Proyecto M

Prologo

No recuerdo haber tenido una infancia normal, ni siquiera estoy segura de a que se refieren con algo normal, pero no me arrepiento de haber vivido gracias al cobijo de la noche. Fui acogida por el Señor Romo cuando tenía 2 años, yo y otros 49 niños fuimos llevados a un lugar especial donde nos criaron y educaron únicamente para servir a la mafia, naturalmente no teníamos idea de lo que nos esperaba, nadie podía negarse de cualquier forma.

Cuando el proyecto comenzó ninguno de nosotros tenía nombre, recuerdo haber sido llamada “tres” los primeros dos años, así era como nos identificaban a todos, las mujeres que nos cuidaban cuentan que yo era una niña demasiado tranquila e inteligente que a veces dudaban de mi edad, recuerdan con un ligero escalofrió verme sentada por horas solo observando pequeños insectos que pasaban por el lugar.

Luego de aquellos dos años, el número de niños había reducido, probablemente quedábamos unos 30 niños, nunca nos dijeron que hicieron con los demás o a donde fueron, pero puedo imaginar la tragedia que debieron pasar esos niños; en ese tercer año yo contaba ya con 5 años, algo que era muy interesante es que todos teníamos el mismo día de cumpleaños, así que todos aumentábamos de edad el mismo día; recuerdo muy bien que en ese año nos dijeron que habían decidido darnos nombres, muchos se emocionaron aunque a mí me daba igual; el niño que siempre estaba a mi lado recibió el nombre de Zacarías, pero decía que le gustaba más Zac, así que naturalmente comencé a llamarlo así; a mí me asignaron el nombre de Mikaela, aunque poca gente me llamaba así, la mayoría optó por llamarme Mika. Había varios niños que eran mayores que nosotros, el número once obtuvo el nombre de Dante, el número quince fue llamado Louise y la chica número treinta idos obtuvo el nombre de Ruby.

Esos fueron los únicos nombres que aprendí ya que, con el tiempo, terminamos siendo los últimos niños en aquel lugar, la mayoría fueron desapareciendo y dejaron de ser relevantes en el proyecto. Estoy segura de que esa mayoría fueron descartados por la ausencia de capacidades para llevar a cabo todas las actividades que nos pedían, realmente dudo que unos malditos niños sean capaces de disparar un arma, aun así nosotros lo logramos.

Cada uno de nosotros fue especializado a algún tipo de actividad, Zac resulto ser buen negociante, así que le enseñaron el arte del contrabando y los robos, por otro lado Ruby era muy buena con la tecnología así que la capacitaron para el robo de información y hackeo; por mi parte mostré una gran habilidad de precisión y calculo, me llevaron con una mujer que me enseño el arte del asesinato, esta selección sucedió cuando yo tenía siete años de edad. Pasaron algunos años luego de la selección antes de que volviera a ver a las personas con las que aprendí lo básico, aunque Zac siempre encontraba la forma de verme, sus visitas eran algo muy lindo, me hacía regresar a la poca humanidad con la que yo contaba, fueron los diez años más importantes de nuestras vidas puesto que los profesionales se dedicaron a mostrarnos como realizar múltiples actividades, Pero la verdadera historia comienza poco después de que Zac y yo cumplimos diecisiete.



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En el texto hay: asesinato, sangre, lenguaje crudo

Editado: 16.02.2021

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