El día que nos graduamos de el proyecto yo contaba con siete años, me enviaron junto a la señorita Noah, quien se dio a la tarea de enseñarme todo tipo de técnicas para aniquilar a cualquier objetivo, desde técnicas simples y grotescas hasta las mas complejas y descabelladas, todo lo había aprendido en poco tiempo y, según las palabras de mi mentora “con una bella lucentezza”, en muchas ocasiones dedico semanas a enseñarme como debía expresarme adecuadamente según la situación, pero nunca logro hacer que mi rostro generara expresiones, ella repetía constantemente que la mejor característica de un asesino era la capacidad de adaptarse a las situaciones sin importar la dificultad, esto requería también poder actuar emociones ante otros.
Aunque con el tiempo logre obtener esa capacidad de actuación, decidí no utilizarla a menos de que fuera realmente necesario, la señorita Noah creía que me beneficiaria practicar a diario, pero pude ver claramente que le resultaba molesto ver mi inexpresivo rostro todos los días. Muchas veces me trató como si fuera su propia hija y en misiones importantes llegó a arriesgar su vida para protegerme, decía que la única persona que podía matarla era su alumna, tal vez fueron esas palabras las que más resonaron en mi cabeza aquella mañana, sentía un vacío en mi pecho pero no podía llorar, el rostro en blanco de mi mentora me estaba diciendo que era una inútil, que yo debí haber sido la que le quitara la vida, pero alguien más se dio a la tarea de terminar con la vida de la señorita Noah.
Lou y Zac me habían acompañado a inspeccionar el lugar, pero yo estaba demasiado asustada para dar un paso más en aquella oficina, era mi maestra, la persona que tanto cariño y tiempo me dedico yacía muerta en su escritorio, no tuvo tiempo de reaccionar ante aquel ataque, cuando mis dos compañeros llegaron intentaron alejarme de aquella habitación, pero inmediatamente volví a mi estado natural; le pedí a Lou que se mantuviera afuera y buscara señales del ataque en los alrededores, pareció molestarse pero no se negó, proseguí a inspeccionar aquella habitación y el cuerpo de mi maestra con la ayuda de Zac, quien mostraba un rostro de completa preocupación hacia mi persona, pero eso no era importante. El cuerpo había sido atacado con armas de fuego, según lo que pudimos observar, algún francotirador había planeado el ataque para evitar ser descubierto, la bala apenas había llegado al corazón por lo que debió hacerlo desde una distancia considerable, nadie había entrado a la casa y nadie había escuchado el disparo, aquella persona era bastante astuta y yo ya contaba con algunas sospechas del culpable.
Cuando Zac y yo nos acercamos a inspeccionar con mayor detenimiento el viejo escritorio de madera pudimos observar un tallado hecho con bastante apuro; “34111532” eran los números que se apreciaban en la corteza tallada, esta situación nos preocupo bastante puesto que habíamos deducido que el asesino había llevado a cabo aquel acto desde una distancia considerable, pero al ver aquel tallado en un escritorio que se había mantenido en perfectas condiciones durante años nos hizo dudar de nuestras ideas iniciales, luego de revisar la zona dejamos el trabajo de limpieza a otro equipo y nos dirigimos a una oficina común, donde los cinco comenzamos a discutir sobre la evidencia encontrada.
– Esto es una estupidez, seguramente fue algún enemigo de la señorita Noah – replicaba bastante nerviosa Ruby, quería creer que lo que ella misma decía era la realidad – no seas tonta, ella siempre se asegura de mantenerse alerta, debió ser traicionada por alguien que conocía – respondió con tranquilidad Dante – sin mencionar que las marcas en el escritorio fueron hechas por algún tercero, fue un trabajo de al menos dos personas, el asesino y un cómplice que la hizo bajar la guardia – prosiguió con su explicación para aclarar aquella situación, sin embargo en mi mente no lograba entrar aquella discusión, mi concentración estaba totalmente dirigida a las fotos de aquella tragedia y en todos los arrepentimientos que tenía, si hubiera sido más precavida, si la hubiera escuchado cuando me ofreció sacarme del programa, tal vez hubiera estado ahí, o tal vez la situación nunca hubiera cambiado, tal vez se trataba de algo que tenia que pasar sin embargo no lo podía aceptar, yo debí ser quien le iba a dar una muerte digna, yo debí ser una mejor alumna – Mika, si no te sientes bien puedes irte – escuche la voz tenue de Dante, voltee a ver a los demás y noté sus rostros de preocupación y asombro, me había metido tanto en mis pensamientos que no me di cuenta cuando mis ojos comenzaron a soltar lágrimas, toqué mi rostro húmedo con el mismo asombro que tenían mis compañeros, me parecía irreal que mi cuerpo estuviera expresando toda la impotencia que sentía; me levante en seguida y me disculpé con el resto para después salir de aquella oficina, necesitaba calmarme.
Luego de haber caminado un rato en el parque cercano junto a Hakim, logré estabilizar mis emociones y me dirigí de nuevo al lugar donde estaba la reunión, al entrar me explicaron que Dante creía que los números en el escritorio eran nuestros números de identificación cuando apenas había iniciado el proyecto – el 3 es tuyo, 4 de Zac, 11 es mío, 15 de Lou y 32 de Ruby – expresó con un tono cansado y preocupado, seguramente tenía la misma corazonada que yo, pero esta evidencia no nos permitía acusar a nadie, era una pequeña lluvia que veríamos antes de la gran tormenta que nos asechaba desde las sombras.