Voy despertando poco a poco.
Recordando una y otra vez mi estupidez al confiar en Escorpio.
Observo el laboratorio, uno nuevo y limpio. No sé dónde estoy, tampoco me puedo mover; me encuentro atada en una silla con lo que parece hilos de telaraña.
—Se ve muy linda durmiendo, doctora.
— ¿Por qué no me has matado? —es lo primero que pregunto.
— ¿Quiere que lo haga? Sería un desperdicio.
Intento romper los hilos pero en cada intento estos se vuelven más fuertes y lo único que tengo en la mente es que este loco los termino por liberal a todos.
—No se preocupes —canturrea—, yo mismo me encargue de asegurarme que mis hermanos no despierten. No me beneficia para nada que interfieran en mi camino, mucho menos Acuario.
Tiene planeado matarnos a todos. Es demasiado inteligente y por eso se aseguró de ser el único despierto. Tiene algo en mente, no hay duda de que será nuestro fin.
Mi fin en manos de este maniaco homicida de la cual fui participe en su creación.
Las lágrimas me salen solas recordando a Ale, a Stefan; convenciéndome de que sus muertes y las de esos soldados también fueron culpas mías.
— ¿Por qué lloras?
— ¿¡QUE TE IMPORTA?!
—No se ve linda con lágrimas, doctora. No me gusta eso. No le he hecho nada para que se pusiera a llorar, no la he lastimado, me encargue de curar bien sus heridas.
—Todo esto es mi culpa, muchos han muerto por mi maldita culpa.
— ¡No, no, no! —Se aproxima a tomarme la cara y limpiar mis lágrimas—. No llore. Sus muertes no fueron su culpa.
— ¿Que mierda quieres?
—No una masacre como piensas —contesta
¿No quiere matarnos?
¿No quiere venganza?
— ¿Entonces? —vuelvo a preguntar.
Encoje los hombros.
—Divertirme, tener a todo una masa bajo mis pies.
—Es imposible lo que quieres. A penas los de la superficie te ven te van a matar, nadie debe saber de ustedes.
—Sé que no les gusta lo raro, por eso empezare con un pequeño pueblo poco conocido.
Abro la boca de la impresión.
No quiere a uno, quiere a todo un pueblo.
Quiere a Helling.
—Créame doctora, tengo varias trucos bajo mi aguijón.
—Tu plan no funcionará.
—Sí, si los convenzo.
— ¿Y cómo piensas hacer eso? ¿Haciéndose su amigo? ¿Lanzando una campaña política?
—Hay algo en este mundo, doctora, que se llamada Hipnosis —se posiciona detrás mío para peinar mi cabello—. La misma sugestión que use en usted para que confiera en mí, la misma que tuve con el chico del aseo de desconectar la capsula de ese Camaleón y luego apagar las luces.
Quedo en shock, estática con los ojos completamente abiertos.
Todo es culpa de él. Todo empezó por él.
Se posiciona frente a mí, con esa sonrisa de enfermo mental que sabe que ha ganado.
—No… tú… —No lo puedo entender—. ¡¿Pero cómo!?
—Vera, no solo me ligaron con un death stalker como lo dice en tu expediente —usa el escritorio como una especie de trono—. Al igual que Virgo y Leo, me ligaron con otras especies de las cuales usted no está en conocimiento.
»En mi ADN esta un escorpión, una cascabel y lo más importante, una Nepenthes rajah. Si, así como escuchó, tengo el dulce olor de una flor; lo que hace se las personas se sientan atraídas a mí, igual que una mosca.
— ¡Es mentira, no está en el expediente! ¡Científicamente es imposible ligar tantas especies juntas!
— ¿Qué sabe usted? Llego después que nos crearan, solo nos mantuvo vivos y drogados —acota—. ¿Quieres saber por qué el proyecto zodiaco “sigue en pie”?
La ira, la impotencia no me permite hablar.
—Porque el mismo Alexio sintetizó nuestro ADN.
—Ya se.
Negó divertido.
—No, no lo entiende. De su sudor y esfuerzo se logró la primera fusión de especies, varias veces falló, claro; pero de su sangre —se rio de una forma bastante hipnótica—, de su sangre, hermosa doctora, nacimos nosotros.
Ahora entiendo menos.
—No entiendo, eso no es…
— ¿Posible? ¡Sí, doctora! Somos sus bastarditos ¿Le cuento que es lo más enfermizo y lo que hizo que Virgo enloqueciera?