La noche era fría, acompañada de una fuerte tormenta. Lisbeth vivía sola y no acostumbraba a recibir visitas. Cuando de pronto, llamaron a la puerta. —¿Quién busca?—No hubo respuesta alguna. Sin embargo, algo en su interior le decía que debía abrir la puerta.
Al abrirla se llevó una gran sorpresa al encontrar un pequeño cesto en el que se encontraba un bebé de ojos profundamente negros. Decidió llevarla al interior de su casa, ya que afuera ambas morirían de frío.
— ¿Quién te vino a dejar? Oh, pobre bebé. —Observó que en el interior de la cesta había una nota que decía...
Cuídala. Te pido que la quieras pero no demasiado.
Editado: 15.06.2020