El sol comienza a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras mientras me dirijo hacia el claro en el bosque donde se supone que debo encontrar a Luca, el Alfa de la manada. La advertencia de Leo resuena en mi mente: “Los hombres lobo no confían en los humanos.” A pesar de esto, mi curiosidad y la necesidad de entender mi herencia me empujan hacia adelante.
Camino por un sendero cubierto de hojas caídas, cada paso resonando en el silencio del bosque. Los árboles se alzan a mi alrededor como centinelas, y a medida que me acerco al claro, una mezcla de nervios y emoción se apodera de mí. Me pregunto cómo será Luca. La imagen que tengo de un hombre lobo es la de una bestia feroz, pero también la de un protector. ¿Cuál de las dos realidades me encontraré hoy?
Finalmente, llego al claro, y allí está él. Luca se erige en el centro, su figura esbelta y musculosa destaca contra el fondo del bosque. Su cabello es de un negro profundo, y sus ojos, que parecen brillar incluso con la luz del atardecer, se clavan en mí. La primera impresión es intensa, y un escalofrío recorre mi columna vertebral. Siento que estoy frente a un depredador, pero hay algo más en su mirada que me atrapa, una profundidad que me intriga.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Luca, su voz es profunda y resonante, y hay un tono de desconfianza que no puedo ignorar.
—He venido a hablar contigo —respondo, tratando de mantener la compostura a pesar de la tensión que se siente en el aire.
—¿Sobre qué? —replica, cruzando los brazos y dando un paso hacia mí, su postura es amenazante.
—Sobre mi abuela, sobre la orden de guardianes. —Mi voz tiembla levemente, pero me obligo a seguir—. Ella me dejó un diario, y quiero entender mi herencia. Quiero entender a la manada.
Luca frunce el ceño, su mirada se endurece. La desconfianza emana de él como un aura palpable.
—No deberías estar aquí. Los humanos no comprenden lo que está en juego. —Su tono es firme, y puedo sentir la frustración y el desdén en sus palabras.
—No soy como los demás humanos —protesto, sintiendo que debo defenderme—. Quiero ayudar. Mi abuela me ha dejado esto, y no puedo ignorarlo.
Un silencio incómodo se extiende entre nosotros, y me encuentro atrapada entre el deseo de que me entienda y el temor de su rechazo. ¿Acaso tengo una oportunidad de hacerle ver que no todos los humanos son enemigos?
—¿Y qué crees que puedes hacer? —pregunta Luca, sus ojos escudriñándome, buscando alguna debilidad en mi argumento.
Siento que el desafío en su voz es más que un simple escepticismo. Es un reflejo de la historia y las heridas que su manada ha sufrido a manos de los humanos. Intento recordar lo que Leo me dijo sobre los hombres lobo y su historia.
—Si mi abuela estaba ligada a la orden de guardianes, entonces yo también lo estoy. No quiero que la historia se repita. Los hombres lobo y los humanos pueden coexistir.
Luca se ríe amargamente, un sonido que me golpea como un puñetazo en el estómago.
—Coexistir. Es fácil decirlo, Clara, pero cuando has visto lo que yo he visto, te darás cuenta de que los humanos no son de fiar. Ellos traicionan, cazan y destruyen. No podemos permitir que te acerques a nuestra manada.
La declaración me hiere, y la frustración burbujea dentro de mí. Siento que lo que estoy diciendo es verdad, que hay un camino hacia la reconciliación, pero la negación de Luca me hace dudar de mí misma.
—No estoy aquí para traicionar a nadie. Quiero entender —le respondo, mi voz más firme, intentando transmitirle mi sinceridad.
En ese momento, una brisa fresca atraviesa el claro, y me doy cuenta de que, a pesar de su desconfianza, hay una conexión extraña que siento con él. Es como si algo en su interior resonara con algo en mí, una fuerza inexplicable que va más allá de las palabras.
Luca me observa en silencio, como si estuviera sopesando mis palabras, buscando alguna verdad oculta en mis ojos.
—La manada está en peligro —dice finalmente, su voz ha perdido algo de la dureza anterior—. Hay fuerzas que buscan destruirnos, y no podemos darnos el lujo de confiar en los humanos.
La mención de un peligro inminente me inquieta, y el deseo de ayudar se intensifica en mi interior.
—¿Qué tipo de peligro? —pregunto, dando un paso hacia él, el impulso de acercarme a su mundo es abrumador.
—Una antigua amenaza ha resurgido, una que busca venganza. Y no se detendrá hasta que obtenga lo que quiere —responde, la seriedad en su tono me hace estremecer.
—¿Qué puedo hacer para ayudar? —insisto, sintiendo que esta es mi oportunidad de demostrarle que puedo ser más que un humano promedio.
Luca suspira, y hay un destello de conflicto en su mirada, como si estuviera lidiando con sus propios demonios.
—Lo más seguro para ti es que te alejes. —Su voz se vuelve casi suave, un indicio de la lucha que lleva dentro—. No entiendes los peligros que te rodean.
Pero, a pesar de sus palabras, no puedo darme por vencida.
—¿Y si te digo que creo que mi abuela estaba involucrada en esto? ¿Y que tengo el derecho de estar aquí? —La determinación se apodera de mí, y mi tono es más desafiante.
Luca me observa durante un largo momento, y me doy cuenta de que está evaluando mis palabras y mi determinación. Finalmente, su expresión se suaviza un poco, aunque la desconfianza nunca desaparece por completo.
—Está bien —dice finalmente—. Si realmente quieres entender, tendrás que probar que no eres una amenaza. La manada no puede permitirse ninguna debilidad.
Siento un alivio instantáneo, pero también una presión abrumadora. Ahora que estoy dentro, debo demostrar que puedo ser parte de algo más grande.
—Haré lo que sea necesario —le respondo con firmeza, sintiendo que este es solo el comienzo de un viaje complicado.
—Entonces, prepárate. Tendremos que entrenar. La próxima vez que vengas, asegúrate de estar lista para enfrentar lo que viene.
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Editado: 14.11.2024