—¿Asesino? —Dom abrió sus ojos como platos.
—La gente del lugar comenta que desde hace un tiempo varios excursionistas han desaparecido. Algunos culpan al mal clima, dicen que la nieve los deja sepultados, los pierde del camino o simplemente los congela por las noches, pero otros mencionan la existencia de un asesino en serie. Yo me guio más por esta última, lamentablemente el sujeto es tan bueno que hasta la fecha siguen sin encontrarse los cuerpos, eso y también si las malditas autoridades se interesaran por buscarlos.
—¿La policía no hace nada?
—¿Y quién va a hacer algo en un lugar tan desértico como este? Aquí no hay nada más que hielo, la gente es escasa y las familias prefieren agruparse en localidades que por lo menos cuenten con los suministros necesarios. Algunos simplemente viven de lo que pueden fabricar sus manos.
—Lo dice como si Alaska fuera un pueblo fantasma de película.
—Las personas se pierden y los únicos que tienen el interés de buscarlos son sus familias.
—Las personas se pierden —Dom repitió y presuroso comenzó a encender la cámara para mostrarle el video prueba de un posible crimen.
Desde el asiento trasero, Amlie reclamaba que no lo hiciera.
—Encontramos esto en el bosque.
—No puede ser. Queridos amiguitos, ustedes son afortunados. Se encontraron de frente con el asesino y siguen vivos.
—¿Afortunados por encontrarnos con él? No quiero esa clase de fortuna.
—Ustedes tienen que hablar de esto con el mundo.
—¿Hablar? No, la policía siempre quiere pruebas, testimonios y esas cosas. Mi hermana y yo solo queremos volver a casa, es todo.
—¿Cómo está tan seguro de que se trata de un asesino? —Amlie se atrevió a cuestionarle.
—Sea lo que sea, no vamos a decir nada. Volveremos a casa y haremos de cuenta que esto nunca pasó —la tajó Dominic.
—Pero si ustedes no dicen nada, cómo sabrán las demás personas la existencia de este hombre. Cómo sabrán todos los crímenes que ha cometido. Cómo sabrán la forma tan horrenda con la que termina la vida de sus presas…
Para este punto, las manos de Dom comenzaban a ponerse frías. Los ojos de Amlie demostraban terror y trataban de escudriñar las cosas que había cerca de ella.
—Cómo sabrán que primero juega con ellos, que ve cómo pierden peso y al final… le gusta probar sus propios dedos cubiertos de sangre.
—¡Dom, quiero salir de aquí!
El hombre sonrió, Amlie levantó de golpe la manta azul que escondía algunas cosas bajo ella y entonces reconoció la carpa rota, los platos, la comida y la ropa que antes habían quedado olvidadas en su campamento, pero que ahora estaban dentro de esa misma camioneta que los atacó en la oscuridad.
—¡Dom, quiero salir! ¡Quiero salir!
—Si te mueves, te vuelo la cabeza —el sujeto levantó una pequeña pistola de arpón y le apuntó a la cabeza de Dominic—. Y discúlpame por mi mal comportamiento de anoche, pero jamás imaginé que tu hermana estaría acompañándote… De no ser por eso, te hubiera matado ahí mismo.
11:17 A.M.
La chica no dejaba de llorar, con sus manos juntas rezaba una oración.
—Por lo menos déjala ir a ella —su hermano intentaba negociar su libertad—. Ella no ha sido culpable de nada. Yo fui quien la convenció de venir.
—Guarda silencio. ¿No entiendes que tu voz es una molestia para mí?
Cuando el Asesino de Chiniak detuvo la camioneta, los ojos asustados de Amlie pudieron avistar lo que aparentemente era una cabaña de pescador. Ella conocía tan bien las paredes formadas de madera, la estructura y la entrada para alguien que carga consigo lanchas, anzuelos y kilos enteros de pescado. Pero a estas alturas, ¿de verdad es necesario preguntarse si este hombre era solo un pescador?
El asesino apagó el motor, le sonrió a Dom y posteriormente recargó la boquilla del arma en su pierna derecha, después accionó el gatillo que liberaría el pequeño arpón a una velocidad que casi le atraviesa la pierna completa.
—¡Dom! —su hermana gritaba y no le quedaba más que ver cómo su hermano se revolcaba de dolor y la sangre le cubría las manos.
—Tú —el asesino de Chiniak señaló a la joven—, sal de ahí y abre la puerta.
El hombre sabía que ninguno de los dos tenía la oportunidad de escapar; ni Dom con la pierna destrozada, ni Amlie, quien no tendría la fuerza suficiente para dejarlo.
Como pudieron, los dos hermanos lograron igualar el paso con su secuestrador. Ella sujetó a su hermano de la cintura y consiguió apoyarlo sobre su cuerpo. Debían avanzar pronto, porque de lo contrario, el pequeño arpón que seguía dentro de la pierna de Dominic, y que también seguía unido a un hilo de pesca que el asesino llevaba consigo, comenzaría a desgarrarle la piel. El quedarse unos pasos detrás, significaría que el hilo se tensaría lastimando terriblemente al joven.
Una vez dentro de la cabaña, el hombre los amarró a dos sillas diferentes y allí los dejó; toda la tarde y toda la noche.
Día 15
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Editado: 21.11.2024