¿ Qué me pasó?

Ataque

— Rosa ¿Cómo están? — Lucero la ayudó a mantenerse de pie, el aire era irrespirable.

— Bien dentro de todo, la lucha entre esos monstruos nos matará a todos.

— ¿Qué lucha? — preguntó la morena haciéndose la que no sabía nada.

— Entre el Rey y un grupo de lagartos. Pero para nosotros da lo mismo quien gane, igual seguiremos siendo esclavos, hasta que muramos.

Lucero decidió jugársela, con lo que pasó sintió que el tiempo para su misión se había acortado. 

— ¿Y si te dijera que si el Monarca gana nos mandará a la Tierra y nunca más irán a cazar esclavos?

— ¿Qué dices? — la miró incrédula.

— Rosa, sé que me conoces hace poco, pero yo creo en él, me mando para hacer amigos y que puedan ayudarlo, quiere detener a esos traidores y que su planeta quede sin humanos.

— ¿Y le crees? Cariño, es una mentira ¿Por eso dejas que te tome todas las noches? ¿Para qué nos libere y deje a la Tierra en paz? Te mintió para que no le presentarás resistencia al acostarse contigo.

— Él no me tocado — la otra vio sinceridad en la voz de la morena — no te miento, si pudieras hablar con el Rey verías que habla con la verdad.

— Lucero...

— Tengo una idea, voy de nuevo con él, prepárate para la noche.

—Espera... — pero la joven ya había desaparecido.

Volvió con el soberano con olor a humo, y la cara manchada.

— ¿Estás bien? — preguntó como siempre con su voz neutra el Rey, al verla entrar.

— Sí mi señor, ninguno de mis compañeros murió, hay heridos aunque por fortuna no graves.

La mujer fue a bañarse, cuando salió estaba ya servido el desayuno, a los sirvientes el monarca los había hecho retirarse, así que ella pudo exponerle su plan.

— Ella no cree, pero si logras convencerla como a mí tendrás la aliada que necesitas.

— Tal vez tengas razón — dijo luego que lo pensó un rato — ¿Estarás bien abajo sin su protección?

— Sí, ya me hice de algunos amigos.

El ser estuvo más callado que lo normal en él durante el día, a la noche llevaron a Lucero a las dependencias de los humanos, y subieron a Rosa.

A la mañana siguiente, Lucero estaba esperando a su amiga en la puerta, pero no llegó, tuvo que ir a la cocina a trabajar, esa noche tampoco volvió la dueña de casa, así que la morena se quedó despierta, angustiada. Al otro día recién Rosa volvió, cuando la vio estaba seria, al tratar de salir le cerraron el paso.

— Te quedaras acá humana, el Rey no quiere a ninguna de las dos, parece que por fin se aburrió de la novedad.

Lucero quedó angustiada ¿Será que Rosa no quiso creerle, y ahora el gobernante gris, al ver que ella no le era útil la dejaría allí?

— Ven — la pelirroja tomó del brazo a la morena, y se fueron rápido a su casa, antes que tuvieran que ir a su trabajo.

— ¿Qué pasó? — preguntó la mujer cuando ya estuvieron en la casa que compartían ambas — ¿Por qué ya no quiere verme? — a Lucero le dolió el corazón, se había acostumbrado a estar al lado del Rey, y ahora no verlo le angustiaba.

— Volverás con él, tranquila, pero no en estos días, tenemos que hacer muchas cosas, y necesito tu ayuda.

La pelirroja, luego de conversar durante toda la noche y el siguiente día con el gobernante le creyó, aunque con reservas, pero al menos pensaba que era una posibilidad para su gente, por eso al final decidió tomarla. El monarca pensó que sería bueno que hiciera creer que estaba cansado por un tiempo de sus mascotas.

Después de una semana que ambas trabajaron juntas en la cocina, el monarca empezó a pasar una noche con Rosa y otra con Lucero, para seguir urdiendo su complot. Una noche la morena soñó que el Rey y su amiga eran amantes, despertó muy malhumorada, aunque solo fue una pesadilla, igual decidió hacerle unas preguntas a la otra.

— Tú duermes en la cama cuando vas con el monarca ¿Verdad?

— Sí.

— Y él en el sofá ¿Verdad?

Rosa, al ver la cara de su compañera puntualizó lo más firme que pudo sus palabras.

— Lo hace en el sofá, igual que contigo ¿Qué pasa?

— Solo quería saber — no le había dicho a la pelirroja que cuando iba con el gobernante, dormían en la cama, ambos.

— Esa es una de las cosas que me convenció, que no intentó nada conmigo — le pareció extraña la reacciona de la otra, era como si estuviera celosa, pero eso era imposible se dijo.

— Okis — Lucero no sabía porque se sentía así de solo pensar que su amiga y el Rey... mejor se concentró en seguir sumando gente a la rebelión.

— Ahora debemos seguir convenciendo a los líderes de los sectores que faltan, también los de los lugares fuera de aquí, hoy vendrá a Palacio Manuel, será difícil que nos ayude, pero muchos lo siguen, odia a los grises, es el esclavo de Narei, que es quien está contra tu Rey, es su mayor enemigo.

Por esos días Lucero fue llamada por el gobernante durante el día, así que la morena lo acompañó a algunas reuniones, allí se acomodaba como siempre en un rincón, fuera de las miradas molestas, por eso dos seres reptilianos, que salieron de la última junta del día no la vieron, iban conversando entre ellos.

— .... será lo mejor ¿Pero cuándo? Todavía hay muchos de su pueblo que confían en él y lo siguen.

— Debemos hacerles creer que instiga contra su pueblo y así lograremos que nadie diga o haga nada cuando lo quitemos de en medio.

— Él solo está cavando su tumba, ahora que se acostumbró a tomar terrestres. Usemos eso y verás que nadie se preocupará cuando desaparezca del medio, pronto lograremos nuestro objetivo sin ese estorbo al mando.

Siguieron su conversación, Lucero no quiso ni moverse para que no la vieran, sin querer había escuchado algo muy importante. Cuando salió el gobernante solo quería que se quedarán pronto solos, apenas pudo le contó lo que escuchó.

— Son los representantes de los anunakis. Todo está ocurriendo muy apresurado, no pensé que intentarán quitarme del medio tan rápido, es que ahora me he negado tajantemente a...— no quiso seguir hablando.



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En el texto hay: misterio, extraterrestres

Editado: 08.06.2020

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