Capitulo 14
5 años antes...
—Lo siento. —habia dicho un segundo después. —No quería decir eso es solo que...
—¿Estás bromeando? —le había interrumpido Maya con cara molesta. No creía lo que escuchaba, jamás le había dado motivo alguno para que creyera eso de ella, definitivamente tenía un problema.
—Te dije que lo siento, no sé porque lo he dicho es solo que ya no sé lo que digo, estoy muy nervioso Maya. Por todo.
—¿Te has puesto a pensar en cómo estoy yo? —le dijo alzando la voz. —Nada de esto es fácil, Dimitri, debes entenderlo.
—¡Lo hago! —dijo con rapidez. —Claro que lo hago, Maya. Pero sé que todo pasará cuando por fin estemos juntos, como debe ser.
Maya negó lentamente. Estaban en distintos lugares, él al parecer tenía una lista de cómo debían de ser la cosas y ella, no la entendía, ni parecía querer comprenderla.
No entendía como podía creer que las cosas mejorarían con ellos viviendo juntos, es decir, ¿No lo notaba? Los problemas no pasarían, es más, se incrementarian, y él estaba confiado de que pasaría. No sabía cómo lograr hacerlo entender, pero parecía que no la estaba escuchando, que simplemente estaba cerrado con la idea de vivir juntos sin importar sus alrededores.
—Mejor entro ya. —dijo un poco cansada de todo. —No quiero más problemas.
Su novio asintió colocando sus manos en las mejillas de su novia, ella lo miró sin ganas.
—Ya verás que todo pasará pronto, mi amor. —besó su frente con delicadeza antes de marcharse. Maya no dijo nada, solo asintió lentamente y sin decir más entró a la casa, no entendía como podía decir eso con todo lo que tenían encima, parecía que no lo notaba o que simplemente lo ignoraba de manera desvergonzada.
El resto de la cena pasó en silencio absoluto antes de que Gustavo dejara todo de mala gana y se metiera a su habitación dandole un golpe a la puerta antes de cerrarla, su padre estaba muy molestó y ella sentía que tenía todo el derecho de estarlo. Es decir, era su padre y ella, era una niña aún, bajo sus cuidados, bajos sus normas y para que eso cambiará faltaba mucho, lo sabía.
Su madre en cambio la miraba de vez en cuando, pero no decía nada. Eso la estaba matando.
—Dime algo mamá. —había dicho Maya un poco molesta por todo.
Un suspiro salió de los labios de la mujer.
—No tengo nada que decir, Maya. Si tienes eso en mente lo harás de todas maneras, por más cosas que yo o tú padre podamos decirte.
La muchacha había bajado un poco la cabeza ante lo dicho por su madre, decir que no quería irse a vivir con Dimitri era una total mentira, sin embargo, no negaba que le asustaba la idea. Había algo más, algo mucho más grande que le quemaba el pecho y le hacía pensar en si era lo correcto, pero al parecer, su novio y sus padres tenían una respuesta a lo que creían que ella quería, y ella no sabía cómo decirles que estaban equivocados.
—Mamá, las cosas no son así de fáciles como las piensas. —su madre negó ante las palabras de su hija.
—No serán como tú las crees. —la miró directamente a los ojos, tan parecidas que daba un poco de miedo. Maya tenía mucho más carácter que ella eso sí, pero si seguía por ese camino temía que termirara como ella, y eso precisamente era lo que su madre quería evitar. —Eres una niña Maya, y si te vas a vivir con él; te convertirás en una mujer, en su mujer. Exclavisada y sin ningún derecho más que para complacerlo a él.
Eso hizo que el cuerpo de Maya se encendiera por completo. Su madre si que tenía un problema.
—Mamá. —dijo tratando de calmarse un poco. —Dimitri no es así, lo siento por decírtelo así, pero no todos son como mi padre.
—Maya. —la interrumpió. —Es un Petrova, son maltratadores por naturaleza. Él no es la exepcion.
Maya negó lentamente, eso no lo hablaría con ella, sabía que no lo entendería. Su madre estaba muy mal psicológicamente por tantos años casada con un hombre machista en su totalidad, y era simplemente imposible hacerle entender su error.
Porque si que era un error. Nadie más que ella, sabía cómo era Dimitri, su Dimitri; cariñoso, amable, y con un amor real hacia ella. Aunque todo el mundo lo conociera por ser hijo de Aarón Petrova o simplemente por ser un auténtico idiota, él había cambiado con ella y ellos habían notado eso, solo que ahora decidían ignorarlo.
—Mejor me iré a dormir. —dijo luego de un largo minuto de silencio. —Me duele un poco la cabeza.
Su madre solo soltó un suspiro para luego asentir con lentitud.
Pensó muchas cosas mirando el techo de su habitación. Una de ellas, su padre; lo amaba con su vida, era un protector que había estado siempre con ella al igual que a su madre, les debía mucho, y le era muy díficil el pensar en dejarlos así de pronto. Dimitri, era el amor de su vida, pero no podía dejar de pensar en que había algo más, una clase de presentimiento que golpeaba dentro de ella inquietando su paz. Una cosa estaba claro, si haces algo bien, no tendrías porque tener dudas, y ellas las tenía, dudas y muchos miedo, eso solo quería decir que no estaba bien lo que pretendían hacer. Tal vez no en ese momento de sus vidas, pero Dimitri estaba demasiado ilusionado, y pensar en dañarlo de esa manera le encogía el corazón. Sin embargo no habían opciones que no fuesen a lastimar a una de las partes implicadas y eso era lo que la estaba volviendo loca.
Había mentido, y cómo nunca lo hacía, fácilmente le habían creído. Su padre, aunque ya no le ponía peros en su noviazgo, sabía que estaba molestó con Dimitri y por el momento era mejor decir que iba a casa de una compañera a estudiar, igual ni le había dirigido la palabra en lo que llevaba del día.
Él la esperaba desde hacía ya un rato, sentado en la cafetería cerca del centro con expresión cansada y un tanto molesta, pero cambio cuando la observó llegar. Como siempre pensó Maya, y eso la hizo sonreír sin proponérselo.