JAKE
Por milésima vez en el mes Marcos me insistía con que saliésemos a divertirnos, que necesitábamos volver a nuestros viejos tiempos en donde éramos los reyes de la diversión y los mejores del baile.
No me opongo a su propuesta cuando me la vuelve a hacer hoy día, porque necesito esa salida y porque la merezco.
—No le digas nada a Brenda—Le ruego a mi mejor amigo cuando cerramos nuestra salida.
—¿Por qué no tendría que saber mi hermana?—Pregunta inquietante
—Porque no, y no hagas más pregunta.
—¿Acaso estas saliendo con ella?—Me dice ignorando mis palabras, y lo entiendo.
—¡No!—Niego con toda voluntad, queriendo no entrar en ese terreno.
Entiendo a mi amigo, si le ruego que no le diga a su hermana que saldremos, ¿en que más pensaría que no fuese que estuviésemos en una relación?
Me gustaría que las cosas me fueran más fáciles, pero no lo son. Brenda esta últimamente intolerante, y no para de enviarme cartas haciéndose mil historias con respecto a un nosotros como pareja.
No es más que querer evitar eso, que ella se ponga triste porque saldré, que se ponga a llorar y me ruegue que no la deje, cuando en realidad no tengo porque dejarla cuando en realidad no somos nada. Muchas veces me pregunto que es lo que esta pasando, pero me doy cuenta que es un capricho de ella, que está en una nueva etapa y que puede que yo sea el único chico que ella ve más seguido y con el cual puede creer que siento cosas por ella.
No me gusta Brenda como mujer, no me fijaría en ella y no por ser la hermana de mi mejor amigo, sino porque no me siento atraído por ella, no estoy enamorado. Pero no puedo evitar quererla, porque es como mi pequeña hermana y me nace querer protegerla y quererla, y por eso me lastima que sufra y más si yo soy el culpable.
Es un boliche que comúnmente visitamos con Marcos aquí en Sevilla el que hemos elegido hoy día. Hay una larga fila de personas por entrar lo que causa que demoremos en poder estar dentro.
Luego de unos cuantos y largos minutos, por fin, podemos estar dentro del lugar. La música esta a tope como tiene que ser, un gran tumulto de gente se adueña de la pista al ritmo de una canción que no reconozco. Marcos me mira sabiendo de que una vez que lleguemos a la pista, por el resto de la noche no nos despegaremos.
Conociéndonos, de toda formas, evitamos ir de primera por lo que pedimos algo en la barra mientras observamos a toda esa gente divertirse y sobre todo bailar, bailar hasta no poder más.
—Nos vemos—Me dice Marcos cuando es arrastrado a la pista por una chica de gran cabellera rubia, le hago un guiño a mi amigo quien en segundos se pierde entre la multitud.
Estoy solo por lo que es momento de ir a la pista, busco con la mirada a mi alrededor en busca de alguna chica solitaria. Me toma varios minutos el darme cuenta de un grupo de chicas, todas ellas bellas; pero una sola logra captar toda mi atención.
Es hermosa y lo que más me alegra es que no quita su mirada en mi; me busca con picardía.
Con toda la valentía del mundo camino hacia ella, sin entender porque me hace sentir tan cohibido.
—¿Bailamos?—Le pregunto mientras le ofrezco mi mano. Ella la acepta al instante sin pensarlo.
Casi una hora después sin descanso, en donde bailamos y hablamos una que otra cosa con dificultad por el volumen de la música nos alejamos un poco de todo el barullo para beber algo.
—¡Uff, estoy muerta!—Dice ella mientras suelta todo su peso sobre una pequeño sofá que hay en el sitio, que por el momento esta desocupado de todos aquellos que quieren evitar bailar.
—¿Tienes novia?—Me pregunta cuando ambos estamos uno del lado del otro, estamos cerca y ella me hace sentir intimidado. Y creo que más que por su belleza, es por su actitud.
—No, no la tengo—Ella se ríe.
—¿Qué es lo que te causa risa?—Le digo intentando sonar amigable.
—Nada, nada.
Y es cuando me doy cuenta de que no he preguntado por su nombre, y lo que aún más me extraña es que ella no haya preguntado tampoco.
—Me he dado cuenta que no nos hemos presentado, soy Jake—Le sonrió ofreciendo mi mano en forma de saludo.
—Hola Jake, soy Antonella
Observa mi mano alzada y niega. Y sin más palabra que decir; ella se avalancha sobre mi y me besa.