Capitulo 15
Odiaba la palabra olvidar, era muy innesesaria y falsa. Podías decirlo, podías creerlo, pero nunca cumplirlo. Porque olvidarse no era solamente dejar de verse ni de hablarse, el silencio no era olvido; era espera, ya que el corazón nunca pierde la memoria y vive en la esperanza de que le devuelvan la caridad que él estaba dispuesto a dar en todo momento, y que por querer olvidarlo lo habían dañado.
Dimitri había cambiado de postura, la seguía manteniendo prisionera, pero ahora su rostro mostraba algo diferente, algo que lo alejaba de aquel lugar en donde habían viajado sin darse cuenta.
No decía nada, pero sabía que mantenía una batalla interna contra él mismo y ella lo sabía como librarse. Estaba cayendo, rápido, y sin tener una ayuda de alguien cerca, una caída dolorosa contra el sentimiento que estaba tratando de evitar y que se negaba a alejarse de ella.
—Dejame irme. —susurró, mirándolo fijamente en ellos se podía observa muchas cosas, pero eran menos las que se podía leer con claridad. —. ¿No me has hecho ya bastante daño? —dijo como si sacar fuerza para decirlo le doliera. —Por favor Dimitri.
Dimitri la soltó inmediatamente y ella soltó el aire contenido lentamente.
—Maya. —Su tono estaba a medio camino entre un regaño y una pregunta. El rostro de él cambió a uno un tanto molestó, pero, no estaba enfadado. Más bien parecía dolido.—Dejame llevarte a tu casa. —murmuró.
Ella negó con la cabeza con más rapidez de la que imaginó.
—No tengo ningún deseo de dañarte. Sea como sea, no podría. —dijo él al ver que había vuelto a callarse y a distanciar sus pensamientos. Por inercia le buscó la boca con la mirada. Vio que el labio inferior le temblaba. Y también que no sabía adónde mirar, estaba asustada. —Te llevaré a tu casa. Te doy la certeza de que mañana todo será diferente, nuestro trato no pasará de lo laboral.
Maya levantó la mirada ante eso, no lo creía, pero era lo que le quedaba.
—No voy a firmar.
Dimitri cerró los ojos unos segundos antes de asentir levemente.
—Hagamos algo. —dijo cerca de sus labios haciendo que la muchacha se estremeciera. —Te dejo en tu casa, lo llevas y así puedes estudiarlo todo lo que quieras, mañana me das una respuesta.
Maya solo asintió, sin decir una palabra ya que sentía que de sus labios no podía salir nada más sin hecharse a llorar por todo lo que acaba de sentir.
Ante esa confirmación se separó de ella, y Maya sintió un nuevo abandono, un frío muy maluco que no creyó que él lo sintiese porque se veía muy normal; caminando al escritorio a tomar el documento entre sus manos y extendiendo el papel a su dirección, ella lo tomó delicadamente a lo que lo escucho raspar la garganta sin razón.
Duraron un minuto o eso les pareció, viéndose fijamente; queriendo todo y haciendo nada por conseguirlo, cualquiera que los viera estarían avergonzados por su corbardia, pero cada uno tenía sus verdades al igual que sus versiones, así que podía decirse que tenían justificada sus decisiones.
Dimitri empujó levemente la puerta para que saliera del despacho,así lo hizo.
—¿Ya has comido? —preguntó queriendo sonar como un jefe preocupado, o eso le había parecido.
—Es temprano aún. —dijo Maya sin querer decir más, él lo entendió.
Bajo las miradas de muchos trabajadores de la empresa, y las maldiciones de Dimitri por tal atención, llegaron al estacionamiento. Le fue imposible ocultar su sorpresa, está vez tenía un Audi precioso color negro. Estaba muy claro que tenía dinero y no le importaba darlo a notar.
El auto se puso en marcha, en silencio, ninguno parecía tener nada que decir. Dimitri manejaba sin quitarle la vista a la carretera y Maya había recostado la cabeza al asiento con comodidad.
Todo parecía tranquilo, iban a casa, después de una jornada de trabajo, no hablaban; tal vez una pequeña discusión que se terminaría después de una broma por parte de él y un beso por parte de ella: eso pensaría cualquiera que los viera. Tal vez en otra vida era lo que ocurría, pero en ésta que estaban viendo no, dentro de ese coche; no.
Ahí dentro habían dos personas que parecían querer alejarse lo las posible el uno del otro, pero no podían y, no podían; porque eran demasiado cobardes para decir que no querían.
El celular de Dimitri sonó haciendo que el silencio se rompiera y escucho el carraspeo de Dimitri antes de contestar.
—¿Qué pasa? —habia dicho al celular con voz sería. Maya solo observaba la ventana tranquila, tratando de pensar en otras cosas, pero le fue imposible no escucharlo hablar e inquietarse un poco. —Yo paso por el taller a eso de las nueve, Carmelo. No hagas nada. —lo sintió soltar una maldición y bajar un poco la voz. —Si yo no estoy, no se hace nada, así que cállate y trabaja. —colgó después de eso.
Y esa espinita que no había podido sacarse volvió a molestarla. Todo encajaba perfectamente, él estaba en eso. No tenía ninguna duda, pero le era difícil creerlo, y trató, de verdad había tratado de callarse y no decir nada, no era asunto suyo, lo sabía, pero simplemente fue más fuerte que ella.
—¿Estas trabajando con tu padre? —quiso retirar lo dicho al escucharse, pero ya lo había dicho y mentía si negaba que no quería saberlo.
Dimitri había quedado levemente quieto al escucharla para luego apretar sus labios un poco antes de responder:
—No. —dijo serio sin quitarle la vista a la carretera. —Mi padre está muerto.
Las palabras cayeron en ella como balde de agua fria. Las conversación con Sofia llegó a su mente en ese momento, lo había olvidado y ahora que él lo decía le era imposible no sentir un poco de pesar.
Porque sí, Aarón Petrova no era santo de su devoción. Recordaba amenazas, llanto, burlas, tanto para ellas como para su propio hijo, sin embargo hubo un tiempo que estuvo para su Dimitri y eso lo había cambiado, así que sabía que había sido un golpe.