El detective Sergio fingía ser un cliente habitual, pero en realidad estaba observando a Mariana quien, a pesar del “asalto” que la dejó al borde de la muerte el mes pasado, ella actuaba como si nada y comenzó a salir con mayor regularidad. Ahora frecuentaba los locales de té, donde siempre se sentaba en algún lugar cercano a la ventana para trabajar con su notebook. Ese comportamiento le llamó la atención más que nada porque la joven siempre estaba en casa. Quizás fuese porque necesitara despejarse un poco o “tomar aire fresco”. Pero lo que realmente le preocupaba era que una gran organización iba tras ella. Y no era la única en la mira. En la ficha figuraban otras dos personas de diferentes países y, para colmo, uno era tan solo un niño.
“¿Qué planea hacer esa extraña organización secreta con ellos? ¿Secuestrarlos? ¿Torturarlos? ¿Experimentar con sus cuerpos?”, se preguntó el detective. “Si tuvieron contacto directo con el meteorito, seguro sufrieron algún efecto colateral y querrán saber qué alteraciones producirían un objeto extraterrestre al ADN humano”
Mientras pensaba en diversas teorías conspirativas inspiradas en películas de ciencia ficción, una pareja ingresó al local de té y se sentaron en una mesa cercana a la de Mariana. Ese hecho no le hubiese llamado la atención al detective si no fuese porque ambos llevaban unos audífonos en sus orejas izquierdas y colocaban sus muñecas cerca de su boca como si tuviesen algún micrófono incorporado en ellas.
La joven redactora, quien parecía absorta en su trabajo, se dio perfectamente cuenta de que la espiaban. Primero era ese señor de mediana edad, que no paraba de echarle una ojeada mientras leía el diario. Y después esa pareja, que de seguro tenían incorporados en sus muñecas unos intercomunicadores. “Seguro pertenecen del mismo grupo de los sujetos que persiguen a Hiro”, pensó Mariana. “Y ahora iban tras mí”.
Hace algún tiempo, Mariana y Hiro idearon un plan para mantenerse en contacto incluso aún en su mundo, sin que los aspirantes a “hombres de negro” con aires de “James Bond” se percataran de ello. Era fácil que la descubrieran si permanecía todo el día en casa, por lo que comenzó a salir e ir a algún restaurant, bar o local de té a realizar sus trabajos de redactora y comunicarse con sus clientes por chat.
En las últimas semanas comenzó a tener clientes de habla inglesa y se localizaban en varios países. Así que no sería nada extraño si charlaba con un japonés que buscara hacer con ella negocios online.
Mariana se había creado un sitio web personal, que lo usaba como catálogo de sus trabajos realizados anteriormente. Algunos clientes lo contactaban de ahí y, uno de ellos, era un japonés. Habilitaron un chat, donde cada tanto se comunicaban para llegar a acuerdos antes de proceder con el trabajo.
Mariana se sentía feliz. Podrían espiarla tanto como quisieran, pero nunca les rebelaría lo del transmisor. Y tampoco permitiría que se acercaran a Hiro. Ahora solo faltaba convencerle a Gerda de su plan y trabajar los tres juntos para burlar a todo aquel que solo deseaba el transmisor para obtener poder, sin importarle la destrucción de los mundos del multiverso.
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En el chat acordaron encontrarse en la “Puerta dimensional” a cierta hora. Mientras Mariana “dormiría”, Hiro fingiría un dolor de estómago en la escuela y lo llevarían a la enfermería. Eso teniendo en cuenta la diferencia horaria de sus países.
Y así fue como llegaron al mismo tiempo al edificio “B”. Esa vez solo estaban ellos dos. No vieron ni a Sorlac, ni a Jaun y ni a Gerda. Ni siquiera vieron a los científicos.
Por un momento, recordaron la vez que se conocieron en ese lugar. Parecía tan lejano, aunque solo fueron hacia tres meses atrás. Mariana le preguntó a Hiro si volvió a toparse con los extraños que lo perseguían y él le respondió:
Mariana no sabía qué decir al respecto. Por un momento quiso aconsejarle a que volviera a su vida normal, fuese un estudiante común de la secundaria y dejara que los adultos se encargaran de la pelea contra los científicos. Incluso pensó que Asthar debió considerar que no debía incluir a menores en esa lucha. Cuando Hiro había sido secuestrado, lo primero que pensó fue que los científicos se enfocarían en los más débiles, en este caso en niños. Hiro le contó que en el grupo había una niña, a quien no la vio más. Supuso que el trauma fue tan fuerte que decidió olvidarlo todo y regresar a su vida normal.
Sin embargo, todo ese pensamiento se disipó cuando escuchó que Hiro le revelaba su pensamiento:
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alienigenas y humanos, dimensiones paralelas, dimensiones y universos paralelos
Editado: 31.03.2023