystery no solo salvaría mi vida, permitiría que recuperara una parte de mi familia.
—¿Necesitas ayuda para hacer la maleta? —levanto la vista al oír la voz de Hillary. Una pequeña sonrisa casi tímida luce en su rostro mientras se asoma a mi habitación.
Tengo todas mis cosas regadas por mi cama, con la maleta frente a mí abierta. No sé ni por dónde empezar, lo cual es raro cuando soy muy organizada. Pedí espacio para poder hacer esto. Ethan no dudó en aceptar e irse a la planta de abajo; era lo mínimo que esperaba de su parte después de haberse salido con la suya.
De solo recordarlo la molestia vuelve a crecer en mi interior, así que me concentro en Hillary.
—No —respondo—, pero puedes quedarte.
—¿Cómo te sientes? —pregunta, caminando hasta conseguir un espacio en el borde de mi cama para sentarse. —¿Nerviosa? ¿Asustada? ¿Emocionada?
—Un poco de los tres.
—Es normal.
Al apoyar su peso en su brazo, el tatuaje en su muñeca resalta y… todas las preguntas que me había hecho empiezan a encajar.
Lo que pasó hace unas horas no es claro. Tengo recuerdos vagos de Ethan transformado lanzándose sobre Ashton, y también de alguien más. No estaba solo. A pesar de la oscuridad vi una silueta de mujer, y en el carro, cuando despertaba, había una voz femenina que en ese momento no lograba entender qué decía o de quién era. Me sonaba familiar. Y ahora sé por qué.
—Tú eres de su manada. —afirmo. Algo cambia en su mirada, es casi imperceptible, pero es suficiente para tomarlo como respuesta. —También eres un licántropo.
Asiente brevemente.
—Nací siendo licántropo. —hace una pausa— Pero también soy una bruja.
—Una híbrida.
—Así es, pero no por elección. —el tono en su voz llama mi atención.
—Lo dices como si fuera malo.
—No exactamente. —alzo una ceja. Hillary se acomoda y toma una posición más recta. —En teoría no existen los híbridos. Las especies de nuestro mundo se rigen por el gen dominante, hay parejas que son de distintas especies que, al concebir un hijo, el gen más fuerte, ya sea el de su padre o el de su madre, es el que dictará a qué especie pertenecerá.
—¿Y no existe la remota posibilidad de que eso falle?
Niega la cabeza.
—Nunca se ha visto ni escuchado algo así. Y, créeme, un caso así llamaría la atención y no tardarían en tomar medidas contra cualquier posible amenaza que altere el orden.
Compartimos una mirada que es todo lo que necesito para saber a qué se refiere. Sería una cacería. Se me revuelve el estómago de solo pensarlo.
—Pero tú eres una híbrida. ¿Cómo…?
—Hace años, cuando ni siquiera me había transformado, crucé la frontera de los bosques de New Mystery. Ya no recuerdo el motivo. Cuando me di cuenta había oscurecido y… me perdí, nunca había salido del pueblo ni alejado tanto. Tratando de llegar me encontré con un grupo de vampiros nómadas.
—Así que los vampiros existen.
—Por supuesto. Son nuestros enemigos por naturaleza. Bueno, la mayoría. —responde. Asiento y le hago un gesto para que continúe. —Retomando, el grupo con el que me crucé tenían mal aspecto, se notaba que no habían comido en semanas. —se aclara la garganta— Iban a atacarme, pero alguien intervino. Una bruja que vivía en el pueblo había oído los gritos, se acercó a defenderme, pero eran cinco contra uno. Logró ahuyentarlos, pero ella quedó muy lastimada. La vi agonizar. —su mirada es invadida por la nostalgia de ese momento. Suspiro y estiro mi mano para sostener la suya en forma de apoyo. —Antes de morir me transfirió sus poderes. No sé si sabía lo que hacía, pero ahora los tengo. Trato de ocultarlo, solo lo uso en momentos muy importantes.
—Como defenderme de Ashton. —apunto. Tengo ganas de abrazarla, pero me siento dolida por no haberme dicho sobre Ethan. Solo después de varios segundos en silencio es que me atrevo a decir: —Gracias. Por todo lo que han hecho por mí.
—No lo digas como si te estuvieras despidiendo. —me da un empujoncito leve y no puedo evitar sonreír— También regresaré a New Mystery. Todos lo haremos.
La miro sorprendida.
—¿En serio? Pero, ¿Qué sucederá con sus empleos? —inquiero.
Hillary me lanza una mirada que va entre la culpa y la travesura. Tardo unos segundos en entenderlo. El barrio donde está el departamento está cerca del centro, razón por la cual el alquiler no debe ser barato. La decoración también debió requerir inversión. ¡Y estas chicas conducen semejantes autos y motos! Denme una bofetada por no haberme dado cuenta.
—No necesitan los empleos —concluyo.
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Editado: 29.11.2024