Punto Débil

Capítulo 38

Capitulo 38


La puerta había sonado nuevamente. Esta vez más tranquila. Esta vez con demasiada serenidad. No abriría se dijo a ella misma. No cuando no estaba bien del todo, pero, al escuchar el pacifico toque nuevamente se dió cuenta que no podía ser él y que debía estar más tranquila. 
En un instante se dió cuenta de que fue inútil. Porque no recordó como ni en qué momento, pero un segundo después de abrir la puerta bastó para sentir como con una mano le cogían por la espalda y cubrían su boca justo antes de dejar que un grito saliese de entre sus labios.

—Mejor nos comportamos de buena manera... —dijo una voz conocida que se perdía con el sueño que había empezado a darle.  

Intentó soltarse pero fue inútil. Lo último que recordó antes de que la sacarán del edificio fue la parte trasera de un coche segundos antes de quedar en completa oscuridad.


(…)


—Tú eres mi única familia. Eres lo único que tengo. 

 

—¡Te lo ruego! 

 


—Yo te amo tanto.

Esa voz la tenía tan presente. Aunque no quisiera siempre permanecía en ella. Era algo que le ganaba.

Resonó tres veces con fuerza algo en su cabeza antes de intentar abrir los ojos. Era algo inútil al darse cuenta que los tenía vendados. 
Escuchaba absoluto silencio y le parecía irreal. Y al darse cuenta en la situación en que se encontraba simplemente se aterrorizó. No había otro manera de llamarlo. 
Sus manos adormecidas y la total oscuridad la envolvía. No lo terminaba de creer.

En realidad, no recordaba nada. Su último recuerdo era él, Dimitri. Su olor, su voz, sus ojos suplicantes. Y ahora, no sabía que había pasado.

Su cuerpo le dolía totalmente, sus manos ardían y su cabeza parecía querer explotar en cualquier momento. Todo en ella daba vueltas, acompañado de una oscuridad sin fin. 
¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta ahí? 
El olor era espantoso la hacía sentir como se le ponían todos los pelos de punta.

Y sin darse cuenta el pánico empezó a respirar en su nuca cuando escuchó un ruido muy cerca de ella. Su respiración se agitó y quiso ver más allá de la oscuridad pero le era imposible. Sintió su corazón palpitar con más fuerza que de costumbre, estaba en peligro. Era un hecho.

Y lo comprobó al escuchar las palabras dichas con tanto odio.

—Por fin despiertas niña. —susurró en medio de la oscuridad. —No sabes cuánto tiempo llevó esperando por esto.

Carmelo.

El maniático de Carmelo. No fue capaz de responder, no era capaz de respirar con normalidad para ser sincera. No terminaba de asimilar lo que escuchaba. ¿Por qué?

Y la respuesta apareció en su memoria un segundo después; Dimitri. Todo era Dimitri. Claramente era él. Debía de ser él quien estaba detrás de todo esto. Y era una total broma de mal gusto.

—Sueltame. —lo dijo. Con fuerza, con valentía. Porque desde hace días atrás estaba cansada, cansada de ese hombre que la había lastimado tanto y cansada de luchar por su recuperación completa. No permitiría más abuso de su parte. —Dile a tu "patrón" —dijo con burla. —que me deje tranquila de una buena vez.

La tranquilidad de su voz hizo que el hombre soltara una fuerte risa para luego sentir como jalaba la cinta fuera de sus ojos permitiéndole visualizar el lugar. 
No disimuló la repugnancia que le causó verlo. Lo odiaba con todas sus fuerza y no lo negaria.

—Uy. —dijo soltando una pequeña risa. —Pareciera que no te agrada verme después de tantos años. —silbó de forma desagradable. —Somos familia al fin y al cabo. Siempre es bueno ver a la familia.

Terminó soltando una enorme carcajada al decirlo.

—Yo no tengo nada que ver con ustedes. —todo el miedo había abandonado su cuerpo. —Ya no soy una niña.

Carmelo asintió ante lo dicho.

—Se nota claramente. —Maya aguantó las ganas de vomitar que sintió al escucharlo. —Pero eso no viene al tema.

Ese hombre nunca fue de su agrado solo que ahora en lugar de miedo sentía asco por él. Las cosas habían cambiado totalmente.

—No me importa el tema. —dijo con una valentía enorme apesar de estar amarrada en una silla. —Sueltame.

Pero el rostro frente a ella la miró fijamente al escucharla decir eso. Y un aire tenebroso le recorrió toda la columna al notarlo.

—Parece que no has entendido muy bien. —dijo con una calma engañosa. Demasiado para su gusto. —Tu adorado Dimitri, no sabe que estás aquí. —se sentó en el suelo cubierto de grasa que ahora podía detallar. —Y tampoco sabe que sus días están contados.  —Y solo por un segundo lo imaginó, y su corazón se partió al pensarlo. No podía ser cierto lo que decía. —Al tenerte a ti lo tengo a él. Ahora si me entiendes, ¿Cierto?

Sequedad. Su boca quedó totalmente seca y un pitido familiar empezó a resonar en sus oídos. Juró que era capaz de sentir la sangre bombeando aceleradamente por todo su cuerpo, intentando seguirle el ritmo a los latidos de su corazón. Tenía un sabor amargo en la boca y deseó poder beber un vaso de agua; lo que fuese con lo que la habían drogado la había dejado completamente fuera de juego, y más aún con lo que acababa de escuchar.

—Estás loco. —dijo en un intento de no entrar  en pánico del todo.

Pero todo se escapó de las manos cuando sintió la fuerte bofetada segundo después.

—Mejor te adaptas rápido a lo que va a pasar. —le sonrió con burla al verla aún recuperarse del golpe.—La verdad no quiero hacerte daño, pero entiende tu situación. Ahora mismo es demasiado triste.

Maya no escuchaba con atención. Solo lo imaginaba a él. En lo que le diría cuando lo volviese a tener en frente. Lo que le faltó decirle cuando lo tuvo frente a ella. Porque cuando nos encontramos en situaciones tan limitadas solemos pensar en las cosas que no dijimos. Y en su caso habían faltado demasiadas cosas.

—Eres un imbécil. —dijo mirándola a los ojos fijamente. —Un imbécil que nunca ha podido salir de la sombra de tu patrón. —dijo sin saber muy bien lo que decía, el miedo le estaba recorriendo todo el cuerpo, pero por alguna extraña razón no se sentía en peligro. No sentía que era el final de su vida.  —Y ahora te da órdenes ese niño que tanto despreciabas. —soltó una pequeña risa en medio del dolor que sentía en su rostro. —Tu situación si que es triste.




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