Después de que me sacaran como dos litros de sangre —exagerada— quería ahorcar a la maldita enfermera, ¿¡Qué no ve que la aguja casi traspasa mi brazo!? Lo bueno, salí bien librada de eso. Lisa insistió en que fuéramos a comer por que moría de hambre y eso que ella no es la embarazada.
—...dos jugos de naranja, 4 panqueques con doble miel, 5 tostadas, huevos revueltos con tocino, pastel de chocolate, café...
—Guau, guau, Lisa no somos ricas —la detuve. Él chico que estaba escribiendo frenéticamente la orden, suspiró—. Solo tráenos dos platos con huevos revueltos, panqueques y jugo de naranja.
—¡Me muero de hambre! —exclamó ya que el chico se alejó.
—No creo que te comieras todo eso que ibas a pedir —la miro con reproche y ella se encoge en su asiento.
—No era para mí —susurra mientras muerde su labio—. Era para ti —me apunto inocente y yo abrí mis ojos a tope.
—¿Para mí? Yo no me iba a comer todo eso.
—Pero si las embarazadas tiene un gran apetito...
—Todavía no sabemos si estoy embarazada —la interrumpo.
Me moví incomoda en mi asientos por las miradas que me daban las señoras de a un lado.
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—¿Ya no vas a ir al instituto? —levante la mirada del periódico que estaba leyendo, a la rubia que está al frente.
—No lo sé, lo más seguro es que no, y me ponga a trabajar —seguí leyendo el periódico para buscar un empleo—. Además, mi papá era quien la pagaba, no creo que lo haga más.
—En tres meses es tú cumpleaños —se sentó frente a mí, yo mordí la manzana que tenía en mi mano y la mire.
—¿Te acuerdas lo que quería hacer en mi cumpleaños?
—Sí —sonrió—. Como olvidarlo, todo el maldito año te encargaste de recordármelo— río, ella se levanta y agarra su mochila—. Te tienes que preparar, en tres meses te tiras de un avión en paracaídas—y con eso salió del departamento dejándome con la boca abierta.
—¡¿Es que acaso estás loca, Johnson!? ¡Estoy embarazada por si no lo recuerdas! —le grito para que pueda escucharme.
—¡No lo sabemos aún, Riley! —me grita en respuesta y yo bufo.
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Zanahorias, chiles, papas, calabacitas cebolla, tomates, manzanas, duraznos, plátanos, naranjas y fresas. Ahora las carnes.
Como estaba aburrida, me tome la molestia de comprar la despensa ya que Lisa no tiene nada. Si digo nada es nada. Está en la pobreza total de comida.
Empujo el carrito con mi cadera mientras voy buscando mi cereal favorito. Cookie Crisp. Cuando lo encuentro lo aviento al carrito y lo vuelvo a empujar pero sin fijarme chocando con algo que hace que me regrese hacia atrás, para así terminar tirada en el piso.
Perfecto, el piso me aclama.
—Lo siento no me di cuenta —escucha esa voz roca. La he escuchado antes de eso estoy segura.
—No hay problema, fue culpa mía no me fije —me levanto con ayuda de él.
Cuando estuve otra vez con los dos pies sobre el piso levante mi mirada topándome con unos ojos azules que ya había visto antes. Era el chico de la chaqueta. Al verme se sorprendió, claro, ya no estaba mojada ni con los ojos rojos y cubierta de lodo.
—Hola, ¿estás bien? —pregunte ya que se quedó parado ahí como tonto viéndome sorprendido— ¿Estás en pausa o algo?
—T-ten-tengo que irme.
—¿Saldrás corriendo otra vez? — dio dos pasos hacia atrás, sabía lo que seguía, saldría corriendo de nuevo. Ruedo los ojos—. Antes de que lo hagas, puedes decirme, ¿Por qué lo haces? ¿Por qué sales corriendo? Ni siquiera te conozco. O eso creo...
No contestó nada. Solo bajo la mirada y se dio la vuelta listo para irse, eso incremento mi molestia.
—¡Eres un cobarde! —paro de golpe y volteo a verme—. No sé porque sales corriendo, ¿Por qué no me dices de una vez por todas y te ahorras las huidas?
—No están fácil. Me odiaras más de lo que yo me odio —y se fue.
¿No es tan fácil? ¿Lo odiare? No entiendo nada.
Editado: 06.07.2022