La ambulancia iba a toda velocidad por las caóticas calles de la ciudad. Ella había perdido mucha sangre, permaneciendo en un estado semiinconsciente. Escuchaba voces, gritos ininteligibles que provenían de otra dimensión. Cerca de los paramédicos creyó ver a sus padres. ¡Imposible! ¡Ellos ya habían muerto! Eso quería decir que...
Los médicos y la ambulancia desaparecieron, retornando a la oscuridad. Se frotó los ojos y vio a su hermano, en la sala, leyendo las cartas que le escribió y llorando desgarradoramente.
Mariana se acercó y le tocó el hombro. El joven psiquiatra volteó, pero parecía no verla porque giraba la cabeza a los costados, fijándose en la ventana abierta.
La escena volvió a cambiar y, esta vez, vio a Hiro, Sorlac y Jaun esperándola delante del edificio “B”. Los tres se veían afligidos y escuchó claramente que Sorlac decía:
Sus amigos y el edificio también desaparecieron y, en su lugar, se manifestó Asthar. Ambas se miraron fijamente y Mariana se dio cuenta de que imitaba sus movimientos. Como un espejo. Al final le preguntó:
Mariana, poco a poco, recordó lo que le había pasado hace unos instantes. Sorlac y Jaun con una bomba; Hiro y ella capturados por los científicos. Lo que no entendía era el porqué no los mataron al instante. Mientras reflexionaba, Asthar comenzó a hablar.
Mariana no tuvo que pensarlo mucho. Hiro aún era un niño y tenía una familia que podía cuidarlo. Sabía que su papá haría lo imposible para encargarse de las personas que se metieron con él. Y como ingresó a la “Puerta dimensional” después de una pelea, era necesario que regresara para hacer las paces con su familia.
Además Gustavo también tenía el transmisor. Podía regresar por ella, si quisiera.
Cuando la joven abrió los ojos, aún se encontraba colgada de los brazos de su captor. Cerca estaban tres científicos que sujetaban las extremidades de Hiro. Aún lo mantenían con la boca tapada.
Mariana, sin perder el tiempo, exhaló aire e invocó a Asthar.
En segundos, un remolino se tragó a todos los científicos y el transmisor del niño salió de su bolsillo, flotando por el aire. Tal como había dicho Asthar, un solo transmisor no podía enviar a todos los científicos de regreso a su mundo. Necesitaba acoplarse con los otros para aumentar su poder.
Hiro y Mariana, al verse liberados, se colocaron en el centro del remolino, mirándose frente a frente. El transmisor flotó en el medio y los científicos seguían volando a su alrededor por el viento.
El transmisor, poco a poco, fue descendiendo hacia Hiro, quien extendió las manos como para tomarlo. Mariana sonrió, al fin consiguió que su pequeño amigo entrara en razón.
Qué equivocada estaba.
Como si fuese empujado por algún bate de béisbol, el transmisor se desvió y chocó directo a la frente de Mariana. Apenas rozó su piel, sintió que Asthar aparecía detrás de ella y la sostenía de los brazos. Comenzaron a flotar por los aires y a ser arrastradas por el remolino.
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Editado: 31.03.2023