~Detalles~
Unas cuantas horas después, dejamos a Fhilip usar el baño del pasillo. Mientras hacía sus cosas en el baño, entré a su habitación para revisar hasta debajo de la madera; asegurando que no tenga más de eso y pueda desintoxicarse completamente... Encerrado, por supuesto.
Aún no estoy segura de que el efecto de la droga haya salido de su cuerpo, además, el sedante que utilizó Matías no ayuda a saberlo a simple vista. Sus ojos se pierden por momentos e incluso se encuentra más distante que antes, le cuesta reaccionar y de vez en cuando una sonrisa cansada aparece en su rostro; sin motivo aparente.
Le pedí a Matías que me contara con lo que sucedió, escuché atentamente a cada oración y exageración dramática en su explicación. Todo parecía sencillo; llegó así, y el menor como pudo intentó convencerlo de irse a dormir o a bañar, ésto no funcionó. Fhilip comenzó a portarse agresivo, casi incendia la casa durante un momento sin supervisión por lo que Matías no tuvo más opción que atarlo y sedarlo cabe decir que con una increíble determinación y abismal esfuerzo: Fhilip no es fácil de manejar, en ningún sentido. Y para culminar, en algún punto del pleito, logró llamarme para pedir ayuda.
No sucedió mucho en mi ausencia.
Me trae tranquilidad saber que fue lo que sucedió, seguido de que no hayan pasado a otro nivel. Uno de los escenarios más concurrentes de mis especulaciones era que al llegar; me encontraría con la casa en llamas, un Matías herido de alguna forma, el deleite de Fhilip con los resultados a causa de un brote y los servicios de emergencia en camino junto a miles de reporteros. Gracias a que Strongher es un pueblo que se podría denominar "tranquilo"; todos lo sabrían en menos de lo que necesitaría para sacarlos de aquí y re establecerlos en otro lugar. Son unos inconcientes ese par de inútiles.
El sabor a naranja llena mi boca cuando tomo un trago de jugo, mi mirada está concentrada en el movimiento circular que hago con el borde inferior del vaso. Desde hace unos minutos que Matías y yo terminamos de tirar toda la basura, estamos sentados en el comedor tomando un descanso.
Al tomar una línea de pensamiento no puedo evitar sentir esa diminuta necesidad de saber dónde acabará... ese es uno de mis problemas, la curiosidad. Esta misma ha dado buenos resultados, a pesar haber causado algunos inconvenientes; sin embargo sigue siendo una necesidad la cual debo saciar para continuar con lo más importante.
El vidrio para la ventana es lo último en la lista, aunque deberemos ir al centro del pueblo. A los muebles les pusimos un cobertor especial para ellos y estuvieron como nuevos en poco tiempo. Recogimos y limpiamos toda la casa -—Matías realizó la mayoría—... con excepción del baño, dado que yo no entraría allí ni con una pistola en la cabeza, y él tampoco, por lo que ambos tomamos la decisión de castigar a Fhilip haciendo que limpie su propio vómito luego.
Suelto un suspiro al terminar mi vaso, me levanto a lavarlo pero cuando estaba apunto de abrir la llave de agua, mi teléfono suena; anunciando un nuevo mensaje. Dejo el vaso en el lavaplatos para buscar mi teléfono en el bolsillo del pantalón.
«Harrie»
Oye, necesito un favor...
Ruedo los ojos con fastidio, que mala educación tiene.
¿Hola?...
¿Cómo estás?...
¿Sigues viva o tendré que planear tú velorio?
Sí, estoy más que bien. No te preocupes
No te molestes, es sólo un favor
¿Podrías faltar mañana a la universidad?
Por favoooooooorrrrr...
¿Para que quieres que falte?
¿Soltarás una bomba en la universidad mañana y cómo buen amigo me salvarás?.
Porque sí...
Así podré escapar antes de mi exámen y diré que estabas enferma, y que tuve que ir a cuidar de mi compañera de piso, porque soy buena persona...
Además, de que la profesora con la que tengo exámen te ama, y ama que siempre compres las galletas en su tienda a media hora de las residencias.
¡HEY!, CON SUS GALLETAS NO TE METAS, QUE YO NO ME METO CON TU GATO OBESO...
Y sí, sus galletas valen cada minuto.
La verdad es que las compro cuando corro porque me da hambre y su tienda me queda de paso los fines de semana, pero el no tiene porque saberlo. Y sí, tiene un gato obeso bipolar que me quiere y me odia al mismo tiempo... Que hipócrita sonó eso.
¿Por qué crees que nunca las comparto?
Ajá...
¿Faltarás sí o no?
Creo que necesitaré un día más con mis abuelos, debo asegurarme de que están 100% bien y luego volveré, adiós
¡Gracias! Te debo la vida.
Yo que tú no andaría regalando mi vida... sólo digo.
Ja, ja. Tus chistes sin sentido no me dan risa.
Y éste chico cree que es broma, bufo guardando mí teléfono en su antiguo lugar antes de voltearme para lavar el vaso. No me pasa por alto la mirada extraña que me dirige Matías desde su silla en la mesa, sin embargo lo dejo tranquilo. Me encamino a la sala y me lanzó sobre el mueble más grande boca abajo, sin una pizca de delicadeza. Matías sigue mis pasos hasta llegar a imitar de forma pésima mi acto: se lanza a uno de los sillones boca abajo, suelta el aire en un quejido después de que el posa brazos golpeara su estómago. Con la mano derecha en el abdomen se sienta correctamente en el sillón, su rostro está tranquilo y con los ojos cerrados, pero al momento de tomar una respiración grande se atora, la risa escapa de sus labios es silenciosa.