¿qué hay en tu mente?

Rubén

Llega la hora del recreo. Tengo ganas de salir pero a la vez estoy nerviosa. Hay un chico que me gusta mucho desde hace un año... 
No sé cómo empezó todo pero deseaba que llegase ese rato libre para poder verlo. Siempre estaba sentado en el mismo banco. Cruzábamos miradas pero nunca palabras. 

Hace meses me hice valiente y le hablé. Siempre he sido una chica decidida pero con él todo era diferente. 

Recuerdo nuestra primera conversación «-Hola Alex, ¿qué tal va todo?» Me puse tan nerviosa que tardé horas en contestar: : «¿Bien y tú?» No fui capaz de decir nada más. 

Ahora todo es más confuso. ¿Por qué no me hablas como lo haces a través del móvil? ¿Es un juego? ¿No debería hacerme tantas ilusiones, verdad? 

- ¿Hola? Tierra llamando a Alex... 

- Perdona, ¿qué?

- Que si juegas al ajedrez. ¿A quién miras?

- A nadie... Venga sí, vamos a jugar. 

Y lo miro por última vez...

Todos los recreos jugamos pero ni si quiera se cómo se mueven las piezas. Han convertido nuestro rincón en un espacio de ajedrez e intento aprender pero no sirvo para esto.

El resto del día es tranquilo. Ya son las ocho de la tarde y he terminado los deberes. En unos días tengo examen pero nunca he sido de las que estudian con tiempo. Así que guardo los libros y me voy a mi habitación con el móvil. 

- Que guapa estabas hoy jajaja 

Con ese mensaje iniciamos la conversación. Hablamos durante horas hasta que me doy cuenta que son más de la una y mañana tenemos que madrugar. Pero me voy a dormir feliz: en el recreo lo veré. 

Durante varios meses todo transcurre igual. El curso avanza, la temible PAEG se acerca, solo intercambio mensajes con Rubén...  Pero todos mis dramas desaparecen un par de horas al día gracias a la danza. De camino a los ensayos me pongo los cascos con la música a tope repasando mentalmente los bailes. ¿Seré la única que se crea un videoclip mental por la calle? Espero que no. Pero disfruto del momento, como si fuese el último. 
Cuando llego a las clases ya casi todo el grupo está allí. Somos como una segunda familia. Nos reímos, nos caemos, seguimos bailando y siempre, al acabar, vamos a un bar a ponernos al día de nuestras vidas. 

Alejandro es el único que sabe la película que tengo montada en mi cabeza con Rubén. Me anima pero de igual manera me advierte que tenga cuidado. 

Rubén es un buen chico, mayor que yo, estudioso, simpático... Me puede. Esa ternura e inocencia que tiene me gana completamente. 

Le gusta verme bailar y a cada exhibición que hacemos viene a verme. Dentro de poco tenemos una y estoy nerviosa. Sé que estará ahí. Pero cuando estoy en el escenario y comienza la música todo se me olvida. No veo a nadie, solo me centro en los movimientos. Son minutos de pura adrelanida que me llenan completamente.

 



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En el texto hay: adolescente, drama, amor

Editado: 28.09.2020

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