—¿A que le debo el honor? —Le pregunto el Dios del inframundo al rey de Auradon.
—Necesito un favor Hades —Pidio Bestia.
—¿Tú necesitas un favor? —Pregunto cínicamente el hombre de ojos azules— ¿Que gano yo?.
—¿No vas a preguntar qué quiero?.
—No. Quiero saber que es lo que gano yo haciéndote el favor.
—¿Que es lo que quieres? —Pregunto el rey.
—La brasa —Cualquiera hubiera pedido salir de la isla. Pero no era posible para Hades. Y sabía perfectamente que Bestia no aceptaría.
—Hecho —Claro, al rey no le importaba, de todas formas no podía usarla dentro de la isla. Que gran forma de subestimar al dios.
Hades siguió al rey de Auradon hasta la limosina que lo esperaba en la entrada. De esta se bajó una niña tan adorable, como peligrosa. Su cabello negro, con mechones verdes al igual que sus ojos, la hacían parecer inofensiva.
—Ella es mi hija —Hades vio a la pequeña.
—Hola nena —La niña miró al dios del inframundo en silencio. Sin ningún tipo de expresión en su rostro— Mierda, no se parecen en nada ¿Que debo hacer?
—Hija ve a buscar tus cosas —Una vez que la niña no podía oírlos, Bestia hablo— Debes encargarte de ella.
—¿Tu quieres que... Me encargue de ella como, ya sabes? —Pregunto Hades. Y al ver que Bestia guardo silencio. Supo que la respuesta era positiva— No puede ser. Tienes que estar bromeando.
—Es peligrosa —Dijo el padre de la niña— Su mera existencia es un peligro.
—Pero es tu hija. Es tan retorcido. Incluso para mi.
—Mi hijo está en Auradon, en un castillo. Esa cosa es un mounstro. Encargate de ella ¿Ok? —Finalizo Bestia cuando la niña volvió.
Hades observó como el rey se despidió fríamente de su hija y se fue. Abandonandola en la isla.
—Soy Hades —Se presento el dios del Inframundo.
—Addison —El dios del inframundo escucho por primera vez la dulce voz de la niña que parecía tener cinco años y le resultó imposible pensar que era peligrosa.
—Es un bonito nombre.
—Gracias —Contesto la pelinegra acompañado de una mueca— Pero no me gusta ese nombre.
—Bueno, que tal si piensas en un nombre que te guste —La niña sonrió.
—Kisa.
—Kisa... Es aún más bonito. Vamos a casa —Hades tomo de la mano a la pequeña y se la llevó.
Al rey le dijo que la niña ahora estaba con los peces. Y cuando la brasa llegó a sus manos. Hades construyó unas escaleras que iban directo al inframundo, para poder seguir gobernandolo. A Kisa la crió en la superficie, sin internarla en los asuntos de su mundo aparte. Bueno, eso intentó. Pero la muchacha era curiosa, y valiente. Quería saber dónde su padre pasaba el tiempo así que una noche, lo siguió. Hades se asombro tanto ante la valentía de la niña. En sus tiempos, pocos griegos se habían atrevido a entrar en el Erebo. Y ninguno lo había hecho tan alegremente como la niña. Vaya sorpresa fue encontrarla acariciando a Cerbero. El dios del inframundo supo que ella era especial.
Cuando tenía siete años, ella y Uma, conocieron a Harry. Kisa jura que siempre va a recordar eso. Encontró al hijo de Garfio urgando en la basura del Úrsula's fish and chips. La muchacha lo invitó a comer con ella y su amiga. El chico comía desesperadamente y era grosero. Eso le causaba risa.
—¿Alguna vez te enamoraste? —Le pregunto esa noche a su padre cuando la arropó en la cama. Este se quedó pensativo.
—Una sola vez.
—¿Quién era? ¿Como fue?.
—Se llamaba Persephone. Era hermosa —Los ojos de Hades brillaron bajo el recuerdo— La traje a vivir conmigo al inframundo. Claro que fue sin el permiso de sus padres... La vida se detuvo mientras su madre la buscaba. Finalmente Zeus no aguanto la agonía en la tierra y la quiso llevar de vuelta. Persephone se resistió.
—¿Y que sucedió?
—Murio. Murió de tristeza. Durante los meses que estuvo en la tierra, las plantas se secaron, las hojas de los árboles se cayeron. Los bosques se congelaron.
—¿La extrañas?
—Cada día.
—¿Como se sentía estar enamorado?.
—Era, como jugar con las gargolas ¿Recuerdas? Nunca sabes que va a pasar con ellos. Siempre algo nuevo. Te ríes de cualquier cosa que haga esa persona. Y quieres tenerla cerca todo el tiempo. Te gusta verla.
—Creo que estoy enamorada.
—¿Y quién es el afortunado?
—Harry Hook.
Tal vez si no fuese tan pequeña en ese entonces. Hades le habría dicho “No se puede confiar en piratas” pero eran solo niños. Y a medida que crecieron, ese enamoramiento que la muchacha tenía se desvaneció.
En la isla habían dos grupos temidos. El de Mal y el de Uma. La gente temblaba ante sus nombres. Pero el de Kisa... Ese ni siquiera era mencionado. Ella era inombrable. Había tanto misterio sobre su persona como rumores. La llamaban “Diosa” algunos decían que Hades la había robado. Otros decían que no, que era hija del Dios del inframundo con alguna diosa del Olimpo. También comentaban que era una creación suya, una criatura perfecta. Nadie sabía de donde venía la muchacha. Se decía que si la mirabas fijamente a los ojos está podía ver tu alma y atormentarte. Solo había un verdadero rumor y es que si querías entrar en el grupo de Uma, debías pasar por una prueba que la Diosa elegía. El mismo Harry casi muere en esa prueba.
Tenían once años y para ese entonces, Kisa ya llevaba consigo una reputación de loca. No le temía a nada.
—¿De verdad debo hacer la prueba? —Pregunto Harry mirando la orilla del risco— Digo, joder. Te conozco desde los siete años ¿No me dejaras entrar por ser amigos?
—Claro Harry. Pero necesito probar tu valentía, salta y estarás dentro —Dijo la muchacha, y entonces comenzó a reír. Muchos creer que fue Kisa quien acabo de volver loco al pirata. Harry volvió a mirar hacia abajo el en risco. Era mucha altura, y las olas azotaban con fuerza contra la pared de rocas de este. Era un peligro.
—Si fuésemos amigos, no querrías matarme —Le dijo el hijo de Garfio. La peliverde suspiró.
—No quiero matarte Harry —Dijo acercándose al borde del acantilado— Quiero que dejes de temer.
—No lo haré —El joven se alejó dándole la espalda a su amiga— Y puedes meterte tu prueba por el— Al darse vuelta descubrió que la muchacha ya no estaba. Había saltado— Mierda.